PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA
Pie Cuadrado
Cristo Varón de Dolores. Pedro Millán.
Cristo Varón de Dolores. Pedro Millán. Hacia 1485 – 1503. Barro cocido y policromado. 161 x 108,5 x 50
cm. Museo de Bellas Artes. Sevilla.
Pedro Millán, escultor hispalense de finales del
gótico, fue discípulo del imaginero Lorenzo Mercadante, del que toma la
influencia flamenca de sus obras. Sin embargo, su producción consta de una
clara raíz autóctona, lo que le convertirá en uno de los autores fundamentales
del arte sevillano de finales del siglo XV y principios del XVI.
Este grupo escultórico fue encargado por Antonio
Imperial (racionero de la Catedral) para su enterramiento en la capilla
catedralicia de san Laureano, junto a los grupos de “Lamento sobre Cristo
Muerto” (actualmente en el Museo del Hermitage de san Petersburgo) y “Santo
Entierro” (actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla). Este retablo
fue desmontado en el siglo XIX pasando a la Iglesia de la Purísima Concepción
de El Garrobo (Sevilla) desde donde ingresó en el Museo de Bellas Artes.
Este tipo de representación “Cristo Varón de
Dolores" (“Vir Dolorum”), no está referido a un pasaje evangélico concreto, sino
que está inspirado en los versículos del “Canto del Siervo” del profeta Isaías
(Is 53-3): “Despreciado y desechado
entre los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto; y como que
escondimos de él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y
sufrió nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, herido por Dios y
afligido. Él soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido
sanados”.
Adquiere un gran valor simbólico al sintetizar
los tormentos de la Pasión ofrecidos para la Redención de los hombres, con el
triunfo sobre la muerte porque Cristo se muestra vivo y mostrando las llagas con
énfasis especial en la herida del costado que certificó su muerte, unificando una
imagen dolorosa y gloriosa y un gran simbolismo del triunfo sobre la muerte y
el pecado.
La
primera representación de “Cristo Varón de Dolores” se presenta en la Iglesia
de la Santa Cruz de Jerusalén de 1300, alcanza su gran desarrollo en los siglos
XV y XVI y alcanza un especial significado en el Barroco dando lugar a la
creación de capillas, hospitales y cofradías bajo la advocación de la
“Preciosísimo Sangre” o de las “Cinco Llagas”.
Muestra la cabeza inclinada y ligeramente vuelta hacia
la izquierda. El rostro ensimismado subraya el patetismo de la escena, marcado
por una fina y alargada nariz, con los ojos rasgados y entreabiertos, los
parpados abultados y la boca cerrada. Destaca la gruesa corona cuyas espinas
pueden verse clavadas en la piel de la frente.
Tiene barba corta y bífida, modelada a base de
pequeños rizos. Su larga y negra cabellera se extiende por la espalda y los
hombros en ondulados mechones.
Cubre su desnudez un paño de pureza ceñido a la cintura que forma numerosos
y angulosos pliegues, con uno de los cabos deslizándose entre las piernas, y un
manto apoyado sobre los hombros y cerrado al pecho con un broche de gran
tamaño, lo que le proporciona el aspecto de una capa pluvial de carácter
litúrgico, con la parte inferior formando quebradizos pliegues al modo
flamenco.
Apoya los pies sobre un suelo de relieve anguloso, sembrado con unas matas
de cardos borriqueros (asociados a la realeza), una en flor y otra con fruto y
sobre el que se dispone una filacteria con la firma del autor en caracteres
góticos en relieve.
Cristo está flanqueado por dos ángeles, dispuestos
de forma simétrica, con la misma postura y actitud sujetando el manto que
cubre a Cristo. Sus cuerpos están inclinados, representados con
cierta curvatura algo arcaizante, con una pierna flexionada y gesto
ensimismado. Visten una indumentaria de aspecto litúrgico, con una túnica
blanca ceñida a la cintura por un cíngulo que produce numerosos pliegues y una
capa roja, ribeteada por anchas orlas doradas, que se cierra con broches que
simula grandes perlas. Figuran
tocados con una diadema adornada con joyeles. El ángel de la izquierda sujeta
un pequeño recipiente en el que ha recogido la sangre de Cristo, mientras que
el otro sujeta un fragmento de palma.
A los pies de Cristo figura el comitente, el racionero Antonio Imperial, a
menor tamaño que las figuras de los ángeles, arrodillado y en actitud de
oración, mirando hacia la esbelta figura del Señor.
Finalmente, destacamos la morfología de pie cuadrado de Jesucristo, con el
primer dedo de igual longitud que el segundo.