martes, 1 de octubre de 2024

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

La Inmaculada Concepción. Giambattista Tiepolo. 


La Inmaculada Concepción. Tiepolo, Giambattista. 1767-1769. Óleo sobre lienzo, 281 x 155 cm. Museo del Prado. Sala 023. (CC BY 3.0)

Esta majestuosa imagen, es uno de los más bellos cuadros de altar pintados por Tiepolo.  Formó parte de un ciclo de siete encargados realizados entre 1767 y 1769 para para la iglesia real del convento de San Pascual Bailón de Aranjuez, actualmente repartidos entre el Museo del Prado de Madrid y el Palacio Real de Madrid.

El boceto para este lienzo se conserva en las Courtauld InstituteGalleries de Londres.

Esta escena muestra la manera tradicional de representar el dogma de la Inmaculada Concepción de María para la Iglesia católica, como el único ser humano concebido sin pecado original.

Se representa a la Virgen tal como se narra su aparición en el Apocalipsis (12: 1-17):

“Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna a sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Está encinta y grita al sufrir los dolores del parto y los tormentos de dar a luz. Apareció entonces otra señal en el cielo: un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. La cola arrastró una tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se puso delante de la mujer, que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. Y dio a luz un hijo varón, el que va a regir a todas las naciones con cetro de hierro. Pero su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Entonces la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que allí la alimenten durante mil doscientos sesenta días”.  

Los símbolos de la pintura aluden a las virtudes de María y al significado de su concepción inmaculada.

La corona de doce estrellas, metáfora de las doce tribus de Israel, y sobre ella, una paloma que representa el Espíritu Santo.

Detalle de la corona y la paloma del Espíritu Santo


Se alza, envuelta en un manto azul celeste. El manto representa a la madre que envuelve y cobija. El azul evoca la pureza, el desprendimiento de lo humano que permite remontarse a lo divino, lo trascendental y, en definitiva, lo espiritual y lo profundo.

Detalle del manto azul

Tanto los lirios como las azucenas, al ser blancas, vienen a significar su ser virginal y su concepción sin mancha de pecado. 

Detalle de las azucenas

La rosa es la imagen de la copa que recoge la sangre de Cristo, el sufrimiento de la Virgen al sacrificio de su hijo.

La palmera simboliza su triunfo y exaltación.

Detalle de la rosa y la palmera

El espejo es la pureza sin mancha, a la par que ella misma es espejo de todas las virtudes.

Detalle del espejo

La Luna es el símbolo de la Madre Mediadora y Escalón o puente entre la tierra y el cielo, entre la divinidad y la humanidad.

Detalle del pie de la Virgen pisando a la serpiente

La virgen se alza, envuelto en el típico manto azul celeste, con sus pies sobre la esfera terrestre y una media Luna, pisando a la serpiente o dragón que es el Diablo que lleva en la boca la manzana que hizo caer en la tentación a Adán y Eva, de manera que la Virgen aparece como redentora del Pecado Original.

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