lunes, 5 de mayo de 2025

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie paralítico

Cristo en la curación del paralítico en la piscina. Bartolomé Esteban Murillo.

Cristo en la curación del paralítico en la piscina. Murillo, Bartolomé Esteban. 1667. Óleo sobre lienzo. 237 x 211 cm. Museo National Gallery. Londres. Sala E.

Este cuadro fue robado en 1810 por el mariscal francés Soult. Estuvo en París en 1812 antes de ser adquirido por el coronel Georgen Tomline y permanecer en colecciones privadas británicas hasta 1950.

Cristo en la curación del paralítico en la piscina. Iglesia de san Jorge. Hospital de la Caridad. Copia realizada en 2008 por el taller de Juan Luis Coto, a instancia de la Hermandad de la Caridad para recuperar el programa iconográfico del templo. 

El cuadro fue encomendado por Mañara para servir en la decoración de la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla. Murillo sería el autor de las seis alegorías de las obras de misericordia, completadas con la séptima que estaba realizada en escultura y situada en el retablo mayor, siendo esculpida por Pedro Roldán.

La curación del paralítico representa la obra de misericordia de visitar y atender a los enfermos. Recoge un pasaje del Evangelio de San Juan donde narra el momento en que durante la segunda estancia de Jesús en Jerusalén cura a un paralítico que no podía sumergirse en la piscina de Bezata.

“Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina, llamada en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos. En estos yacía una muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos, mancos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua …. Pues el primero que bajaba después de la agitación quedaba sano. Había allí un hombre que padecía una enfermedad desde hacía treinta y ocho años. Jesús, al verlo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dijo: ¿Quieres ser curado? le contestó: Señor, no tengo un hombre que me introduzca en la piscina cuando se mueve el agua; mientras voy, desciende otro antes que yo. Le dijo Jesús: Levántate, toma tu camilla y anda. Al instante aquel hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar” (Jn 5: 1-15).

Jesús está en el centro de la composición del cuadro, mientras que las figuras principales se sitúan a la izquierda, y dirige su brazo al paralítico.

Detalle de Jesús

San Pedro, san Juan y otro apóstol no identificado acompañan a Cristo y dirigen su atenta mirada hacia el enfermo al que su maestro cura. 

Detalle de los Apóstoles

Otros personajes dispuestos alrededor de la piscina completan la escena, apreciándose en primer plano un perro. 

Detalle de otros personajes

Detalle del perro


En el cielo nuboso que cierra el conjunto podemos observar una nube de fuego con un ángel rodeado de una aureola de luz dorada. Según el evangelio, ese ángel “descendía de tiempo en tiempo a la piscina; se agitaba el agua, y el primero que descendía después de agitarse el agua, era curado de cualquier enfermedad que tuviese” (ver).

Detalle del ángel

El paralitico aparece en el suelo, en una postura claramente escorzada, sin poder especificar la enfermedad paralitica que sufre.

Detalle del paralitico

Por Andrés Carranza Bencano

EL PIE Y LOS NAZARENOS DE SEVILLA

Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado. Capillita de san José

La imagen del Cristo de Medinaceli fue tallada en Sevilla como los Cristos de la “Sentencia” en la primera mitad del siglo XVII, con 1,73 metros de altura.

Representa los momentos acontecidos entre su apresamiento en el Monte de los Olivos y los hechos que transcurren durante todo el proceso judicial.

La imagen fue llevada por los capuchinos al norte del actual Marruecos, para la práctica religiosa de las tropas españolas, concretamente a la plaza fuerte de La Mamora o Mámora, (actualmente coincide con la ciudad de Mehdía), conquistada en 1614 por los españoles para luchar contra la piratería de los berberiscos, y rebautizada como San Miguel de Ultramar.

En abril de 1681 el rey Muley Ismail tomó la ciudad, y la imagen fue arrastrada por las calles y sometida a todo tipo de vejaciones, burlas y ultrajes por los sarracenos:” Lleváronlas al Rey, el qual diziéndoles palabras afrentosas y haziendo burlas dellas, les mandó ultrajar y echar a los Leones para que las despedaçassen como si fueran de carne humana. Al hermosísimo busto de Iesvs Nazareno le mandó el Rey arrastrar, y echar por un mvladar abaxo, haziendo burla y escnario del retrato hermoso…”

Por aquella época, los monjes trinitarios recaudaban dinero de nobles y aristócratas con el objeto de rescatar a personas del norte de África. Así ocurrió con Cervantes, y por eso sus restos se hayan en el Convento de las Trinitarias.

También intervinieron para el rescate del Cristo de Medinaceli, y dice la leyenda que el acuerdo con sus secuestradores fue el pago de su peso en monedas de oro, y al pesarlo se equilibró la balanza con 30 monedas (doblones de oro), el mismo número por el que Judas se vendió para entregar a Jesucristo. De ahí que el Cristo lleve la cruz de los trinitarios, roja y azul, como portaban agradecidos de por vida los cautivos liberados por los trinitarios.

El Cristo rescatado llegó a Madrid en el verano de 1682, habiendo pasado previamente por Tetuán, Ceuta, Gibraltar y Sevilla, para instalarse en el convento de los Padres Trinitarios de Madrid, ya desaparecido, junto al que se levantó una capilla donada por los Duques de Medinaceli, también desaparecida.

El decreto de Desamortización de Mendizábal de 1836 obligó a la imagen a trasladarse a la iglesia de San Sebastián de Madrid, donde permaneció diez años hasta que de nuevo la Duquesa de Medinaceli (en aquella época Doña Casilda Salabert y Arteaga) consiguió su regresó a la capilla de los Trinitarios.

En 1890 fue derribado el convento de los Capuchinos y sus patronos, los duques de Medinaceli, instalaron en 1895 en su nueva capilla la imagen del Cristo.

El 13 de marzo de 1936, la imagen fue salvada de un piquete de revolucionarios por los devotos y vecinos del convento y fue escondido por los Padres Trinitarios en los sótanos de la Basílica, pero fue descubierta y entregada a la Junta del Tesoro que la trasladó a Valencia, de allí a Barcelona y finalmente con todo el Tesoro Artístico a la ciudad suiza de Ginebra.

Fue de nuevo “rescatada” en 1939, y pasando por Pozuelo de Alarcón, fue trasladada a Madrid al Monasterio de la Encarnación y finalmente, el 14 de mayo, hasta el altar de su templo.

El templo actual nombrado basílica por el Papa Pablo VI en 1973 es moderno y destaca los mosaicos del presbiterio y las vidrieras que narran escenas de la vida de Cristo y pasajes de la historia del Cristo de Medinaceli, que así se conoce universalmente dado que los Duque de Medinaceli pagaron a sus expensas la edificación del templo para acoger a la imagen en Madrid. Los duques de Medinaceli están enterrados en el panteón que se encuentra a la izquierda del altar.

Capillita de san José

En el sotocoro se sitúa la imagen, muy venerada, de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado, obra de Agustín Sánchez-Cid Agüero, del siglo XX, copia de la imagen del Cristo de Medinaceli, venerada en la basílica de los Capuchinos de Madrid. El pelo es natural y detrás de la imagen se dispone una gran ráfaga plateada.

Retablo de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado

Nuestro Padre Jesús Cautivo y Rescatado

Detalle del rostro

Detalle del rostro

Detalle de las manos y la Cruz de los Trinitarios

Detalle de los pies

Por Andrés Carranza Bencano

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Crucificados menores. Capillita de san José. 

Delante del altar mayor se sitúa un crucifijo de gran belleza, de autor y fecha desconocida.

Crucifijo

Detalle del rostro

Detalle del paño de pureza

Detalle de los pies

Por Andrés Carranza Bencano