jueves, 11 de enero de 2024

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

SABANA SANTA

Crucifixión.

La lanza de Longinos.


En el evangelio de San Juan (Jn 19:33-34):  “Fueron pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua”. Con ello se cumplían las profecías de las Escrituras: “No será quebrado hueso suyo (Éxo 12:46) “Miraran al que traspasaron” (Zac 12:10).

Según el Evangelio Apócrifo de Nicodemo 10:5 (conocido como “Actas de Pilato”), este soldado se llamaba Longinos, que en arameo y en griego significa "lancero". 

El escritor y astrólogo alemán Luis de Whol, en su novela “La Lanza” identifica al soldado como Cayo Casio Longinos. 

Pero, no se determina si la lanzada la realizó estando de pie o montado a caballo.

El nombre de Longinos   también aparece en una miniatura en los Evangelios ilustrados por Rábula (ver) en 586 d. C. . En la ilustración, el nombre Longinos está escrito en griego sobre la cabeza del soldado que perfora el costado de Cristo. Ésta es una de las primeras referencias del nombre, si es que no es una inscripción hecha posteriormente.

Muchos autores que aseguran que Longinos sufría una infección en los ojos que lo había hecho bizco, pero de la herida de Jesús, empezó a manar sangre y agua que salpicaron el rostro de Longinos, que inmediatamente dejó de ser bizco, por lo que pronunció una frase que pasó a la historia: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios”.

Se convirtió al cristianismo y murió mártir, en la localidad de Gabbala (Capadocia). Fue hecho santo, y se construyó una capilla consagrada a San Longino y la Santa Sangre en la iglesia del monasterio benedictino de Santa Andrea. 

Su cuerpo fue hallado en Mantua (Italia) en el año 1303 y se encuentra enterrado en la iglesia de San Agustín de Roma.  

En una de las hornacinas de los pilares de la cúpula de la Basílica de san Pedro se levantó una estatua de Bernini, que lo representa a pie y no a caballo, a pesar de que pertenecía a la caballería del ejército romano.


La lanza romana, o pilum, tenía unos dos metros de largo, estaba formada por un largo eje de hierro, de unos 60 centímetros, con punta piramidal y cola plana. El eje de hierro se encajaba por su cola en una ranura del mango, de 120 cm. que era de madera y se sujeta con tres remaches.


Tipo de lanzas romanas


En los anales de la historia, la Lanza de Longinos emerge como una reliquia envuelta en misterio y poder. Su historia se entreteje con leyendas antiguas y eventos cruciales que han marcado la narrativa de diversas civilizaciones a lo largo de los siglos.

Muchas son las teorías sobre la historia de la lanza, así se cuenta que estuvo en manos del rey Herodes, de los emperadores Constantino y Teodosio, y de los reyes bárbaros Alarico y Teodorico.

La presencia en Jerusalén es atestiguada por Casiodoro (485–585). En 615, Jerusalén y sus reliquias fueron capturadas por las fuerzas persas del rey Cosroes II (quien gobernaría entre los años 590 y 628), pero Arculpus la vio en la iglesia del Santo Sepulcro   alrededor de 670 en Jerusalén.


Según el Chronicon Paschale (crónica del mundo cristiano del siglo VII), la punta de la lanza, que se había quebrado, en el año 615 fue dada a Nicetas (primo del emperador Heraclio), que la llevó a Constantinopla y la depositó en la iglesia de Santa Sofía.  

Cuando Constantinopla cayó en manos de los turcos, en 1492, el Sultán Bajazet envió la lanza al Vaticano al papa Inocencio VIII, para que este liberara a Zizim, hermano del sultán y prisionero del papa.

De esta lanza se desconoce su cronología puesto que la Iglesia no permite hacerle pruebas.

Pero, la parte inferior de la reliquia en 1244 fue vendida por Balduino II de Constantinopla   al rey francés Luis IX, que la colocó en la Saint-Chapelle junto a la corona de espinas (ver). Durante la revolución francesa estas reliquias fueron llevadas a la Bibliothéque Nationale   y posteriormente desaparecieron. 


La lanza que se encuentra en Echmiadzin (Armenia) fue descubierta durante la Primera Cruzada por Pedro Bartolomé en 1098 en la catedral de San Pedro de Antioquía. La tradición asegura que Pedro, para hacer válida su autenticidad, dijo que no moriría si se adentraba al fuego con la Santa Lanza. Evidentemente, falleció quemado vivo.


Por último, está la que se cree es la verdadera lanza de Longinos. Ella se encuentra en Viena, Austria, y es utilizada desde 1273 en la ceremonia de coronación del Emperador de Occidente.

La lanza había estado en poder de monarcas como Constantino y Carlomagno, que lograron victoria tras victoria militar con la lanza sagrada en su poder. Finalmente terminó en la ciudad alemana de Nuremberg.

Cuando el ejército revolucionario francés de Napoleón Bonaparte se aproximaba a Núremberg, en la primavera de 1796, fue trasladada a Viena (Austria) confiando su protección al barón von Hügel, pero este la vendió a los Habsburgo quienes la rebautizaron como "lanza de San Mauricio" y la conservaron en el Schatzkammer (Tesorería Imperial) en Viena.  

Del 11 al 13 de marzo de 1938, la Alemania nazi se anexó a la vecina Austria (Österreich). Este hecho se conoce como la Anschluss. "Anschluss" es una palabra alemana que significa "conexión" o "unión". Al anexarse Austria, los nazis violaron tanto el Tratado de Versalles como el de Saint-Germain.

Hitler creía que, con la lanza, según la tradición, tendría poderes únicos, de tal modo que quien la poseía era invencible y que al mismo tiempo quien la perdiera su destino sería la muerte. Por ello, la robó de la Sala del Tesoro del Palacio Hofburg de Viena y el 13 de octubre de 1938 la lanza y los tesoros de los Habsburgo fueron transportados en un tren blindado y escoltado por las SS hasta Núremberg, donde fue escondida en un bunker antiaéreo.

El 30 de abril de 1945 una compañía estadounidense al mando del teniente William Horn, de la división Monuments, Fine Arts and Archives localizó el bunker y tomó posesión de la lanza en nombre del gobierno de los Estados Unidos. Cuenta la leyenda que, a unos cientos de kilómetros de allí, en un bunker de Berlín, Adolf Hitler, en ese instante, se suicidaba.

El 7 de enero de 1946, Estados Unidos devolvió la lanza a Viena. Para comprobar que no se trataba de una réplica fue sometida a diversos análisis. Con la prueba del Carbono 14 quedó demostrado que se trata de una lanza del siglo VII, por lo que no es el arma romana que clavaron en el costado de Cristo.

Actualmente, se encuentra expuesta en el Schatzkammer (Tesoro Imperial), que es una de las colecciones del Palacio Imperial de Hofburg considerada como parte del Museo de Historia del Arte de Viena (Kunsthistorisches Museum).

Lanza de Viena. Expuesta en el museo Schatzkammer

Otra lanza se ha preservado en Cracovia, Polonia, desde 1200. Aunque se alega que ha estado en esa ciudad por ocho siglos, los registros alemanes indican que es una copia de la lanza de Viena. El emperador Enrique II la mandó hacer con pequeñas astillas de la Lanza original. Otra copia le fue entregada al rey de Hungría al mismo tiempo.

MUERTE EN LA PINTURA

La Muerte de Adán. Piero de Benedetto dei Franceschi.

La capilla mayor de la iglesia superior en la basílica de san Francesco en Arezzo alberga una de las obras cumbre del renacimiento italiano, el ciclo de frescos realizado por Piero della Francesca que relatan la Historia de la Veracruz que cuenta las peripecias del árbol con el que se construyó la cruz de Cristo (ver).

Muerte de Adan.Piero de Benedetto dei Franceschi. 1452-66. Fresco. 390 x 747 cm. Iglesia de San Francisco de Arezzo

El ciclo se inicia con la Muerte y sepultura de Adán en el luneto de la Epístola, que narra cómo Adán moribundo envía a su tercer hijo, Set, al Paraíso para obtener el aceite de la misericordia que le redima del pecado original, aunque el arcángel san Miguel le entrega tres semillas del árbol de la vida para que las coloque en la boca de su padre antes de enterrarlo, de las que nacerá el árbol con el que se hará la cruz de Cristo.

Detalle del lado derecho del fresco

A la derecha está Adán anciano sentado en el suelo rodeado de Eva y de sus hijos. Al fondo tiene lugar el encuentro entre Set y y san Miguel, y a la izquierda, bajo un árbol, se representa el entierro de Adán. 

Detalle de la muerte de Adán a la izquierda del fresco

Detalle del encuentro entre Seth y san Miguel

Destaca el dramatismo de la mujer que abre los brazos desesperada ante la muerte de Adán, una demostración de sentimientos excepcional en el pintor, en el que lo normal es que las figuras presenten la actitud pausada del resto, con posturas que parecen detenidas para siempre en composiciones modélicas, formando grupos estables, inmutables, serenos, como si se hubieran superado las coordenadas del tiempo.

Detalle de la mujer que abre los brazos

La mujer que aparece a la izquierda muestra un rostro perfecto, de pura geometría y una mirada perdida.

Detalle de la mujer con el rostro ovalado

Todo lo que se conoce de la vida y muerte de Adán procede de textos apócrifos, por la ausencia de datos en la Biblia.

Un conjunto conocido como “Literatura Primaria de Adán” contiene los libros “Apocalipsis de Moisés”, “El libro de la vida de Adán y Eva” (versión latina y eslava), “La Penitencia Armenia de Adán”, “El Georgiano Libro de Adán” y algunos fragmentos de origen desconocido escritos en copto. Se cree que todos ellos se debieron basar en una misma fuente semita de origen cristiano escrita alrededor del siglo I d.C.

Según el Genesis (5: 3-4) Adán murió a la edad de 930 años y tenía 130 años cuando engendró un hijo a su semejanza a quien puso por nombre Set.

Pero, hay discrepancias sobre el lugar en que fue enterrado Adán, pues se cita una cueva en la montaña sagrada de Abü Qubays, y la mezquita de Al-Jayfi, ambos cercanos a la Meca en Arabia Saudí. También se dice que se enterró en una de las laderas del llamado Monte de Adán, en la isla de Ceilán, hoy Sri Lanka.

La mayoría de los textos coinciden en que Noé sacó los restos de Adán, Abel y Eva y los colocó en un ataúd para llevarlos en el arca y enterrarlos posteriormente en Jerusalén, una vez pasado el Diluvio Universal.

Este enterramiento se relaciona con el lugar de la crucifixión de Jesús, pues la palabra “Gólgota” puede proceder de la palabra aramea que significa “Monte de las Ejecuciones” refiriéndose a un lugar de Jerusalén destinado a las ejecuciones públicas o que había un cementerio cercano. En los cuatro Evangelios Canónicos se refiere al “Lugar de la Calavera” de donde derivó a la palabra castellana “Calvario”, quizás por ser un monte en forma de calavera y se habla del Gólgota como lugar extramuros, muy cercano a la ciudad. Realmente, no es un lugar geográfico concreto y conocido a lo largo de los siglos, sino que la asignación del montículo es puramente tradicional y carece de base científica.

En el Evangelio apócrifo de Nicodemo y en la Leyenda Áurea de Jacobo della Voragine se narra que el arcángel Miguel visitó el Paraíso, y entregó a Seth tres simientes del árbol de la sabiduría que fueron plantadas en la boca del difunto Adán donde germinaron y dieron lugar al nacimiento de un gran árbol, del cual saldría el madero de la crucifixión de Jesús (ver).

El rey Salomón (siglo X a. C) ordenó talarlo para usarlo en el templo que estaba construyendo, pero misteriosamente no se adaptaba a ningún espacio, por lo que lo empleó como pasarela sobre un arroyo cercano.

La reina de Saba, en una de las visitas a la corte del rey Salomón, al pisar la pasarela profetizó que en aquel madero se ajusticiaría a un inocente y que supondría el fin del reino de los judíos, por lo que el rey ordenó enterrarlo a gran profundidad, en la Piscina Probática o estanque de Bethesda, donde permaneció oculto durante siglos, hasta que apareció flotando en la piscina, poco antes del “Prendimiento de Jesús”, de donde fue sacada, secada y usada para construir la cruz donde fue crucificado, como había profetizado la reina de Saba.