lunes, 8 de agosto de 2022

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Alteraciones de los dedos

Desnudo bajo un pino. Picasso

Desnudo bajo un pino. Picasso. Óleo sobre lienzo. 185 x 244 cm. ArtInstitute of Chicago

Los círculos de sus más íntimos de amigos refieren cómo el artista sentía la necesidad de enfrentarse en su estudio durante horas en un labor intensa y espontánea que al término de la jornada debía producir uno o dos óleos y decenas de dibujos.

La ejecución rápida y espontánea de este cuadro, probablemente realizado en el curso de una sola jornada de trabajo, es un buen exponente de la voracidad de Picasso.

Destaca el pie en primer plano como queriendo llamar la atención de que solo tiene cuatro dedos. 

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Niños comiendo melón y uva. Bartolomé Esteban Murillo.

Niños comiendo melón y uva. Bartolomé Esteban Murillo. 1605. óleo sobrelienzo. 145,6x103,6 cm. Alte Pinakothek- Múnich.

En el siglo XVII Sevilla era la ciudad más cosmopolita de toda la monarquía hispánica, la más importante desde un punto de vista económico y comercial, pues en ella se centraba todo el tráfico marítimo y el comercio con las Indias, que se controlaba en la Casa de Contratación. Por ello, confluían en la ciudad personajes extranjeros, banqueros, hombres de negocio, pero también gente humilde en busca de oportunidades, que se encontró sumida en una extrema pobreza por el retroceso de la economía, la peste de 1649, que diezmó enormemente a la población, y la consiguiente falta de víveres. Todo ello contribuyó a la miseria y a la práctica del pillaje, con niños pobres y abandonados por la familia que pululaban por Sevilla y que se ganaban la vida mendigando o robado.

Pero además era la ciudad más importante desde el punto de vista cultural, en el llamado “Siglo de Oro” de las artes, y Murillo pudo conocer a muchos de los escritores y artistas más sobresalientes de su época, así como la novela picaresca que le inspiraría la pintura de género que realizó con realismo y gran naturalismo.

Esta pintura de género o costumbrista nace de la observación de esta sociedad y el pintor representa la vida de mendicidad y pobreza de Sevilla en escenas picarescas de niños mendigos, pero en un tono amable. Sus cuadros no son dramáticos ni tristes, sino que captan momentos felices con una gran carga de humanidad.

Este tipo de pintura de Murillo se encuentra, casi toda, fuera de España, en museos europeos, posiblemente porque fueran encargos de comerciante flamencos con destino al mercado nórdico, como es el caso de Nicolas Omazur importante coleccionista y cliente de Murillo. Concretamente, el cuadro que nos ocupa, “Niños comiendo melón y uvas”, fue adquirido en 1698 por Maximiliano II Manuel de Baviera en Amberes antes de terminar, en 1836, en la pinacoteca de Múnich.

La pintura presenta como protagonista a dos niños, con aspecto de “pícaros” o “golfillos”, sentados en primer plano, completamente indiferentes a la mirada del espectador, pero que cruzan una mirada cómplice, mientras comen un melón que acaban de abrir con una navaja y las uvas de una cesta de mimbre, dando sensación de que la acaban de robar.

El de la izquierda está sentado en el suelo, junto a una cesta llena de uvas, con su mano izquierda sostiene una calada de melón, y en la mano derecha lleva el racimo de uva, del que come directamente. 

El de la derecha está sentado más alto, sobre una madera o taburete, en una posición superior a la de su compañero, al que mira atentamente. Tiene la mejilla hinchada por la gran cantidad de melón que se ha introducido en la boca, en la mano izquierda tiene la tajada de melón de la que esta comiendo y en la mano derecha el cuchillo para cortar el melón que apoya entre sus piernas.

Murillo, en su espíritu crítico, presenta la cruda realidad de la infancia de una Sevilla en crisis, con unos niños que, a pesar de su pobreza, parecen gozosos y felices en un ambiente alegre, con una gran dignidad que inspira ternura, al verlos disfrutar de esa comida. Para el pintor sevillano el niño callejero no solo es un mendigo y ladrón sino un personaje de gran inteligencia natural, capaz de sobrevivir sin el apoyo de un adulto.

Desde el punto de vista artístico, la diagonal barroca, como eje compositivo, es doble. Una línea va de las uvas al melón y la otra une las miradas cómplices de los picaros.

El juego de luces y sombras lleva al espectador hacia los niños que se iluminan desde la izquierda del cuadro, destacando la luminosidad del blanco de la vestimenta del niño de la izquierda y la carne de la rodaja del melón. Las ruinas del fondo están en oscuridad como si el fondo fuera neutro. 



Los niños se presentan sucios y vestidos pobremente con andrajosos harapos rotos. Los pies adquieren gran protagonismo al presentarse en primer plano, destacando estar descalzos, sucios y polvorientos, como máxima expresión de la pobreza al tener que caminar descalzos por no tener, ni siquiera unos zapatos para caminar.

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie paralítico

San Pedro curando a los enfermos con su sombra. Mosaccio

 San Pedro curando a los enfermos con su sombra. Mosaccio.1425-1428. Fresco. 230 × 162 cm. Santa María del Carmine, Florencia.

Felice Brancacci, llevaría a cabo el propósito de la decoración de una capilla que estaría bajo el patronazgo de la familia. El tema elegido serían diferentes episodios de la vida de San Pedro, con el objetivo de realzar el importante papel que desempeñaban, tanto el Papa como la Iglesia, en la sociedad de la época.

En un principio la decoración de la capilla fue encargada a Tommaso di Cristoforo Fini, Masolino, pero, requerido para trabajar en Hungría, abandonó el proyecto en favor de su amigo Mosaccio, cuyo verdadero nombre era Tommaso di ser Giovanni de Mone Cassai, y el apodo de Masaccio se debe a su aspecto desaseado y tosco, ya que este término vendría a significar algo así como rudeza.

Mosaccio es considerado uno de los máximos representantes del primer Renacimiento florentino. Fue el primero en introducir la perspectiva en sus composiciones. La proporción de los volúmenes y sus figuras, aunque austeras y recias en cuanto expresividad, están dotadas de un enfoque psicológico no conocido anteriormente. El idealismo gótico queda atrás para dar paso al humanismo renacentista.

Este fresco,  situado en la pared frontal del compartimento del lateral izquierdo de la capilla Brancacci, retrata una escena de la vida de San Pedro, sacada de los Hechos de los Apóstoles (V, 12–14), según el cual San Pedro curaba a los lisiados y tullidos con su sombra: “Se agregaban al Señor cada día más creyentes, muchedumbres de hombres y mujeres, hasta el punto de sacar a las calles los enfermos y ponerlos en lechos y camillas, para que, llegando Pedro, siquiera su sombra los cubriese; y la muchedumbre concurría de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados por los espíritus impuros, y todos eran curados (Hechos, 5; 14-16)”.

Aunque el relato es de origen bíblico, la escena se desarrolla en una calle florentina, ubicada según los especialistas en la zona de San Felice in Piazza, debido a las balconadas típicas de los edificios medievales y la iglesia y el campanile que encontramos al fondo. Sin embargo, el paramento almohadillado del palacio del primer plano recuerda al Palazzo Pitti realizado por Brunelleschi.

En el cuadro se puede identificar a personas que conocía Masaccio, así, el tipo del turbante rojo, ha sido reconocido como Masolino, san Juan podría ser su hermano Giovanni; el hombre de barbas podía ser Donatello.

San Pedro, seguido por san Juan, camina por la calle, con indiferencia, bien por humildad o consiente de su capacidad milagrosa. Tiene los pies levantados y el izquierdo está en fase de separación del suelo, dando la sensación de movimiento. Al pasar, su sombra va curando a los enfermos, dos de ellos ya están sanos y se representan de pie con expresión de agradecimiento (uno tenía un palo, el otro el tobillo vendado), otro se está levantando y un cuarto, todavía está sentado en el suelo, se muestra en la parte inferior del fresco, junto a San Pedro, con la mirada fija en el santo esperando la deseada curación. 

 


Las extremas delgadeces de sus piernas hacen pensar en la poliomielitis. Antiguamente la alternativa de vida que se les presentaba a los poliomielíticos, al igual que al resto de minusválidos, era el vivir de la caridad. En este sentido el fresco es un documento que no sólo nos ofrece una imagen de la realidad de la época, sino también los diferentes artilugios mecánicos que utilizaban estas personas para sus desplazamientos, como los trípodes que sujeta el enfermo y que constituye un elemento de la ortopedia popular de aquel momento. 

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie Talo

La muerte de Lucrecia. Lucas Cranach, el Viejo

La muerte de Lucrecia. Lucas Cranach el Viejo. 1524. Óleo sobre tela. 74x56 cm. (Aite Pinakothek, Munich). 

Lucrecia, es un personaje perteneciente a la Antigua Roma, hija del ilustre romano Espurio Lucrecio Tricipitino y esposa de Colantino. 

Según la narración de Tito Livio, aceptada por los historiadores posteriores, era una mujer muy hermosa que impresionó a Sexto Tarquinio, hijo del rey Lucio Tarquinio el Soberbio (534-510 a.C.).

Sexto Tarquinio, aprovechando la ausencia de su marido, en la oscuridad de la noche, se introdujo en la habitación de Lucrecia y la violó, sin que ella se resintiera al creer que era su marido. Lucrecia se despertó sobresaltada y reconoció a Sexto, que para evitar que se defendiera, le dijo "¡Silencio, Lucrecia; ¡Sexto Tarquino soy, si lanzas un grito, si profieres una palabra, te mato!"  "Yo te amo y sé que eres fiel, y que te resistirás, prefiriendo morir antes de rendirte. No es la muerte la mayor amenaza para ti, sino la deshonra pública. Si no accedes a mi pasión y me veo obligado a matarte, mataré al más joven y bello de tus esclavos, pondré su desnudo cadáver entre tus brazos y proclamaré que, habiéndote sorprendido en adulterio, he castigado a ambos con la muerte, vengando así el honor de Colatino, mi deudo y amigo. En vano Lucrecia rogó, imploró, se revolvió desesperada, Sexto Tarquino le hizo comprender con evidencia que resistirse era morir y quedar para siempre deshonrada en la memoria de Roma y de su esposo”.

Al día siguiente Lucrecia llamó a su padre y a su esposo, y les refirió el ultraje recibido. Les pidió venganza contra Sexto Tarquino y se hundió un puñal en el pecho después de pronunciar la frase: “¡Ninguna mujer quedará autorizada con el ejemplo de Lucrecia para sobrevivir a su deshonor!”.

La violación y suicidio de Lucrecia han sido objeto de representaciones en las pinturas de Lucas Cranach el Viejo, Tiziano, Rembrandt, Durero, Rafael o Boticelli, para denunciar el delito de seducción y mostrar el desnudo femenino bajo un argumento histórico.

Concretamente, Lucas Cranach el Viejo pinta el desnudo en innumerables ocasiones, en este caso la muestra en posición frontal, a punto de clavarse la daga en el pecho. Cranach la pinta como una Venus o una Diana con un cuerpo desnudo de formas delicadas, forzando la postura para destacar la decidida decisión de la mujer de suicidarse por la violación sufrida. 

En su posición destaca el entrecruzamiento de sus piernas mostrando la deformidad del pie derecho con el talón en talo.  

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie Talo

Venus de pie en un paisaje. Lucas Cranach, el Viejo

Venus de pie en un paisaje. LucasCranach el Viejo. 1529. Óleo sobre madera. 38x25 cm. Museo del Louvre. Paris

Cranach uso el mismo prototipo de belleza en muchas ocasiones, se trata de un cuerpo de aspecto adolescente, con rostro aniñado, cuerpo flexible, pequeños senos y cuello largo.

En este caso, el pintor lo destaca con un lujoso collar y un sombrero a la moda de la época. Sus ojos rasgados y maliciosos con la picara mirada dirigida al espectador resalta su evidente desnudez y presenta un gesto despreocupado de ocultación con unas gasas transparentes.

Al observar la obra se puede comprobar que todo el protagonismo reside en el cuerpo de la mujer, ya que su tono de blanco marfil es realzado enormemente por el fondo verde de la vegetación, trasmitiendo la concepción germánica de la naturaleza, alejado del paisajismo de la Grecia clásica, en un sofisticado manierismo.  


Como en otras de sus representaciones destaca la posición retrasada y lateral del pie derecho mostrado la deformidad de pie cavo posterior con calcáneo vertical.


 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie Talo

Eva. Lucas Cranach, el Viejo



A lo largo de su vida, Cranach pintó muchas versiones del mismo tema, siendo el desnudo primigenio uno de los encargos favoritos de sus clientes por su inusitada y aparente castidad.

La mujer se muestra más atrevidamente que su pareja, sonriéndole impúdicamente sosteniendo la manzana del pecado que la serpiente le acaba de ofrecer para tentarla. La desnudez, de notable precisión anatómica, ahora se exhibe con facilidad

Los dos progenitores están representados en tablas separadas, sobre un fondo oscuro con apenas visible el suelo sobre el que descansan sus pies. Ambos sostienen ramitas que cubren sus partes privadas. Eva sostiene la fruta prohibida (una manzana) en su mano derecha alzada, que acaba de morder y se la ofrece a Adan.  Adam, tiene una posición suelta y relajada, como si descansara en el borde de la pintura con su codo derecho levantado, rascándose la coronilla, en situación de duda.

Sobre la cabeza de Eva, la serpiente con orejas, de los bestiarios medievales, colgando de una rama del árbol de la vida. 

Lucas Cranach el Viejo la pinta con las piernas entrecruzadas mostrando la deformidad del pie derecho con el talón en talo.  


 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Hallux Varus

Adan y Eva. Lucas Cranach el viejo

Adan y Eva. Lucas Cranach el viejo. 1520/1525. Óleo sobre tabla.86,9x58,8 cm. Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim. Ciudad de México

Tabla inspirada en el grabado de Alberto Durero de 1504 “El Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal”, que anuncia el futuro de la humanidad.

El pintor señala que la fruta todavía no ha sido mordida, no está a la vista de Adan, pues Eva esconde el fruto prohibido mientras entrega otro a Adan. Enroscada en la rama del árbol y mirando a Eva se presenta la serpiente con oreja que es el símbolo de la adversidad, en los “bestiarios medievales”, pues el Maligno lo escucha todo.

Cranach pinta mujeres desnudas, con la zona del sexo a veces cubierta con un lienzo transparente, con torsos delgados, cabezas redondas, hombros caídos, senos incipientes, vientre discretamente prominente, piernas largas y delgadas y curiosamente con deformidad en los pies en forma de Hallux Varus.

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Los picapedreros. Gustave Coubert

Los picapedreros. Gustave Coubert. 1849.Óleo sobre lienzo. 165x257 cm. Gemäldegalerie de Dresde. Destruido en 1945durante los bombardeos de Dresde

Esta obra fue destruida durante los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial en febrero de 1945, durante su traslado, junto a otras 154 pinturas, al castillo de Königstein, cerca de Dresde, por lo que hoy solo la conocemos por reproducciones fotográficas.

 El motivo de la pintura se la explica el autor, por carta, su amigo Wey: ““Me dirigía al castillo de Saint-Denis para pintar un paisaje, me paré cerca de Maisières para observar a dos hombres que partían piedras en la carretera. Es difícil imaginar una indigencia más completa y más manifiesta…, así es como me vino la idea al espíritu de hacer de ello un cuadro…”.

Por ello, esta obra representa el inicio de la temática socialista en la pintura de Coubert, en el contexto del desarrollo industrial del siglo XIX, que supuso un cambio profundo en la sociedad, con el desplazamiento de masas obreras a los grandes centros y el desarrollo del movimiento contra la explotación en la búsqueda de unos derechos inexistentes. En este sentido, Coubert eligió representa a dos picapedreros, para constatar los abusos cometidos contra la clase más bajas de la sociedad francesa de mediados del siglo XIX, permitiendo su trabajo en condiciones extremas.

El óleo representa a dos picapedreros, cuyas imágenes se recortan sobre la oscura loma que hay tras ellos, y solo en el ángulo superior derecho se ve un pequeño trozo de cielo azul. Se trata de un paisaje árido y duro que incluye los objetos cotidianos y sus útiles de trabajo, junto a sus alimentos, expresados en una olla, que se ve cerca de ellos, que no presenta el aspecto de contener ningún majar exquisito.

La profundidad no se consigue solo con el juego de luces y sombras sino también por el escorzo que adoptan las figuras. La luz procedente de la parte frontal ilumina dos figuras de espalda, en un primer plano, como protagonistas de la obra.

Una es un hombre mayor mientras que el otro es un joven muchacho, con lo que nos muestra la enseñanza de la ausencia de progresión profesional dentro de la pobreza, pues posiblemente llegará a la edad de su compañero desempeñando el mismo trabajo.

 El viejo esta de rodillas, encorvado por el trabajo, con el pico levantado sujeto con las dos manos, la cabeza protegida por un sombrero de paja, el muchacho está de pie cargando con una piedra en una postura forzada que da la sensación de la pesadez de la misma.

Las figuras ocultan sus rostros, concentrándose en su labor, se muestran como seres totalmente anodinos que no expresan nada, ni una idea o emoción alguna, solo la fuerza necesaria para realizar este tipo de trabajo.

El viejo muestra una ropa desgastada, sus pantalones son de tela burda con remiendos y la camisa y chaquetilla muestran su deterioro con roturas que muestran la piel curtida por el trabajo. Su calzado son unos zuecos pobres con los calcetines rotos por los talones.  El joven viste con una camisa sucia y desgarrada que deja al descubierto los costados y los brazos, un tirante de cuero sujeta lo que le queda de unos viejos pantalones y los zapatos están llenos de barro y se entreabren por sus roturas.

Los zapatos viejos y desgastados y los calcetines rotos por los talones pueden pasar desapercibido al espectador, pero son la expresión máxima de la pobreza.

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Tres Mendigos. Giacomo Ceruti. 

Tres Mendigos. Giacomo Ceruti. 1737. Óleo sobre lienzo. 130 x 95,5 cm.Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. En depósito en el Museum Nacional d´Art deCatalunya

A lo largo de la historia, la sociedad ha mostrado su incapacidad para erradicar la pobreza y conseguir una vida digna para todos sus miembros.

Giacomo Ceruti, pintor italiano que se dedicó especialmente a representar, con gran realismo y al mismo tiempo con gran dignidad, a las clases más desfavorecidas como mendigos, pordioseros, campesinos, enanos, vagabundos y los oficios más humildes como lavanderas o cargadores. Por ello, en su época, le dieron el apelativo de “Il Pitocchetto”, el pequeño pordiosero.

Esta obra, tiene el carácter de una pintura de protesta mostrando una realidad social con pretensiones de ofrecer una lección moral constructiva.

En ella, se presenta a tres mendigos de edad avanzada, vestidos con ropa vieja y harapos, y colocados alrededor de una mesa. Uno de ellos, de aspecto cansado, con una larga barba canosa, se muestra sentado con el brazo derecho apoyado sobre la mesa, reteniendo un bastón con la mano izquierda y presenta la pierna derecha vendada. El segundo hombre se apoya igualmente en un bastón y presenta la cara semioculta. Entre ellos, una mujer anciana con la cara muy arrugada y medio oculta debajo de un velo de tonos claros, los observa desde atrás, con la cabeza inclinada.

Las figuras son monumentales, con las miradas ausentes y sensación de tristeza en una habitación vacía, ocupada solo por la mesa, la silla y la pared.

La luz incide oblicuamente sobre los mendigos desde el extremo superior izquierdo del cuadro, sobre un fondo neutro y plano, sin paisaje ni arquitectura en la lejanía, lo que determina que las figuras ocupen la totalidad de la composición, destacando la vejez y la pobreza en grado sumo, pero con gran respeto y dignidad.

La vejez se manifiesta en el rostro y en la necesidad de usar bastón para caminar.

La pobreza destacando sus haraposas vestimentas y el grave deterioro de su calzado cansado de un duro y largo caminar.