TRAUMATOLOGÍA
Herida por mordedura
La riña en la Venta Nueva. Francisco de Goya y Luciente.
Esta obra es un cartón para tapiz
que forma parte de una serie de diez cartones para tapices de temática
campestre, destinados al comedor de los príncipes de Asturias (el futuro
Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma) en el palacio de
El Pardo.
Junto a este cartón Goya entregó, el
12 de agosto de 1777, otros tres de la serie: “La maja y los esbozados”, “El
quitasol” y “El bebedor”. Debió de realizarlos entre el 3 de marzo, fecha
en que entregó el anterior cartón, “Baile a orillas del Manzanares”, y el
mencionado 12 de agosto. Parece tiempo más que suficiente para acometer cuatro
cartones y la razón de esta demora fue la enfermedad de Goya, conocida gracias
a su correspondencia con Martín Zapater.
Hacia 1856 o 1857 este cartón se
trasladó desde la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara al Palacio Real de
Madrid y en 1870 ingresó en el Museo del Prado.
La
escena parece situarse en las cercanías de Madrid, pues al fondo se aprecia la
sierra de Guadarrama, en la zona conocida en la actualidad como “Ventas”, y
entonces como “Ventas del Espíritu Santo”, donde paraban arrieros, caleseros,
comerciantes, camorristas y jugadores, como los representa aquí Goya.
La
venta, situada en una encrucijada de caminos, se define como “Venta Nueva” aunque sus
muros están agrietados y la cruz que la corona, ladeada, lo que con ironía
proporciona a la escena un sentido metafórico sobre la intemporalidad de la
violencia humana. Del ventanuco circular
situado en el hastial asoma un cartel que reza "venta nueva”.
La escena representa una pelea, ocasionada por una partida de naipes, entre
personajes que por sus atuendos revelan su procedencia de
diversas provincias de España, murcianos y valencianos entre otros, así como un
joven bien vestido, de clase social más elevada.
En un segundo plano a la derecha
vemos la mesa con los naipes, con los oros y los bastos bien visibles, indicando
el motivo de la contienda, mientras el ventero recoge el dinero y tras él ha
llegado un policía a caballo, con una pistola en la mano.
Detalle de la mesa con los naipes, el ventero y el
policía a caballo
La
disputa ocupa el primer plano y el centro de la imagen, en la que sus
protagonistas emplean todas las armas posibles, piedras, palos, cuchillos y una
pistola, así como las propias manos. Así, un grupo de
cinco hombres luchan en el centro. El personaje que está de espaldas, que pelea
a puñetazos, se identifica perfectamente con un murciano, por sus pantalones
cortos y sus sandalias.
Detalle del grupo de cinco hombres
Junto a este grupo, hay otras dos figuras peleando y una de ella muerde en
el brazo a su contrincante, produciendo una herida por mordedura.
Detalle de un hombre mordiendo a su contrario
Cierra el "escenario", a la
izquierda, un personaje, mejor vestido, que parece dispuesto a lanzar una
piedra.
Detalle
del hombre lanzando una piedra
Un perro en el centro mira al
espectador con expresión de asombro ante las acciones de sus amos.
Detalle
del perro
La escena costumbrista nos hace testigos de esta disputa provocada por el juego de cartas, que se puede interpretar como una lección de moralidad.
Por Andrés Carranza Bencano