viernes, 19 de diciembre de 2025

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

Santiago el Mayor. José de Ribera. 

Santiago el Mayor. Ribera, José de. 1631. Óleo sobre lienzo. 202 x 146 cm. Museo del Prado. Sala 009. (ver) (CC BY 3.0)

La fecha que acompaña la firma suele leerse como 1631, pero 1637 es más convincente. Es en la segunda mitad de la década de los treinta cuando el pintor conserva aún numerosos rasgos de su tenebrismo inicial, pero ya iba utilizando una luz más matizada, que modela de forma más suave las formas y volúmenes, y la representación de los rostros gana expresión.

Tradicionalmente se identificaba con Santiago el Mayor, pero las pinturas que representan a Santiago realizadas por Ribera conservadas, en el Museo del Prado, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y una tercera en una colección privada, son siempre fácilmente identificables, presentan la capa roja y la concha de peregrino.

En fechas reciente, J. Brown ha sugerido que el personaje, podría tratarse de San Alejo, representado con su atributo iconográfico, la escalera, las ropas de peregrino harían mención a su viaje a Edessa, y el rollo de papel donde escribió la historia de su vida por mandato divino. (Web Oficial Museo del Prado).

Detalle del Pie

Destaca los pies descalzos que simbolizan el estatus divino, pues andar descalzos requería una resistencia sobrehumana al dolor. Igualmente, la rotación del primer dedo y las alteraciones de las uñas.

Por Andrés Carranza Bencano

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

San Pedro liberado por un ángel. José de Ribera. 

San Pedro libertado por un ángel. Ribera, José de. 1639. Óleo sobre lienzo. 177 x 232 cm. Museo del Prado. Sala 009. (ver) (CC BY 3.0)

El episodio de la liberación de san Pedro por intervención de un ángel se narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles, en el capítulo 12. El texto bíblico sitúa los hechos en el contexto de la persecución contra los cristianos impulsada por el rey Herodes Agripa I, durante la cual Pedro es apresado y recluido en prisión. Para evitar su huida, se le asigna la custodia de cuatro escuadras de soldados, con la intención de presentarlo públicamente después de la Pascua.

Según el relato, durante la noche un ángel del Señor se aparece en la celda, despierta a Pedro y provoca que las cadenas que lo sujetaban caigan de inmediato: “Levántate rápido”. “Y las cadenas cayeron de sus manos” (Hech 12,7). Guiado por el mensajero celestial, el apóstol abandona la prisión sin ser advertido por los guardias y atraviesa varias puertas que se abren por sí solas hasta llegar a la calle. En un primer momento, Pedro cree estar viviendo una visión, pero al encontrarse libre comprende que su liberación ha sido real y obra de Dios. Entonces se dirige a la casa de María, madre de Juan Marcos, donde la comunidad cristiana permanecía reunida en oración.

Este pasaje ha sido ampliamente retomado por el arte cristiano como símbolo de la intervención divina en la historia, de la protección otorgada a los apóstoles —con Pedro como figura central de la Iglesia naciente— y de la fuerza de la oración comunitaria.

La liberación de san Pedro se convirtió así en un motivo frecuente en la pintura y la escultura, inspirando numerosas interpretaciones de carácter devocional y catequético.

En la obra de Ribera, la composición se articula a partir de un marcado contraste entre luz y oscuridad. La figura luminosa del ángel concentra la atención y se impone sobre la penumbra del espacio carcelario, mientras san Pedro aparece representado con un profundo naturalismo, reflejando sorpresa y recogimiento. La cuidada ejecución de los elementos secundarios —las cadenas, las paredes rocosas del calabozo— refuerza la sensación de veracidad y dramatismo.

Más allá de la ilustración del pasaje bíblico, la pintura encarna inquietudes espirituales propias del Barroco: la oposición entre lo humano y lo divino, la debilidad del hombre ante la omnipotencia de Dios y la fe como vía de salvación. Ribera logra transmitir estas ideas mediante una escena de gran intensidad, cercana a lo teatral, que interpela al espectador y lo invita a la contemplación.

Destaca los pies descalzos que simbolizan el estatus divino, pues andar descalzos requería una resistencia sobrehumana al dolor. Igualmente, destaca la morfología de su ante pie que corresponde claramente a un tipo de pie griego con el primer dedo más corto que el segundo, que en la mitología griega está asociado a las diosas y sus poderes.

Detalle de los pies

Por Andrés Carranza Bencano