SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
Las Tres Gracias. Rubens, Pedro Pablo.
Las tres Gracias es un cuadro muy personal. Rubens debió pintarlo para sí mismo, pues formaba
parte de su colección en el momento de su muerte y no existe un boceto
preparatorio, cuando Rubens solía hacerlos para mostrar sus ideas a sus clientes
o a sus ayudantes, pero no cuando pintaba para él.
Venus es la diosa del amor, la belleza y la fertilidad
en la mitología romana. Desde el siglo
III a.c. la creciente helenización de las clases altas romanas la identificó
con la diosa griega Afrodita. Era la esposa de Vulcano, Dios del fuego
y los volcanes, forjador del hierro y creador de armas y armaduras para dioses
y héroes.
En las fuentes mitológicas, comenzando con la Teogonía
de Hesíodo, las Gracias se consideran hijas de Zeus y Hera y representan
virtudes como la alegría, el encanto y la belleza, símbolos inequívocos de
belleza y sensualidad, y acompañan frecuentemente a Venus, añadiendo estos
factores al amor, la belleza y la fertilidad, que ella representa. Sus nombres
eran Aglaya (Belleza, Esplendor), Eufrosina (Alegría, Jubilo) y Thalía (Florida,
Abundancia).
Las Gracias también
se asociaron con la generosidad y la gratitud y tanto en el idioma español como
en el italiano, las palabras “Gracias” y “Grazie” se utilizan para expresar
gratitud por algo recibido y Rubens con esta pintura nos dice “gracias al mundo
y a la vida”.
El paisaje se extiende hacia un lejano fondo azul, desde donde una luz
intensa se filtra a través de los árboles.
Un riachuelo mana de la fuente, coronada por un niño
que sujeta el cuerno de la abundancia, se puede identificar con Cupido, hijo de Venus y de
Marte (Dios de la guerra), ayudante de su
madre para dirigir la fuerza primordial del amor hacia los mortales. En este
caso, para Rubens, encarna una noción positiva puesto que el agua que mana de
su fuente es una bendición para el mundo.
Detalle
de Cupido con el “Cuerno de la Abundancia”
De la cornucopia y de
la rama de un árbol cuelga una guirnalda de rosas blancas y rojas en plena
floración. Replican el esplendor de las Gracias, del mismo modo que las formas
de la fuente replican sus cuerpos.
Del árbol cuelgan las ropas de una sola persona, que
son contemporáneas de Rubens y no antiguas, como correspondería a las diosas,
de este modo el artista relaciona los mitos antiguos con su propia vida.
Rubens nos muestra
a las tres Gracias abrazadas, formado un circulo, y con ello, inmortalizó a sus dos esposas.
Isabella Brandt, la primera esposa del Pintor, rubia y hermosa,
es la Gracia de la derecha.
Presenta una tumoración en el pecho izquierdo en
el cuadrante superior izquierdo, que llega hasta el hueco axilar izquierdo.
Unos pliegues en la axila podrían corresponder a una afectación de los ganglios
linfáticos regionales. Además, el pezón está retraído hacia la axila
homolateral y el volumen general de la mama parece menor que la del otro lado.
La tumoración entre la mama y la axila izquierda es exofítica, irregular y
muestra una tonalidad rojiza, eritematosa, que puede indicar una cierta
inflamación. Este aspecto es compatible con la presencia de un cáncer de mama
localmente avanzado. Murió muy joven, a los 34 años, durante
la peste que afectó a la población europea, pero pudo ser de su tumoración
mamaria, pues, el cuadro fue comenzado antes de 1626, fecha de la muerte de
Isabella, y terminado en 1639.
La Gracia de la izquierda se parece a los retratos de su segunda esposa, Helena Fourment. Rubens pintó diversos retratos de Suzanne Fourment, la hermana de Helène, su segunda mujer, que también le sirvió en muchas ocasiones de modelo.
Su fisonomía coincide bastante con la de la diosa afecta por la
tumoración mamaria. Y también coinciden sus pendientes, que el pintor dejó
plasmados en diversas obras con gran detalle. Esto hace suponer, que tal vez, fuera su cuñada Suzanne la modelo que padecía un cáncer de mama.
Si observamos con atención su mano derecha
aparece deformada como en una artritis reumatoide. Pero, el pintor se casó con Helena en diciembre de 1630, cuando ella contaba con
apenas dieciséis años y él cincuenta y tres y cuando sirvió de modelo para esta
pintura tenía 23 años y no existen
datos bibliográficos que indiquen que la joven esposa haya padecido la
enfermedad. Por ello, esta representación podrían
ser un reflejo de sus propios padecimientos, pues en varias de sus pinturas se
muestra luciendo elegantes guantes. Tradicionalmente se puede interpretar como
un símbolo de riqueza; sin embargo algunos autores creen que constituye un
medio para ocultar las secuelas directas de la Artritis Reumatoides.
La Gracia del
centro, de espaldas al espectador, no está identificada, pero pasó también a la
posteridad sin nombre. Presenta una
marcada escoliosis asociada al signo de Trendelenburg positivo (la cadera
derecha baja en vez de elevarse cuando la pierna izquierda permanece apoyada).
Algunos autores han sugerido que podrían corresponder a un posible síndrome de
hipermovilidad familiar benigna que afectó a Helene Fourment y a su hermana. Pero, también hay que tener en cuenta que
puede ser un recurso utilizado en la pintura y escultura, que se denomina “contraposto”,
término italiano en que la figura rompe la simetría, pero permanece en
equilibrio, proporcionando cierta sensación de movimiento.
Rubens nos muestra a las tres
Gracias abrazadas, formado un circulo y la posición de los pies son los que
proporcionan la sensación de que bailan suavemente.
Con este lienzo, el gran Rubens relaciona la belleza con la enfermedad.
Autor: Andrés Carranza Bencano