sábado, 13 de enero de 2024

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie Cuadrado

Cristo Varón de Dolores. Pedro Millán. 


Cristo Varón de Dolores. Pedro Millán. Hacia 1485 – 1503.  Barro cocido y policromado. 161 x 108,5 x 50 cm. Museo de Bellas Artes. Sevilla.


Pedro Millán, escultor hispalense de finales del gótico, fue discípulo del imaginero Lorenzo Mercadante, del que toma la influencia flamenca de sus obras. Sin embargo, su producción consta de una clara raíz autóctona, lo que le convertirá en uno de los autores fundamentales del arte sevillano de finales del siglo XV y principios del XVI.

Este grupo escultórico fue encargado por Antonio Imperial (racionero de la Catedral) para su enterramiento en la capilla catedralicia de san Laureano, junto a los grupos de “Lamento sobre Cristo Muerto” (actualmente en el Museo del Hermitage de san Petersburgo) y “Santo Entierro” (actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla). Este retablo fue desmontado en el siglo XIX pasando a la Iglesia de la Purísima Concepción de El Garrobo (Sevilla) desde donde ingresó en el Museo de Bellas Artes.

Este tipo de representación “Cristo Varón de Dolores" (“Vir Dolorum”), no está referido a un pasaje evangélico concreto, sino que está inspirado en los versículos del “Canto del Siervo” del profeta Isaías (Is 53-3): Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, herido por Dios y afligido. Él soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados”.

Adquiere un gran valor simbólico al sintetizar los tormentos de la Pasión ofrecidos para la Redención de los hombres, con el triunfo sobre la muerte porque Cristo se muestra vivo y mostrando las llagas con énfasis especial en la herida del costado que certificó su muerte, unificando una imagen dolorosa y gloriosa y un gran simbolismo del triunfo sobre la muerte y el pecado.

La primera representación de “Cristo Varón de Dolores” se presenta en la Iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén de 1300, alcanza su gran desarrollo en los siglos XV y XVI y alcanza un especial significado en el Barroco dando lugar a la creación de capillas, hospitales y cofradías bajo la advocación de la “Preciosísimo Sangre” o de las “Cinco Llagas”.

Hospital de las Cinco Llagas. Fotografía de Ramón Almela. Década de 1890.

Se presenta a Cristo en el centro, de pie y vivo, con una anatomía esbelta, acentuado por las huellas de la Pasión, como la llaga abierta y tintada de rojo del costado y los agujeros de los clavos de las manos.

Detalle de Jesús en el centro

Muestra la cabeza inclinada y ligeramente vuelta hacia la izquierda. El rostro ensimismado subraya el patetismo de la escena, marcado por una fina y alargada nariz, con los ojos rasgados y entreabiertos, los parpados abultados y la boca cerrada. Destaca la gruesa corona cuyas espinas pueden verse clavadas en la piel de la frente.

Tiene barba corta y bífida, modelada a base de pequeños rizos. Su larga y negra cabellera se extiende por la espalda y los hombros en ondulados mechones.

Detalle de la cabeza

Cubre su desnudez un paño de pureza ceñido a la cintura que forma numerosos y angulosos pliegues, con uno de los cabos deslizándose entre las piernas, y un manto apoyado sobre los hombros y cerrado al pecho con un broche de gran tamaño, lo que le proporciona el aspecto de una capa pluvial de carácter litúrgico, con la parte inferior formando quebradizos pliegues al modo flamenco.

Detalle del paño de pureza
Detalle del manto, de la llaga del costado y los agujeros de las manos

Apoya los pies sobre un suelo de relieve anguloso, sembrado con unas matas de cardos borriqueros (asociados a la realeza), una en flor y otra con fruto y sobre el que se dispone una filacteria con la firma del autor en caracteres góticos en relieve. 

Detalle del suelo con las matas de cardos borriqueros y la filacteria con el nombre del autor
Detalle del cardo en flor
Detalle del cardo con fruto

Cristo está flanqueado por dos ángeles, dispuestos de forma simétrica, con la misma postura y actitud sujetando el manto que cubre a Cristo. Sus cuerpos están inclinados, representados con cierta curvatura algo arcaizante, con una pierna flexionada y gesto ensimismado. Visten una indumentaria de aspecto litúrgico, con una túnica blanca ceñida a la cintura por un cíngulo que produce numerosos pliegues y una capa roja, ribeteada por anchas orlas doradas, que se cierra con broches que simula grandes perlas.  Figuran tocados con una diadema adornada con joyeles. El ángel de la izquierda sujeta un pequeño recipiente en el que ha recogido la sangre de Cristo, mientras que el otro sujeta un fragmento de palma.

Detalle de ángel de la izquierda
Detalle de la mano con el recipiente
Detalle del ángel de la derecha
Detalle de la mano con el fragmento de palma

A los pies de Cristo figura el comitente, el racionero Antonio Imperial, a menor tamaño que las figuras de los ángeles, arrodillado y en actitud de oración, mirando hacia la esbelta figura del Señor.

Detalle del racionero Antonio Imperial

Finalmente, destacamos la morfología de pie cuadrado de Jesucristo, con el primer dedo de igual longitud que el segundo.

Detalle de los pies de Jesús

Esquema de la morfología del antepie

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

MILAGROS 

La resurrección de Lázaro. José de Ribera.




La acción y los personajes proceden del Evangelio de san Juan (Jn. 11: 33-44):  “Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Habiendo dicho esto, gritó con fuerte voz: ¡Lázaro, ven fuera!”. “Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario” (Jn. 11: 32-45). Estos pasajes han sido objeto frecuente de representación pictórica.

Cristo situado o en medio de la composición, señala con su brazo extendido a Lázaro, que acaba de volver a la vida. 

Detalle de Jesús


Detalle de Lázaro

Le acompañan Marta y María, todavía afligidas por la muerte de su hermano. 


Detalle de Marta y María

Igualmente acompañan algunos apóstoles.

Detalle de Apóstoles

A diferencia de lo que era habitual, Ribera sitúa la escena en un interior, limita el número de personajes y crea una composición cerrada, sin referencias al exterior.

Todo ello, junto con el empleo de figuras de tamaño ligeramente mayor que el natural, de algo más de medio cuerpo, dispuestas en friso y proyectadas sobre un fondo oscuro, con lo que la acción y emociones alcanza un mayor protagonismo.