lunes, 25 de agosto de 2025

SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

La Libertad Guiando al pueblo. Eugene Delacroix. 

La Libertad guiando al pueblo. Delacroix, Eugène. 1830. Óleo sobre lienzo. 260cm × 325cm. Museo del Louvre. París. (ver) (CC BY 3.0)


El lienzo fue adquirido inicialmente por el Estado francés y presentado en el Salón de París de 1831 con el título “Escenas de barricadas”. Sin embargo, las duras críticas obligaron a que en 1839 la obra regresara a manos de su autor. Años más tarde, en 1848, el director de los museos nacionales reclamó su recuperación, que se hizo efectiva en 1849. Desde 1863 pasó a formar parte de la colección del Museo de Luxemburgo y, tras la muerte del pintor, en 1874, ingresó definitivamente en el Museo del Louvre. En 2012 fue trasladada al Louvre-Lens, en la región de Paso de Calais.

El 7 de febrero de 2013 la pintura sufrió un acto vandálico: una joven escribió sobre su superficie la inscripción Architects & Engineers for 9/11 Truth (AE911). Afortunadamente, la agresión solo afectó de manera superficial a la capa pictórica y los especialistas lograron restaurarla sin dificultad.

Con el tiempo, la obra se convirtió en una de las imágenes más emblemáticas del Romanticismo francés, símbolo universal de la lucha por la libertad y de la República Francesa. Su fuerza icónica ha inspirado tanto a artistas como a publicistas en muy diferentes contextos.

La escena alude a los sucesos del 28 de julio de 1830, cuando la población de París se levantó contra Carlos X, monarca que había abolido las conquistas de 1789 y disuelto el parlamento. La insurrección forzó su huida y la abdicación, dando paso a la llamada Monarquía de Julio con Luis Felipe de Orleans, el “rey burgués”, en el trono.

En la pintura se funden jóvenes y adultos, obreros, burgueses, estudiantes y soldados, todos unidos bajo la figura alegórica de la Libertad, representada como una mujer que avanza con el fusil en la mano y el torso descubierto. Este detalle, considerado escandaloso por la crítica de la época, simboliza la franqueza y la ausencia de ataduras de quien encarna al pueblo y a la nación.

La composición responde a un esquema piramidal, con claras reminiscencias de La balsa de la Medusa de Géricault (ver), obra que probablemente influyó en el autor. En primer plano, a la derecha, aparecen el cuerpo de un guardia suizo y, junto a él, un coracero o soldado de caballería abatido, reforzando el dramatismo de la escena.

Detalle del guardia suizo y el coracero

En el primer plano, a la izquierda, se distingue el cuerpo semidesnudo de un hombre abatido, concebido como un modelo clásico (conocido como Héctor) que actúa como alegoría del héroe caído. La posición de sus piernas, levantadas en un gesto dramático, recuerda la disposición de las figuras muertas en La balsa de la Medusa. El pintor no rehúye el realismo, llegando a mostrar incluso la desnudez del pubis, un detalle que intensifica la crudeza y veracidad de la escena.

Detalle del muerto semidesnudo

En el centro, a los pies de la Libertad, una moribunda entrega su último aliento, sabiendo que su sacrificio ha valido la pena. El pañuelo rojo a la cintura, camisa blanca y chaqueta azul simbolizan la bandera francesa.

Detalle de la moribunda


El pueblo aparece representado por los personajes que acompañan a la Libertad, todos ellos en pie, como símbolo de los distintos sectores y clases sociales unidos en la lucha. No son figuras individuales, sino arquetipos que encarnan la idea de ciudadanía en su conjunto.

Entre ellos destaca el hombre del sombrero de copa, que viste pantalón de artesano y porta un rifle de caza. Su figura se interpreta como la representación de la burguesía, aunque algunos estudiosos han sugerido que podría tratarse de un autorretrato de Delacroix o de alguien cercano al pintor.

Detalle de la burguesía

Al lado del burgués, vemos a un hombre con una espada, sin saco y con una pistola atada a la cintura, representante de la clase trabajadora.

Detalle de la clase trabajadora

También los estudiantes siguen a los burgueses y trabajadores. Se mezclan en la muchedumbre. Entre ellos, se distingue a uno proveniente de la Escuela Politécnica, reconocible por el sombrero bonapartista.

Detalle de estudiante mezclado con la muchedumbre

Los niños de París están representados en dos personajes. El primero es el niño que acompaña a Libertad. Porta dos pistolas y una boina negra estudiantil. Sus labios entreabiertos sugieren que exhala un grito de lucha. Es el arquetipo de la rebeldía juvenil contra la injusticia. El segundo se ubica a la izquierda del lienzo. Lleva una gorra de infantería y se sujeta a los escombros.

Detalle del primer niño

Detalle del segundo niño


La agitación del combate se refleja en la densa polvareda que envuelve la escena, difuminando los contornos y dificultando la visión del grupo que avanza tras la Libertad. En el extremo derecho, entre la humareda, se adivina la silueta de la ciudad: las torres de Notre Dame y algunos perfiles arquitectónicos permiten reconocer París. Delacroix recurre a la arquitectura como recurso simbólico para situar la acción en un contexto urbano, sin buscar, sin embargo, una representación fiel de la capital.

Detalle de la ciudad


La Libertad aparece encarnada en una joven del pueblo, descalza y vestida con una túnica amarilla ceñida a la cintura. La prenda, rasgada durante el combate, deja al descubierto su pecho, detalle que en su momento causó escándalo. Delacroix añadió además un matiz de naturalismo al representarla con vello en la axila, un rasgo que rompía con el ideal clásico de la piel tersa y lampiña de las divinidades antiguas.

Su cabeza, de cabellos sueltos al viento, se cubre con el gorro frigio, emblema de los “sans-culottes, los militantes populares de la Revolución francesa. Este tocado, heredado de la Roma antigua donde distinguía a los esclavos manumitidos, fue adoptado más tarde por los revolucionarios del sur de Francia como símbolo de emancipación. Con el tiempo se convirtió en uno de los grandes emblemas de la República Francesa.

Se trata, en definitiva, de la Marianne, figura alegórica nacida tras la Revolución de 1789 como representación de la nación y de los valores republicanos. Delacroix la dota aquí de atributos guerreros: en la mano izquierda sostiene un fusil con bayoneta y en la derecha alza la bandera tricolor. La suya no es una diosa distante, sino una Marianne vigorosa, combativa y desafiante, que avanza entre los cuerpos caídos para conducir al pueblo hacia la victoria. Es la Libertad triunfante, erguida sobre la sangre y el sacrificio de quienes han luchado por ella.

Detalle de la Libertad

Se alza en el centro de la composición, dominando la escena, y deja ver uno de sus pies desnudos apoyado sobre los restos de la batalla, simbolizando la fortaleza de la pisada que avanza hacia la victoria de la revolución y hacia los ideales de la República: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”.

Destaca la morfología de su ante pie que corresponde claramente a un tipo de pie griego con el primer dedo más corto que el segundo, que en la mitología griega está asociado a las diosas y sus poderes.

 

Detalle del pie de la Libertad

Por Andrés Carranza Bencano