SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
Adoración de los Pastores. Murillo
Fue adquirido por el rey Carlos III en 1764 al
comerciante irlandés Florencio Kelly en un momento de pleno auge de Murillo en
España y Europa. En 1813 figura en el museo Napoleón de Paris y en 1819 es
adquirido por el Prado.
No es la única obra realizada por Murillo
sobre esta temática pues ha y otra realizada dieciocho años más tarde y que se
encuentra en el museo de Bellas Artes de Sevilla.
Adoración de los pastores. Murillo, Bartolomé Esteban. 1668-1669. Óleo
sobre lienzo. 290 x 191,50. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V
Presenta una gran influencia de otros artistas
de sus tiempos como Ribera, Zurbarán o Velázquez.
Murillo nos presenta un espacio en
semipenumbra donde la arquitectura y el paisaje apenas tienen importancia pues
representa el Nacimiento de Cristo en un pesebre (pobreza y renuncia a los
bienes materiales) junto a su madre con la tradicional ropa roja (coparticipe
de la Pasión de su hijo) y manto azul (la esperanza en el cielo) y su padre
representado por un anciano (los Evangelios Apócrifos lo relacionan con un
hombre mayor, viudo con varios hijos, circunstancia
de la que no se tiene constancia pero con lo que se quiere insistir en
la virginidad de María) rodeado por
unos pastores pobremente vestidos.
De los animales, el gallo es el símbolo del
animal que canta a la salida de un Dios (en este caso el Dios Helios que es representado
por Cristo), el cordero es el símbolo eucarístico de la razón de ser de este
Nacimiento, alude al sacrificio y a la metáfora de Cristo como Cordero de Dios
y pudo inspirarse en los populares y numerosos “Agnus Dei” de Zurbarán.
Respecto a la mula y el buey, es una tradición
que se remonta a los inicios del “Belenismo” en el año 1223, cuando San
Francisco de Asís creo la representación del nacimiento de Cristo. La mula
representa el animal más humilde de la creación y el buey sigue la tradición
que surge en los relatos apócrifos de la infancia de Jesús, mantiene la misión
de mantener caliente con su aliento la cuna del niño Jesús, y ambos representan
la unidad del Antiguo y Nuevo Testamento, en el cumplimiento de la profecía en Cristo,
porque son una alusión a una frase del profeta Isaías: “El buey conoce a su
señor y el asno el pesebre de su dueño”
Se trata de una
pintura muy íntima, donde destaca el rayo de luz que ilumina a la Virgen y al
Niño recién nacido, convirtiéndolo
de esta manera en protagonista y parte esencial de la escena, dejando en
segundo plano y en penumbra a San José. El cordero de la derecha recibe luz
propia como símbolo del “Agnus Dei”.
Predomina la naturalidad de los personajes que
componen la escena, todo un repertorio de lo cotidiano. La mujer que sostiene
la cesta de huevo es una clara afirmación de la influencia de Velázquez, el
personaje de la derecha que sostiene el cordero tiene trazos manieristas que en
algunos aspectos recuerdan a Caravaggio.
Detalle de los pies del pastor arrodillado
En un primer plano destaca la figura del
pastor arrodillado, descalzo y con las plantas de los pies polvorientas y
arrugadas de caminar por largos caminos. El pie como máxima expresión de la
pobreza al no tener ni siquiera unos zapatos para caminar, que contrasta con la
alegría de compartir su mayor riqueza que es el amor hacia el recién nacido.
Como curiosidad, esta obra ilustró los décimos
de la lotería Nacional de 2017 con motivo del IV Centenario del nacimiento de
Murillo.