lunes, 11 de diciembre de 2023

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

MILAGROS 

La resurrección de Lázaro. Juan de Flandes.

La Resurrección de Lázaro. Flandes, Juan de. 1509-1519. Óleo sobre Tabla de madera de pino. 110 x 84 cm. Museo del Prado. Sala 057.


Esta tabla y otras tres de Juan de Flandes pertenecen al retablo mayor de la Iglesia de San Lázaro de Palencia. Fue encargada y costeada por Don Sancho de Castilla, antiguo preceptor del príncipe don Juan, heredero de los Reyes Católicos.

El tema que trata esta pintura, hace referencia a uno de los siete milagros realizados por Jesús, el último y el más impresionante de todos ellos: la resurrección de Lázaro. Según se narra en el Evangelio de Juan (J 11: 38-44), cuando Jesús se dirigió a Betania para visitar a su amigo Lázaro, que estaba enfermo, se encontró con que llevaba muerto cuatro días y había sido ya sepultado. Una vez a la entrada de su tumba, Jesús mandó quitar la losa que la cubría, rogó a Dios y gritó a Lázaro para que se levantara. Este se levantó de su tumba aún cubierto por el sudario, siendo rescatado del mundo de los muertos.

La escena se ha representado en un patio en ruinas, tratado en perspectiva a la manera italiana, con una iglesia al fondo.

Jesús aparece de pie bendiciendo a Lázaro, que se levanta de la tumba, apoyando su mano en la tapa del sepulcro, con el aspecto físico propio todavía de un cadáver en las primeras fases de descomposición. Piel oscura, aparece pálido, escuálido y con la cabellera convertida en una pelusa desgreñada.

Detalle de Jesús

Detalle de Lázaro

Una de sus hermanas, Marta o María, de rodilla tiende los brazos hacia él, parece querer ayudarle, no sin que la repulsión provocada por el aspecto (y seguramente el olor) del cuerpo a punto de pudrirse la hagan dudar. Es presentada con vestimentas propias del tiempo de los Reyes Católicos.

Detalle de la hermana de Lázaro

A la par que horror, esta escena produce una enorme fascinación debido al realismo con que está tratada. El pintor debió conocer cuál era el aspecto de un cadáver gracias a las numerosas ejecuciones que se realizaban en público en la época, permaneciendo a veces el cuerpo expuesto durante semanas enteras para aleccionar a la población. 

EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

MILAGROS 

Jesús y la mujer cananea. Juan de Flandes.


Jesús y la mujer Cananea. Flandes, Juan de. Hacia 1496. Óleo sobre tabla. 21 x 15,5 cm. Palacio Real de Madrid. (ver)


La pintura se cree que fue encargada por la reina Isabel la Católica para la capilla de su palacio en Toledo. La obra fue realizada en la década de 1490 y es una de las primeras obras de arte renacentista en España.

Uno de los aspectos menos conocidos de esta pintura es que Juan de Flandes era un artista flamenco que trabajó en España durante gran parte de su carrera. Su estilo artístico es una mezcla de influencias flamencas e italianas, lo que lo convierte en un artista único y original.

La pintura representa el pasaje del encuentro con la mujer cananea (Mt 15, 21-28). Ella no conoce a Jesús, pero tiene una hija enferma de epilepsia y no duda en salir a su encuentro. Él no conoce a la cananea, ni ha visto a su hija, pero acoge su tribulación.

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

LAMENTACIÓN SOBRE CRISTO MUERTO 

Lamentación sobre Cristo muerto. Giotto.

La fuente literaria de la escena de este cuadro es el Evangelio según san Juan (19:38-42): “En el lugar donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual todavía no habían sepultado a nadie. Por tanto, a causa del día de la Preparación de la pascua de los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús". 

La pintura representa el momento en que el cuerpo de Cristo es bajado de la cruz y es llorado y lamentado por la Virgen María, San Juan Evangelista y otras figuras piadosas. Es una escena emotiva que simboliza el sufrimiento de Cristo y la aflicción de quienes lo amaban.

Se presentan juntos los rostros de Cristo muerto y su madre que mira intensamente el cadáver de su hijo, que sostiene entre sus brazos.

Detalle  de la Virgen y el cadáver de Jesús

María Magdalena está sentada en el suelo y coge con afecto los pies del muerto. 

Detalle de María Magdalena con los pies de Jesús

San Juan aparece con los brazos abiertos dirigidos hacia atrás.

Detalle de San Juan

Las demás figuras expresan su dolor de diversas formas. 

Detalle de diversos personajes

Los ángeles que aparecen en el cielo sobrevolando la escena trágica muestran diversas manifestaciones de dolor, tales como llorar, cubrirse el rostro con las telas de sus túnicas, apretarse las mejillas.

Detalle de los ángeles

Expresión de lamento angelical

A las figuras entristecidas las rodea un paisaje árido, con una montaña rocosa que forma una diagonal hasta un árbol seco en lo alto, que subraya la desolación por la muerte de Cristo.

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

LAMENTACIÓN SOBRE CRISTO MUERTO 

Lamentación sobre Cristo muerto. Andrea Mantegna.



Probablemente el cuadro estaba destinado a la capilla funeraria del mismo Mantegna. Fue encontrado por sus hijos en su estudio y vendido para pagar sus deudas.

Estamos ante uno de los escorzos más violentos y sorprendentes de la historia de la Pintura (por lo novedoso y técnicamente complicado que era algo así en su época). Cuando decimos “escorzo”, hablamos de un recurso de perspectiva que se utiliza cuando una figura o una parte de ella, en caso de haber una tercera dimensión, se encuentra en forma perpendicular a la superficie pintada. Pero el artista no utiliza el recurso sólo para demostrar esa capacidad, sino que lo utiliza con el sentido de dar crudeza, realismo (Mantegna busca efectismo con ese escorzo dramático, y logra una escena perturbadora, escandalosa.

Algunos estudios destacan que la perspectiva de escorzo da la sensación de que el cuello y la cabeza estén separados del resto del cuerpo, y lo relacionan con la cristología diofistia, la ortodoxa, según la cual en este momento Jesús está muerto como hombre, pero vivo en cuanto Dios.

En un fuerte contraste de luces y sombras, la escena transmite un profundo sufrimiento y desolación. La tragedia se potencia dramatizando la figura de Cristo por su violenta perspectiva y la distorsión de sus detalles anatómicos. Un brutal realismo en la forma del tórax.

Las manos y los pies aparecen representados con los estigmas provocados por la pasión, haciendo ver un terrible dolor.

La sábana que cubre parcialmente el cadáver, pintada en los mismos tonos que el cuerpo, contribuye al efecto sobrecogedor del conjunto que concluye en los rasgos de la cabeza, inclinada e inmóvil.

El lienzo resalta las formas y es parte de la técnica del Mantegna, de quien se ha dicho que "esculpe" las figuras.

Tal vez sólo se dio permiso de mostrar cierta frondosidad en los muchos pliegues de la sábana, de una riqueza cromática y de claroscuro sin igual, que moldea las piernas del difunto y sus genitales; pareciera como si esta sábana lo arropase con amor y ternura, como si fuese un ser vivo que entendiese la muerte trascendental que ha sucedido o bien, muestra que su cuerpo muerto fue tratado con ese mismo amor y ternura por quien lo limpió y lo va a amortajar más tarde.

Sorprende la elección de colocar en el centro la zona genital, aunque cubierta, lo cual ha llevado a numerosas conjeturas

Cristo ha sido depositado sobre la piedra de la unción, cubierta a medias por el sudario. La presencia de los vasos de perfume, demuestra que ya se ha realizado esta tarea y a las mujeres y a san Juan solamente les queda llorar la muerte del Maestro.

Andrea Mantegna representa de este modo los lamentos sufridos por el fallecimiento de Jesús, conmoviendo al espectador y adentrándolo en una escena de alta espiritualidad.

La perspectiva y la situación de los personajes, invita a sentirte un protagonista más dentro de la obra.

Está rodeado por la Virgen María, San Juan Evangelista y por una tercera figura, identificable con una mujer piadosa o con María Magdalena, que lloran su muerte.

La desproporción de sus rostros, excesivamente grandes, con lo pequeño de sus manos en primer plano y lo descompensado de su integración en la composición hacen pensar en que son un añadido posterior de otro artista.

La pintura, comparada con las concepciones artísticas propias de la Edad Media, muestra una innovación propia del Renacimiento al representar una figura humana sin simbolismos.

Mantegna se concentró en un modo muy específico en retratar el trauma físico más que el emotivo, contrario, por tanto, al ideal espiritual.

Salvo el cuerpo y su escorzo, todo lo demás es accesorio: las tres Marías que lloran ante el cadáver, la almohada en que se apoya su cabeza con sus luces reflejadas, el recipiente de ungüento al lado izquierdo, hasta la aureola se ha difuminado, como un símbolo de que la vida se ha ido.

El cuerpo de Jesús está solo, únicamente lo acompaña la sábana y la muerte. 

Estaríamos en lo cierto si hablamos de esta obra como una de las más importantes de Andrea Mantegna, que ha marcado un antes y un después en cuanto a la perspectiva artística.

Jamás en la historia del arte se había visto una figura humana desde este punto de vista. Mantegna sorprendió y escandalizó a todos con este impresionante alarde de dominio de la perspectiva y la proyección geométrica.

La muerte se abalanza sobre los espectadores, que pueden contemplar simultáneamente las llagas de los pies, el vientre hundido, las llagas de las manos y la patética faz de Jesús, con los labios entreabiertos y la piel amoratada.

El gran protagonista de este cuadro son los pies que se contemplan en primer plano. El artista los utiliza en el sentido de dar realismo y gran crudeza a la escena con ese color macilento y destrozados por los clavos.  Mantegna busca efectismo con ese escorzo dramático, y logra una escena perturbadora, escandalosa. El espectador pasa a formar parte de esa pequeña habitación donde yace el cadáver. 

Detalle de los pies

EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

ENTIERRO

Santo Entierro. El Greco.

Santo Entierro o El entierro de Cristo es un tema atribuido a la etapa veneciana del Greco.

La escena se presenta al aire libre, pero delate de la gran gruta que hará de tumba, y con un fondo de nueves y cielo azul. La s figuras se recortan sobre la oscuridad del fondo y las rocas, y sitúa a un personaje de espaldas como recurso para introducir al espectador en la escena.

El Greco capta el momento en que el cuerpo de Cristo llevado por José de Arimatea y Nicodemo es introducido en el sepulcro ante la presencia de San Juan, de rojo y a la derecha, y la Virgen María, con las santas mujeres.


Detalle de san Juan

El Greco logra transmitir los sentimientos de tristeza y desolación de las tres Marías

El dramatismo de la obra culmina en el desmayo de la Virgen María.



Detalle de la Virgen con Las Marías

Se aprecia la influencia de Miguel Ángel en la figura de Cristo, en estado de flacidez cadavérica con el brazo izquierdo caído verticalmente.

Detalle de Jesús

En primer plano la imagen de los atributos de la Pasión.  


Detalle de atributos de la Pasión (corona de espina y clavos)