lunes, 30 de octubre de 2023

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

SABANA SANTA

La leyenda del rey Adgar.

Osroena (Osrhoene, Osrohene, Malkuṯā d-Bēt Ōsrā Īnē), llamada Aram-Naharaim en el Antiguo Testamento, es una región perteneciente actualmente a Turquía, fronteriza con Siria, al este de la gran curva occidental del río Éufrates.

Su capital era Edesa, (hoy día Sanliurfa). Era uno de los muchos reinos que se originaron después de la caída del Imperio seléucida, que era un imperio helenístico, es decir, un estado sucesor del Imperio de Alejandro Magno.

Osroena fue conquistada en 114 por los romanos, se mantuvo como Estado satélite semiautónomo hasta que en 214 fue declarada provincia del Imperio romano. 

País de cultura aramea, se mantuvo en situación fronteriza entre el Imperio Romano y el Imperio Parto, que se extendía desde el norte del Éufrates, en lo que ahora es el centro-este de Turquía, hasta el este de Irán.

Provincia romana de Osroene (ver)


Un gobernante histórico de este pequeño reino era Abgar o Abgaro V de Edesa (4 a.C. hasta 7 d.C. y del año 13 hasta 50 d.C.) que sufría de una enfermedad incurable. 

Tenía conocimiento de los milagros de Jesús, por lo que envió una embajada, presidida por Anan, con una carta para solicitarle la curación de su enfermedad, reconociendo su divinidad, y ofreciéndole refugio seguro en su reino contra cualquier persecución por parte de los judíos.

La leyenda declara que Jesús le contestó la carta, elogiando al rey por su fe, pero declinando la invitación y prometiéndole que después de terminar sus obligaciones, enviaría a uno de sus discípulos, dotado con Su Poder. 

Durante la Edad Media esta leyenda se popularizó, tanto en Oriente como en Occidente, por lo que la carta se replicaba en diversos formatos como pergamino, mármol y metal, y se usaba como talismán o amuleto.

Dentro de los testimonios que han llegado a nosotros sobre esta leyenda, que demuestra la derivación mágica que sufrió, destaca la inscripción encontrada en la ciudad de Filipos (Macedonia), datada en torno al s. V. La inscripción presenta ambas cartas y se encontró en la puerta de la antigua muralla.



La correspondencia había sido declarada como apócrifa por el Decretum Gelasianum del 494 (Gurinov, 2019:84-114), y la leyenda posiciona este intercambio de cartas durante los últimos años de la vida de Jesús, y tres documentos se relacionan con ésta correspondencia:

La carta del Rey Adgar dirigida a Jesús de Nazarete.

La respuesta de Jesús de Nazaret.

El retrato de Jesucristo en la tela.

Las únicas dos obras de consulta, referentes a esta leyenda, son la “Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, realizada en la primera mitad del siglo IV, y la “Enseñanza de Adai,” la cual afirma pertenecer a la época apostólica.

Eusebio, obispo de Cesarea, historiador de la Iglesia del siglo IV, estaba convencido de que las cartas originales, escritas en idioma siriaco, fueron guardadas en los archivos de Edesa y publicó una traducción en griego.

Los “Hechos de Tadeo” o “Enseñanza de Adai” es un documento en griego en la cual aparece, igualmente, la correspondencia intercambiada entre Jesucristo y Abgar de Edesa.

En la actualidad, según Leclercq, H (1907), no solo se tiene el texto siríaco, sino también una traducción armenia, dos versiones griegas independientes, más cortas que el siríaco, y varias inscripciones en piedra, todas las cuales, según indica el autor, se discuten en dos artículos en el “Dictionnaire d’archéologie chrétienne et de liturgies “. cols. 88 sq. y 1807 sq. Igualmente, Henri Leclercq afirma que son diferentes las versiones de Eusebio y de San Adai (Tadeo).

Carta del rey Adgar a Jesús tomada de la “Enseñanza de Adai”:

"Abgar Ouchama a Jesús, el Buen Doctor, quien ha aparecido en el territorio de Jerusalén, saludos:

He oído de Vos, y de Vuestra sanación; que Vos no usáis medicinas o raíces, sino por Vuestra palabra abrís (los ojos) de los ciegos, hacéis que los paralíticos caminen, limpiáis a los leprosos, hacéis que los sordos oigan, cómo por Vuestra palabra (también) curáis espíritus (enfermos) y aquellos atormentados por demonios lunáticos, y cómo, de nuevo, resucitáis los muertos a la vida.

Y, al darme cuenta de las maravillas que Vos hacéis, me he dado cuenta de que (de dos cosas, una): o habéis venido del cielo, o si no, sois el Hijo de Dios, quien hace que sucedan todas éstas cosas.

También me doy cuenta que los judíos murmuran en contra Vuestra, y Os persiguen, que buscan crucificaros y destruiros. Poseo únicamente una pequeña ciudad, pero es bella, y lo suficientemente grande para que nosotros dos vivamos en paz."

Cuando Jesús recibió la carta, en la casa del sumo sacerdote de los judíos, le dijo a Hanán, el secretario:

“Id, y decid a vuestro amo, quien os envió a Mí: Feliz seáis, vos que habéis creído en Mí, sin haberme visto, porque está escrito de mí que quienes me vean no creerán en Mí, y que aquellos que no me vean creerán en Mí.

En cuanto a lo que habéis escrito, que debería ir a vos, (he aquí, que) todo a lo que fui enviado aquí está terminado, y subo de nuevo a Mi Padre quien me envió, y cuando haya ascendido a Él os enviaré a uno de Mis discípulos, quien sanará todos vuestros sufrimientos, y (os) dará la salud de nuevo, y convertirá a todos aquellos con vos a la vida eterna. Y vuestra ciudad será bendecida por siempre, y el enemigo nunca prevalecerá sobre ella.’”

Según Eusebio, no fue Hanán quien escribió la respuesta, sino el mismo Jesús. 

Unos historiadores, sostienen que la carta fue escrita en pergamino, aunque algunos se inclinan por el papiro.

Igualmente, los historiadores discuten sobre la naturaleza de la enfermedad de Abgar, unos sostienen que era gota, otros que era lepra, los primeros diciendo que había durado siete años, los últimos descubriendo que el enfermo había contraído su enfermedad durante una visita a Persia.

Por otra parte, en la carta, Nuestro Señor promete la victoria de la ciudad de Edesa sobre todo enemigo, por lo que cuando fue conquistada creó confusión entre los creyentes.

Finalmente, diferentes estudiosos piensan que las cartas probablemente fueron creadas a principios del siglo IV, y que son ficticias.  Bart D. Ehrman, menciona evidencias de Han Drijvers y otros autores según las cuales toda esta correspondencia habría sido realizada en el siglo III por los cristianos ortodoxos. Leclercq, H. dice “El hecho relatado en la correspondencia desde hace tiempo dejó de tener algún valor histórico. En dos lugares, el texto está tomado del Evangelio, lo cual de por sí es suficiente para refutar la autenticidad de la carta. Por otra parte, las citas son hechas no de los propios Evangelios, sino de la famosa concordancia de Taciano, compilada en el siglo II, y conocida como el “Diatesarón”, fijando así la fecha de la leyenda en aproximadamente mediados del siglo III.”

Respecto al tercer documento referente al retrato de Jesucristo:

Hay que tener en cuenta que Hanán, además de ser el embajador del rey Abgar era archivero en Edesa y pintor del rey, por lo que llevó de regreso una pintura de Nuestro Señor, que sería objeto de veneración general dando origen a la leyenda del “Santo Rostro de Edesa”, que se conservó en el palacio Real, formando parte del oscuro tema de la iconografía de Cristo, y de las pinturas de origen milagroso llamadas acheiropoietoe  o aquiropita (“hecho sin manos”).

Siguiendo la promesa de Jesús al rey Adgar, Eusebio de Cesarea, en su libro, asegura que tras la Resurrección, el apóstol Tomás envió a Tadeo (uno de los setenta y dos discípulos que Jesús envió por parejas para predicar en ciudades y territorios) a Edesa para curar al rey, al que no solo sanó sino que también convirtió al cristianismo, y según la tradición apócrifa el reino de Osroene se convirtió en el primer Estado cristiano de la historia.

Cuenta la leyenda que fue entonces cuando Tadeo entregó a Agbar la Síndone, a la que llamaron "Mandylion" ( lienzo), y que ésta quedó en Edessa hasta el año 944, en que llegó a Constantinopla. 


Detalle del panel lateral de un tríptico del siglo XX conservado en el Monasterio de Santa Catalina de Monte Sinaí, que representa al rey Abgar recibiendo el Mandylion de manos de Tadeus (ver).


El "Mandylion" es el rostro de Jesús que aparece en la Síndone. Ésta ha sido plegada ocho veces, y el cuarto pliegue, empezando por los pies de la Sábana, corresponde al rostro de Jesús. 

Ocho dobleces de la Sabana Santa. La marcada se corresponde con el Santo Rostro. Es lo único que puede contemplarse al presentarla públicamente. De esta forma, se dio origen al llamado “Mandylion”, nombre con el que llamaron a la Imagen de Edessa los primeros cristianos.


Según parece, así fue entregada al rey Agbar, que la guardó sin desdoblarla. El "Mandylion" o "Tetradiplo" (doblado en cuatro) permaneció en Edessa como reliquia, y fue motivo de ostensiones (presentaciones) públicas y adoración por los osroenitas. 


Antigua pintura que representa a Tadeo entregando la Sabana Santa, plegada en forma de “Mandylión” al rey Agdar de Osroene, en la capital, Edessa

domingo, 29 de octubre de 2023

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

CRUCIFIXIÓN 

Cristo de los Milagros

Retablo del Cristo de los Milagros. Iglesia del Sagrado Corazón

En la Nave de la Epístola (Derecha), de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (ver) se contempla el Altar del Cristo de los Milagros, con Jesucristo Crucificado, una sencilla pintura, reproducción del pintado en Lima en una pared de adobe por un esclavo de Angola, situada en el santuario de Las Nazarenas de Lima (Perú). Es la principal celebración católica en el Perú y una de las procesiones más grandes del mundo.


Detalle del Cristo de los Milagros. Iglesia del Sagrado Corazón

El Señor de los Milagros, también conocido como Cristo Moreno (o brevemente, de Pachacamilla o de los Milagros o de los Temblores).

La imagen original fue pintada por la mano del hombre y se tiene registro de su existencia en 1651 en Pachacamilla, según Rubén Vargas Ugarte, atribuida a Pedro Dalcon en una pared de adobe. 

Posteriormente fueron añadidas las imágenes de Dios Padre, María y María Magdalena y ubicada actualmente en el Altar Mayor del santuario de las Nazarenas de Lima (Perú).  

Según el imaginario popular, la imagen fue pintada durante el siglo xvi por un esclavo peruano originario de Angola, sin embargo, no se sabe con exactitud quién pintó al Cristo en el muro.

Se le denomina como Cristo Moreno debido a que, entre sus creyentes, predominaba la gente de raza negra, además, en el lienzo que recorre las calles, réplica del muro, el Cristo durante varias décadas tenía una tez morena.


Se le atribuyen varios hechos milagrosos.

El 13 de noviembre de 1655 a las 2:45 pm hora, tuvo lugar un terremoto que provocó el derrumbe de edificios de Lima y Callao y dejó miles de víctimas mortales, sin embargo, la pared simple de adobe donde se encontró la representación de Cristo permaneció absolutamente indemne. ​

La acumulación de fieles para venerar la imagen y la realización de actos no estrictamente religiosos, provocó que Esteban Ybarra, máxima autoridad eclesiástica tras el fallecimiento del Arzobispo Pedro de Villgómez, decidiera que se prohibiesen tales reuniones y que se borrase la imagen. Un pintor intentó realizar ese trabajo de borrar la imagen, pero al subir por la escalera sintió temblores y escalofríos que le obligaron a abandonar. Un segundo hombre al acercarse a la imagen igualmente vio algo en ella que le obligó a desistir de la labor.  En tercer lugar subió un soldado que igualmente se sintió obligado a bajar de la escalera porque vio que la corona de espina se ponía verde.

El 20 de octubre de 1687 un nuevo terremoto asoló Lima y Callao y derribó la ermita edificada en honor al cristo y nuevamente la imagen del crucificado permaneció sin daños. Se ordenó la confección de una copia al óleo que se sacaría en procesión por las calles de Pachacamilla.

​En 1746, Lima volvió a sufrir un gran seísmo, pero la tierra dejó de temblar al sacar en procesión una réplica de la imagen. A partir de este momento, se construyó la Iglesia de las Nazarenas, con el apoyo incondicional del entonces virrey Manuel Amat y Juniet, que fue inaugurada el 21 de enero de 1771, y que actualmente es el santuario donde se le rinde culto.

Monasterio de las Nazarenas, la casa del Señor de los Milagros

En el reverso de la imagen del Señor de los Milagros se aprecia el lienzo de Nuestra Señora de la Nube, aunque se desconoce su fecha de confección y colocación y según Pedro Gjurinovic fue pintada encima de la imagen de la Virgen de la Merced, como se comprobó cuando se restauró el lienzo en el Museo de Osma.   


Virgen de la Nube - Anda del Señor de los Milagros de Nazarenas, Lima-Perú.

La imagen de la Virgen María, se presenta como una reina, en su mano derecha sujeta su cetro (la azucena representa su corazón y el olivo su fruto, símbolo de su vinculación con Israel). En su brazo izquierdo lleva al Niño Jesús. A los pies de la Virgen aparece un personaje arrodillado que podría ser el Obispo Sancho Andrade, sin embargo también es una hipótesis. En la parte baja de la pintura se puede observar unas construcciones que algunos expertos indican que puede ser el antiguo Monasterio de las Nazarenas, también otros indican que se trataría de la ciudad de Quito. 


Detalle de la Virgen de la Nube

En Sevilla, desde 2014 existe una Hermandad del Señor de los Milagros, con sede en la Iglesia Jesuita del Sagrado Corazón de la calle Jesús del Gran Poder, que prosesiona el último domingo de octubre por las zonas de las calles Trajano, San Lorenzo y Alameda de Hércules.



Cristo de los Milagros

Virgen de las Nubes

Es curioso que los devotos llevan un hábito morado no sólo como símbolo de la penitencia, sino también como símbolo del luto, pero, no es algo que se impuso o tenga que ver directamente con la imagen del Cristo Moreno.

En la plaza de san Lorenzo

Incienso y Mirra

El origen del hábito se remonta a la visión que tuvo una mujer de Guayaquil de nombre Antonia Maldonado, quien llegó al Perú y vivió en el Callao. Cuando tenía 20 años, su madre la obligó a casarse con Alonso Quintanilla, un hombre adinerado.

Pero, Alonso enfermó de una extraña enfermedad y murió al poco tiempo, quedando Antonia viuda a una temprana edad y decidió dedicar su vida por completo a servir a Dios.

Una noche, cuando se encontraba orando, vio a Cristo con una túnica morada, la soga al cuello y una corona de espinas en la cabeza, que le decía: “Mi madre ha dado su traje de pureza para hábito a otras almas, y yo te doy mi traje y hábito con que anduve en el mundo; estima mucho este favor, que a nadie se ha dado mi santa túnica”.

Unos años después, Antonia fundó un beaterio en el Callao denominado Colegio de Nazarenas, cuyo hábito era morado, tal como lo soñó, según la versión del fray Blas Duares.  Luego, el traje fue usado por los mayordomos del monasterio de las Nazarenas y, con el tiempo, por los fieles devotos. 

miércoles, 18 de octubre de 2023

 TRAUMATOLOGÍA

Rizartrosis

Vieja friendo huevos. Diego Velázquez.

Vieja friendo huevos. Diego Velázquez. 1618. Óleo sobre lienzo. 100,5 x 119,5 cm. Galería Nacional de Escocia. Edimburgo. Reino Unido


Es un cuadro pintado en Sevilla en 1618, cuando tenía 19 años, un año después de su examen como pintor.

En 1698 aparece mencionado, junto a otros bodegones de Velázquez, en el inventario de las pinturas de Nicolás Omazur, comerciante flamenco, establecido en Sevilla y amigo de Murillo. Se describe como un lienzo de una vara de alto sin marco con “una vieja friendo un par de huevos, y un muchacho con un melón en la mano”.

A comienzos del siglo XIX es comprado en Sevilla por el pintor David Wilkie, como una fruslería, y lo vende en Londres por 40 libras.

En 1813, de la colección de John Woollett es subastada en Christie´s de Londres, el 8 de mayo de 1813.

En 1883 Charles B. Curtis (Velázquez and Murillo: A descriptive and historical catalogue) publicó el cuadro, por primera vez, como obra de Velázquez.

Finalmente, tras pasar por distintas colecciones británicas sería comprada por la National Gallery de Edimburgo por 57.000 libras, a los herederos de sir Francis Cook.

El tema es una novedad, en cuanto representa una escena aparentemente trivial o cotidiana, de una anciana cocinando unos huevos en un hornillo de barro cocido, junto a un muchacho que porta un melón y una “frasca” de vino, en el interior de una cocina poco profunda, iluminada con fuertes contrastes de luz y sombra. 

Vieja friendo huevos. Diego Velázquez. 1618. Óleo sobre lienzo. 100,5x119,5 cm. Galería Nacional de Escocia. Edimburgo. Reino Unido

La luz se dirige desde la izquierda e ilumina por igual todo el primer plano, dejando el fondo en oscuro, con lo que la existencia de la pared nos lo indica el cestillo de mimbre y unas alcuzas (lámparas de aceite) que cuelgan de ella.

El cestillo de mimbre hace alusión al conocido refrán “Con estos mimbres no se puede hacer más que este cesto”, que da a entender que algo no da más de sí. Al mismo tiempo rememora la Sevilla de su época, la de la “laguna de la Feria“(ver) y el oficio de la “cañavería”, actividad comercial vinculada a la elaboración de cestos con los mimbres y aneas obtenidos de las plantas, que espontáneamente crecían en las orillas, tanto del río como de la propia laguna. 

Detalle del cestillo de mimbre

Las alcuzas que cuelgan de la pared del fondo son el símbolo barroco de la “vigilancia”, de la luz capaz de ver, desde la experiencia, el pasado y el futuro. Para Dámaso Alonso la alcuza podría considerarse como el emblema de la humanidad que, si por un lado representa las necesidades de la vida diaria (la luz, el fuego y el alimento), expresa también la imagen simbólica de la sabiduría, que el propio poeta lo insinúa:” en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza” (verso 142 de Dámaso Alonso en “Mujer con alcuza. Hijos de la ira”) (ver).

Detalle de las alcuzas

A la derecha, hay una mesa con determinados objetos que conforman uno de los mejores bodegones del arte español. Un plato hondo de loza con un cuchillo, un mortero de bronce, una cebolla roja y guindillas, una jarra de loza vidriada blanca junto a otra vidriada de verde y un caldero de bronce apoyado en el anafe. 

Detalle del bodegón

Detalle del bodegón

Los expertos consideran que Velázquez, a pesar de su juventud, quiso dignificar el género del bodegón, que era desdeñado por los teóricos en esos años, al considerarlo el escalón más bajo del arte.

En el centro de la composición, las figuras humanas se iluminan sobre un fondo neutro, para destacar los contrastes entre la luz y la sombra, una de las características que le sitúa en el Naturalismo Tenebrista de Caravaggio. 

Detalle de la iluminación de los personajes sobre fondo neutro

El muchacho aporta un melón y una frasca de vino. Dirige la mirada al espectador. Presenta un aspecto físico, corte de pelo y vestido que nos conduce al mundo popular que contemplaba, a menudo Velázquez, en la vida diaria de la ciudad. 

Posiblemente el muchacho sería Diego Melgar, un ayudante de su taller, que Velázquez tenía educado para que le sirviese de modelo y que posteriormente sería contratado como aprendiz. 

Detalle del muchacho con el melón y la frasca de vino

El melón que lleva el muchacho se denominaba “melón de cuelga”, pues preparado con el atadillo permitía colgarlo, con lo que se conseguía una durabilidad de hasta dos meses. Era típico del Sur y de los pueblos extremeños y Velázquez podría conocer esta práctica en su etapa de juventud sevillana (Víctor Hurtado).


Detalle del muchacho

La anciana está sentada y presenta un gran realismo por la suciedad del paño con el que se cubre la cabeza. Su mirada parece perderse en el infinito, con cierto aire de misterio, pues eleva la cabeza hacia el muchacho, pero no se “fija en él”, es “ese mirar sin ver” o quizás “ceguera”, con una extraña sugerencia de sabiduría y de experiencia. Sus labios entreabiertos parecen decir algo al pequeño. Algunos críticos consideran que se trata de María del Páramo, la suegra del pintor, la esposa de su maestro Pacheco.


Detalle de la anciana

En un anafe u hornillo presenta un par de huevos flotando en el líquido dentro de una cazuela de barro, y “logra mostrar el proceso de cambio por el cual la transparente clara del huevo crudo se va tornando opaca al cuajarse” (Giles Knox), con lo que capta lo fugaz y efímero, deteniendo el proceso en un momento concreto. 


Detalle de los huevos

La anciana, en la mano derecha lleva una cuchara de madera y en la izquierda un huevo que se dispone a cascar contra el borde de la cazuela, mientras, como hemos comentado, eleva la cabeza hacia el muchacho que acaba de entrar, proporcionando la dicotomía entre el sentido de la vista y del tacto.  

Detalle de las manos de la anciana

Desde el punto de vista médico es interesante el realismo con que el pintor capta la artrosis bilateral de las manos de la mujer, concretamente la “Rizartrosis” o alteración degenerativa de la articulación Trapecio-Metacarpiana del pulgar, que habitualmente provoca dolor y dificultad para el uso de la pinza de la mano, que nos permite manejar los objetos al unir el pulgar con los demás dedos.

Detalle de la mano izquierda con signos de rizantrosis

Esquema y radiografía de Rizartrosis