EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
PRENDIMIENTO
Prendimiento de Cristo. El beso de Judas. Caravaggio.
La
pintura fue realizada aproximadamente en el 1602-1603 por el artista barroco
italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio, para un aristócrata
y acaudalado señor romano llamado Ciriaco Mattei, cuando Caravaggio estuvo
residiendo en el palacio de su hermano, el cardenal Girolamo Mattei.
En el siglo XVIII, la pintura estuvo desaparecida durante 200 años.
Hacia 1990 fue descubierta en la Residencia de los Jesuitas de Dublín, por el restaurador Sergio Benedetti.
Las investigadoras Francesca Cappelletti y Laura Testa
encontraron la acreditación documental en los archivos de la casa Mattei.
Actualmente,
se exhibe en la Galería Nacional de Dublín, situada en el
corazón del barrio georgiano de la ciudad.
Otro cuadro igual está en Odessa
(Ucrania), y otro en la colección de una antigua familia italiana (Sannini).
Actualmente, ambos son considerados como copias.
El tema narra la detención de Cristo.
Cuando Jesús está orando en Getsemani, el olivar se llena de gente armada y agitada.
Judas le dice a Jesús: «¡Salud, Rabbí!». Y el Maestro le responde: «Amigo, ¿a qué vienes?».
Jesús recibe el
beso de Judas, para identificarlo, pues según fuentes apócrifas,
Jesús tenia gran parecido con Santiago y las autoridades no lo conocían, y los soldados sabían que tenían que capturar a un hombre,
por encargo de los empleados del servicio de orden del Templo (Mt 26:48).
El
punto central de la acción se encuentra en los rostros de Jesús y Judas,
unidos por el beso de la traición.
Cristo está pálido con los ojos caídos. Caravaggio nos lo muestra como un hombre delgado, físicamente frágil, que no opone resistencia, simbolizando la bondad frente a la brutalidad, y con muestra del dolor infinito por lo que ya ha comenzado.
Judas abraza a Jesús, pero sin atreverse a
mirarlo al rostro y no solo lo besa, sino que lo sujeta por el hombro.
Cristo
presenta las manos juntas, entrelazadas, en actitud orante y pacífica, puesto que estaba orando, transmitiendo la sensación de que lo espiritual es vulnerado por la
brutalidad.
En
el ángulo izquierdo del cuadro, la figura de uno de los discípulos, que huye
despavorido saliendo del cuadro por ese lado izquierdo, mientras su manto rojo
se hincha en el aire.
Según Marcos (14:51), los discípulos emprendieron la fuga, como un rebaño en estampida, sin intentar siquiera defender a su maestro.
Uno de ellos escapó completamente desnudo, abandonando en manos de los soldados el manto que lo cubría.
Según San Ambrosio y San Gregorio, el joven del manto sería Juan; para los Misterios, se trataría de Santiago el Menor, hijo de Alfeo, primo de Jesús, a quien se parecía.
Prefirió dejar su
vestidura que ser apresado y “dejando la sábana, huyó desnudo.”
Se evidencia el uso
desproporcionado de la fuerza, de una guardia que supera en número a la
víctima, y en un primer plano,
contrasta el brillo metálico de la armadura de los
soldados, que son contemporáneos de Caravaggio y no del tiempo de los romanos.
Eso tenía por objeto acercar la conciencia del suceso al tiempo presente. Sin
embargo, los ropajes de Cristo, Judas y Juan, son de la época.
A la derecha del lienzo un hombre sostiene una linterna.
Algunos historiadores creen que este hombre es un autorretrato de Caravaggio. Es el pecador, el que ayuda en la iluminación, el que
coadyuva al crimen, como para hacernos partícipes del prendimiento.