PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA
Hallux Valgus
El rapto de Proserpina. Rubens
Este cuadro forma
parte de una series de pinturas que fueron encargadas a Rubens por Felipe IV, con la intermediación
de su hermano el Cardenal Infante Don Fernando, gobernador de Flandes, para
decorar la Torre de la Parada, casa de recreo situada en los montes del Pardo.
En este gran proyecto también participaron otros artistas como Velázquez.
Fueron realizadas en
torno a 1636 y 1638 y enviadas desde Amberes.
La mayor parte de las
escenas se dedican a las pasiones de los dioses, según fueron descritas en las
Metamorfosis del poeta romano Ovidio.
En este caso, Ceres
(ver) (Deméter en la
mitología griega), diosa de la agricultura, era hija de Saturno y Ops, hermana
de Juno, Vesta, Neptuno, Plutón y Júpiter
Su hermano Júpiter,
prendado de su belleza, engendró con ella a Proserpina (asimilada a Perséfone
en la mitología griega).
También Neptuno se
enamoró de ella, y Ceres para escapar de él se transformó en yegua, pero el
dios se convirtió a su vez en caballo, y engendraron al caballo Arión.
Plutón (Hades en la
mitología griega) se enamora de Proserpina y decide raptarla, mientras recogía
flores, para convertirla en su esposa. Ceres, desesperada por la pérdida de su
hija, se dedica a buscarla y abandona su papel de diosa de la
agricultura y la fertilidad, con lo que las cosechas empezaron a morir.
Por ello, Júpiter envía
a Mercurio, como emisario, a convencer a Plutón de que liberara a Proserpina. Plutón dio a comer la fruta de los muertos, sabiendo
que quien la comían ya no podrían vivir entre los vivos.
Se llega al
compromiso, de que Proserpina repartiría su tiempo entre ambos lugares, seis
meses en el inframundo con Plutón como esposo y seis meses en el mundo de los
vivos con su madre.
Por ello, los romanos
creían que las cuatro estaciones del año eran consecuencia directa del rapto de
Proserpina, de tal modo que durante los meses que Proserpina vivía en el
inframundo, Ceres se sentía desconsolada y la tierra moría, perdiendo así su
fertilidad, en otoño e invierno. Cuando Proserpina regresaba, Ceres se alegraba
por la visita de su hija y la vida prosperaba, en primavera y verano.
Rubens elige el momento del rapto de
Proserpina, en una obra de gran dramatismo y violencia en un ambiente de
movimiento.
El grupo
principal y central de la composición está formado por las figuras de Plutón y
Proserpina y muestra una gran violencia por lo que el vestido de Proserpina se
rasga y cae, dejándola prácticamente desnuda.
En el
lado izquierdo se muestra la gran oposición de las diosas Diana, Venus y
Minerva de izquierda a derecha, de tal modo que Minerva sujeta el brazo Plutón que
gira el rostro y la mira enfurecido.
Las diosas aparecen con
gran sensualidad y siguiendo el canon de belleza de la época, reflejado siempre
por Rubens, que nos muestra a mujeres gruesas, de piel clara y cabellos rubios.
A la derecha aparece el
carro tirado por dos briosos corceles negros y dos amorcillos o Cupidos, uno
sostiene las riendas y el otro se dispone a azuzarlos con el látigo.
En la parte superior, el
paisaje es muy sencillo casi imperceptible y en la parte inferior de la
composición destaca el cesto con flores que se le habría caído a Proserpina al
ser sorprendida por el Dios de los Infiernos.
La figura de Plutón nos
muestra a un hombre corpulento y musculoso y curiosamente, como en otras obras
de Rubens, presentando una deformidad en Hallux Valgus de su pie.