EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
CRUCIFIXIÓN
Jesús es atravesado en un costado por la lanza de un soldado romano. Fra Ángelico.
Guido di Pietro, más conocido
como Fra Angélico o Fray Angélico (Vicchio, provincia de Florencia, hacia
1395 – Roma, 18 de marzo de 1455), fue un pintor cuatrocentista italiano que
supo combinar la vida de fraile dominico con la de pintor consumado. Fue
beatificado por Juan Pablo II en 1982.
El
artista no fue conocido en vida como Fra Angélico; este sobrenombre le fue dado
de forma póstuma, por su religiosidad.
Su nombre secular era Guido di Pietro da Mugello y nació en Vicchio, región de Toscana.
Aunque se desconoce quién fue su maestro, se cree que comenzó su carrera artística como iluminador de misales y otros libros religiosos.
Después empezó a pintar retablos y tablas.
En 1417 ya se dedicaba a la pintura de arte sacro.
En 1420 entró en un convento dominico a las afueras de Fiesole con su hermano Benedetto.
En 1423 ya había profesado como fraile. Tomó el nombre
religioso de Giovanni di San Domenico (Juan de Santo Domingo).
En 1436, los dominicos de Fiesole se trasladaron al convento de San Marcos de Florencia, que acababa de ser reconstruido por Michelozzo.
Fray Angélico,
sirviéndose a veces de ayudantes, pintó numerosos frescos en el claustro, la
sala capitular y las entradas a las veinte celdas de los frailes de los
corredores superiores.
En 1445, Fray Angélico fue llevado a Roma por el papa Eugenio IV para pintar unos frescos en la capilla del Sacramento del Vaticano, hoy desaparecida.
En 1447, pintó los frescos de la
catedral de Orvieto junto con su discípulo Benozzo Gozzoli.
Desde
1449 hasta 1452, Fray Angélico fue el prior de su convento de Fiesole.
Su último encargo fue la decoración con frescos del claustro del convento de Santa María sobre Minerva, que era el principal convento dominico de Roma.
El programa iconográfico fue diseñado por Juan de Torquemada, al cual Fray Angélico ya conocía desde la estancia de este en Florencia en la década de 1430. Estas pinturas no se han conservado.
Murió en aquel convento el 18 de febrero de 1455 y fue enterrado en una capilla de la basílica.
En la composición, aparece Jesús muerto, al pie del
cual se encuentra Longinos, que lo atraviesa con una lanza.
La Virgen María, señalada por una inscripción en su
nimbo, se vuelve y tapa la cara con las manos y la acompaña santa Marta.
Hay otro personaje a la izquierda con barba, que
podríamos identificar con Nicodemo, y un monje orando al pie de la Cruz.
Mientras a los otros dos condenados se les quebró las
piernas para asegurar que muriesen, Jesús ya había muerto por lo cual uno de los soldados le abrió el costado con
una lanza, y al instante salió sangre y agua.
Esto
sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: “No le quebrarán ninguno
de sus huesos” (Ex 12,46) y “Mirarán al que
traspasaron, y harán duelo por él como se hace duelo por el hijo único”…(Ez 12, 10),
El agua es el símbolo del bautismo y la
sangre de la eucaristía. El soldado que le perforó el costado, abrió el muro
del templo santo [...] Esto ya había sucedido con el cordero que los judíos
mataban... » (Catequesis, 3, 13-19).
Los Santos Padres
comparan la muerte de Jesús al sueño de Adán, de tal modo que del costado de
Adán sale Eva y del costado de Jesús sale la Iglesia-Madre. “La primera mujer
fue formada del costado del varón dormido, y se la llamó Vida y Madre de los
vivientes (Gn 2, 22; 3, 20). “El segundo Adán, inclinando la cabeza, se
durmió en la cruz para que de allí le fuese formada una esposa, salida del
costado del que dormía” (San Agustín. Del Evangelio de Juan, 120.2). Este es el símbolo
general, del que se derivan los demás.
En el escrito apócrifo conocido como Evangelio de
Nicodemo aparece por primera vez el nombre de Longino. Es casi seguro que el
nombre sea una latinización del griego λόγχη (lonjé), la palabra utilizada por
el texto de Juan y apareció por primera vez un manuscrito iluminado de la
Crucifixión detrás de un lancero. Dicho manuscrito, una versión siríaca del
Evangelio según san Juan ilustrada por un tal Rábula, data del 586 y se
conserva en la Biblioteca Laurenciana de Florencia; allí se lee en letras
griegas la palabra Longinos escrita tal vez en la misma época en que se realizó
la figura (ver).
Versiones posteriores de la leyenda de Longino
aseguran que era ciego, y que el contacto con la sangre del Salvador le
devolvió la vista. También dicen que ayudó a lavar el cuerpo de Jesús después
del descenso de la Cruz.
El destino de Longino no es seguro, pero se lo veneró como mártir, fijando su muerte en la localidad de Gabbala, Capadocia. Su cuerpo pasaba por haber sido hallado en Mantua, Italia, en el año 1303, junto con la Santa Esponja empapada de la sangre de Cristo; se le atribuía, extendiendo su papel en el Gólgota, el haber acercado dicha esponja a los labios sedientos del Redentor. La reliquia favoreció su culto en el siglo XIII enlazándose con los romances del Grial y las tradiciones locales de milagros eucarísticos, construyéndose una capilla consagrada a San Longino y la Santa Sangre en la iglesia del monasterio benedictino de Santa Andrea.
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