SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
La Inmaculada Concepción. Giambattista Tiepolo.
Esta
majestuosa imagen, es uno de los más bellos cuadros de altar pintados por
Tiepolo. Formó parte de un ciclo de siete
encargados realizados entre 1767 y 1769 para para la iglesia real del convento de San Pascual Bailón de Aranjuez, actualmente
repartidos entre el Museo del Prado de Madrid y el Palacio Real de
Madrid.
El boceto para este lienzo se conserva
en las Courtauld InstituteGalleries de Londres.
Esta
escena muestra la manera tradicional de representar el dogma de la
Inmaculada Concepción de María para la Iglesia católica, como el único ser
humano concebido sin pecado original.
Se representa a
la Virgen tal como se narra su aparición en el Apocalipsis (12: 1-17):
“Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna
a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Está encinta y
grita al sufrir los dolores del parto y los tormentos de dar a luz. Apareció
entonces otra señal en el cielo: un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez
cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. La cola arrastró una tercera parte
de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se puso delante
de la mujer, que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. Y
dio a luz un hijo varón, el que va a regir a todas las naciones con cetro de
hierro. Pero su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Entonces la
mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que allí
la alimenten durante mil doscientos sesenta días”.
Los símbolos de la pintura aluden a las
virtudes de María y al significado de su concepción inmaculada.
La corona de doce estrellas, metáfora de
las doce tribus de Israel, y sobre ella, una paloma que representa el Espíritu
Santo.
Detalle de la corona y la paloma del Espíritu Santo
Se alza,
envuelta en un manto azul celeste. El manto representa a la madre que envuelve y cobija. El azul evoca la pureza, el desprendimiento de lo
humano que permite remontarse a lo divino, lo trascendental y, en definitiva, lo espiritual y lo profundo.
Detalle del manto azul
Tanto los
lirios como las azucenas, al ser blancas, vienen a significar su ser virginal y
su concepción sin mancha de pecado.
Detalle de las azucenas
Detalle
del espejo
La Luna es el símbolo de la Madre Mediadora y Escalón o puente
entre la tierra y el cielo, entre la divinidad y la humanidad.
Detalle
del pie de la Virgen pisando a la serpiente
La virgen se alza, envuelto en el típico manto azul celeste, con sus pies sobre la esfera terrestre y una media Luna, pisando a la serpiente o dragón que es el Diablo que lleva en la boca la manzana que hizo caer en la tentación a Adán y Eva, de manera que la Virgen aparece como redentora del Pecado Original.