EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
El Cáliz de Valencia (Santo Grial).
El Santo Cáliz de la catedral de Valencia se custodia en la Capilla de su
nombre en la Catedral de santa María de Valencia y es identificado como el
Santo Grial. Según la tradición, fue empleada por
Jesús de Nazaret para instituir la Eucaristía en la última cena con los
apóstoles.
El cáliz consta de una copa superior tallada en piedra
de ágata, que muestra vetas de colores cálidos cuando refracta la luz. Los
arqueólogos consideran que es de origen oriental y de los años 100 a 50 antes
de Cristo.
Se apoya en un pie con asas que habría sido añadido
posteriormente, en la etapa medieval. Este consta de una columna central
hexagonal con una tuerca redonda al medio y terminada en dos pequeños platos,
uno donde se apoya la copa superior y otro en la parte inferior que sostiene el
pie. Las asas tienen forma de serpiente, con sección también hexagonal. La
base, de forma elíptica, es de calcedonia y contiene 28 pequeñas perlas, dos
rubíes y dos esmeraldas, todo ello guarnecido en oro.
Su tamaño es de 17 cm de altura por 9 cm de anchura en
la copa y 14,5 x 9,7 cm en la base.
En el pie hay una inscripción en árabe cúfico que reza
“ALLAH JOSUA” (Jesús Dios”).
Este cáliz es el representado por el pintor valenciano
Juan de Juanes en su cuadro de “La Santa Cena” de 1560, y en él se
representa la copa con el pie con asas, con lo cual se manifiesta que ya tenía
esas partes, en esas fechas.
Hay muy pocos indicios
del recorrido de la sagrada copa desde Jerusalén hasta Roma, pero la tradición
cristiana cuenta, que, tras la última cena en Jerusalén, el Santo Grial fue guardado
y utilizado por los apóstoles. En manos de San Pedro pasaría a la ciudad de
Antioquía y posteriormente a Roma con el objetivo de ser utilizada por los
primeros papas en las celebraciones eucarísticas.
En el año 258, el papa Sixto II, para protegerlo de la
persecución del emperador Valeriano, se lo entregó a su diacono San Lorenzo.
En la Biblioteca Nacional de Madrid, se conserva un
manuscrito del Siglo XVII titulado “Vida y martirio del glorioso español San Laurencio”, obra de Lorenzo
Mateu y Sanz , y traducción de otro manuscrito original del siglo VI, obra
del abad Donato, en el que se narra la historia de San Lorenzo y cómo este,
poco antes de su propio martirio, confió a su compatriota legionario Precelio “algunas
memorables reliquias, de forma que pudiera enviarlas a Hispania y entre
ellas estaba la copa en la que Cristo consagró su sangre la noche de la Última
Cena”.
Así, San Lorenzo envió la reliquia a Huesca, donde vivía
su familia, cerca de la actual ermita de la Virgen de Loreto.
Durante la invasión musulmana, a partir del año 713,
el cáliz fue ocultado en la región del Pirineo, pasando por la cueva de Yesa, san
Pedro de Siresa, Santa María de Sasabe (actualmente san Adrián de Sásabe) San
Pedro de la Sede Real de Bailio, la catedral de Jaca y finalmente acabó en el
siglo XI en el monasterio de san Juan de la Peña (Huesca), donde un documento del año 1071 menciona un precioso cáliz
de piedra: “Calis lapsis exilis Domini”. Igualmente, el documento "Vida de de S.
Lorenzo", escrito por Carreras Ramírez, Canon de Zaragoza, el 14 de
diciembre de 1134, referencia la presencia del Santo Cáliz en el monasterio de
San Juan del Peña al escribir (página 109): "En un arca de marfil está el
Cáliz en que Cristo N. Señor consagró su sangre, el cual envió S. Laurenzo a su
patria, Huesca".
La reliquia fue entregada en el año 1399 al Rey de
Aragón, Martín I el Humano que lo tuvo en el Palacio Real de la Aljafería de
Zaragoza y luego hasta su muerte, en el Real de Barcelona en 1410.
Hacia 1424, el segundo sucesor de Don Martin, el Rey
Alfonso V el Magnánimo, llevo el relicario al palacio de Valencia.
La conquista del reino de Nápoles le supuso a este
rey contraer una gran deuda con la jerarquía eclesiástica y para condonar dicha
deuda, el Santo Cáliz fue entregado a la iglesia en 1437.
El 3 de abril de 1744, durante el servicio de Semana
Santa, el cáliz escapó de las manos del canónigo Vicente Frígola y Brizuela
y cayó, partiéndose en dos. El maestro platero Luis Vicent efectuó una
reparación, en presencia del notario Juan Claver, y solo se observan dos
pequeñas grietas. La impresión del accidente fue tal que el canónigo Frígola
enfermó y murió días después.
Fue conservado y venerado durante siglos entre las
reliquias de la Catedral y hasta el siglo XVIII se utilizó para contener la
forma sagrada en el “monumento del Jueves Santo”.
En el año 1916 fue finalmente
instalado en la antigua Sala Capitular, habilitada como Capilla del Santo
Cáliz, a los pies de la nave de la epístola.
Desde entonces, solo en dos ocasiones ha abandonado la catedral de
Valencia. Durante la Guerra de la Independencia (1809-1813) fue trasladado a
Ibiza para salvaguardarlo de las tropas napoleónicas y posteriormente durante
la Guerra Civil Española fue ocultado en el municipio de Carlet.
Muro en la Casa del Carlet donde el Cáliz permaneció entre 1937 y 1939
Es difícil de asegurar, pero es
completamente posible que este vaso sea el “Santo Cáliz”, pues es una auténtica
copa judía de bendición del siglo I, y como tal ha sido aceptada por la
Iglesia. El Beato Juan XXIII concedió indulgencia
plenaria en el día de su fiesta anual. El Papa Juan Pablo II celebró la
Eucaristía con el Santo Cáliz durante su visita a Valencia el 8 de noviembre de
1982. Su Santidad Benedicto XVI celebró la Eucaristía con motivo del V
Encuentro Mundial de las Familias, el 8 de Julio de 2006. Finalmente, el Papa
Francisco concedió la celebración de un Año Jubilar Eucarístico en honor del
Santo Cáliz, cada cinco años a partir de 2015.
Real
Colegiata de san Isidoro de León
A
través de dos documentos hallados en la biblioteca de Al-Azhar en El Cairo, los
investigadores defienden que en el siglo XI, Egipto atravesaba una gran
hambruna motivada por una sequía, ante lo cual el califa Al Mutansir pidió
ayuda al pueblo musulmán. El Emir de Denia, un pequeño taifa de la península,
responderá enviando barcos con alimentos.
Como
agradecimiento el Califa egipcio regala al emir de Denia diversos presentes
entre los cuales se encontraban los cuencos de onix que componen un cáliz.
Durante el viaje, a uno de los cuencos le fue arrancada una esquirla con una
gummia, pequeño cuchillo curvo de tipología árabe, cuyo corte se puede apreciar
en el cuenco de la parte superior.
El
reino de León se encontraba gobernado por Fernando I el Grande, uno de los
reyes más poderosos en la cristiandad, que se encontraba atacando Valencia,
ante lo cual el Emir de Denia le regalará al rey leonés los cuencos que forman
el cáliz a fin de gozar de su favor.
Al morir Fernando I decidió
dividir su reino entre sus hijos, entregando León a Alfonso,
Castilla a Sancho, Galicia a García, Toro a Elvira y haciendo a Urraca señora
de Zamora.
Doña Urraca era la hija primogénita y por tanto era la dómina del Infantado de León, una institución
jurídica por la que le competía el patronato y las rentas de todos los
monasterios pertenecientes al patrimonio regio. Y donó sus joyas para decorar los cuencos de
Fernando I para darle forma de Cáliz.
En la parte superior se introduce un cuenco áureo con decoración al exterior a base de cabujones de
perlas, zafiros, esmeraldas, aljofares y un camafeo de pasta vítrea
de estética romana entre otras.
Ambos cuencos de ónix se unen por un grueso nudo de
oro de gran calidad y ocho tirantes. El nudo, organiza su decoración a base de
cuatro placas romboidales con cruces flordelisadas de esmaltes de color verde,
completándose con cabujones de piedras preciosas y las filigranas de
caracolillos y tallos. En la base de este nudo, Urraca nos dejó constancia de
que ella fue la donante, con una inscripción de filigrana de oro que reza: IN NOMINE DOMINI URRACA FREDINANDI, (en
nombre del Señor, Urraca hija de Fernando).
El pie del cáliz está decorado con arquillos de medio punto y cordoncillos de oro.