jueves, 22 de diciembre de 2022

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Adoración de los Pastores. Murillo


Adoración de los pastores. Murillo, Bartolomé Esteba. 1650. Óleo sobre lienzo. 187 x 228 cm. Museo Nacional del Prado. Sala 017

Fue adquirido por el rey Carlos III en 1764 al comerciante irlandés Florencio Kelly en un momento de pleno auge de Murillo en España y Europa. En 1813 figura en el museo Napoleón de Paris y en 1819 es adquirido por el Prado.

No es la única obra realizada por Murillo sobre esta temática pues ha y otra realizada dieciocho años más tarde y que se encuentra en el museo de Bellas Artes de Sevilla.

Adoración de los pastores. Murillo, Bartolomé Esteban. 1668-1669. Óleo sobre lienzo. 290 x 191,50. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V

Presenta una gran influencia de otros artistas de sus tiempos como Ribera, Zurbarán o Velázquez.

Murillo nos presenta un espacio en semipenumbra donde la arquitectura y el paisaje apenas tienen importancia pues representa el Nacimiento de Cristo en un pesebre (pobreza y renuncia a los bienes materiales) junto a su madre con la tradicional ropa roja (coparticipe de la Pasión de su hijo) y manto azul (la esperanza en el cielo) y su padre representado por un anciano (los Evangelios Apócrifos lo relacionan con un hombre mayor, viudo con varios hijos, circunstancia de la que no se tiene constancia pero con lo que se quiere  insistir en la virginidad de María) rodeado por unos pastores pobremente vestidos.

De los animales, el gallo es el símbolo del animal que canta a la salida de un Dios (en este caso el Dios Helios que es representado por Cristo), el cordero es el símbolo eucarístico de la razón de ser de este Nacimiento, alude al sacrificio y a la metáfora de Cristo como Cordero de Dios y pudo inspirarse en los populares y numerosos “Agnus Dei” de Zurbarán.

Respecto a la mula y el buey, es una tradición que se remonta a los inicios del “Belenismo” en el año 1223, cuando San Francisco de Asís creo la representación del nacimiento de Cristo. La mula representa el animal más humilde de la creación y el buey sigue la tradición que surge en los relatos apócrifos de la infancia de Jesús, mantiene la misión de mantener caliente con su aliento la cuna del niño Jesús, y ambos representan la unidad del Antiguo y Nuevo Testamento, en el cumplimiento de la profecía en Cristo, porque son una alusión a una frase del profeta Isaías: “El buey conoce a su señor y el asno el pesebre de su dueño”

Se trata de una pintura muy íntima, donde destaca el rayo de luz que ilumina a la Virgen y al Niño recién nacido, convirtiéndolo de esta manera en protagonista y parte esencial de la escena, dejando en segundo plano y en penumbra a San José. El cordero de la derecha recibe luz propia como símbolo del “Agnus Dei”.

Predomina la naturalidad de los personajes que componen la escena, todo un repertorio de lo cotidiano. La mujer que sostiene la cesta de huevo es una clara afirmación de la influencia de Velázquez, el personaje de la derecha que sostiene el cordero tiene trazos manieristas que en algunos aspectos recuerdan a Caravaggio. 

Detalle de los pies del pastor arrodillado

En un primer plano destaca la figura del pastor arrodillado, descalzo y con las plantas de los pies polvorientas y arrugadas de caminar por largos caminos. El pie como máxima expresión de la pobreza al no tener ni siquiera unos zapatos para caminar, que contrasta con la alegría de compartir su mayor riqueza que es el amor hacia el recién nacido. 

Como curiosidad, esta obra ilustró los décimos de la lotería Nacional de 2017 con motivo del IV Centenario del nacimiento de Murillo.


Autor: Andrés Carranza Bencano