EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
Lesiones faciales.
Cuando Jesús está orando en Getsemani, el olivar se llena de gente armada y
agitada. Judas le dice a Jesús: "¡Salud, Rabbí!", y el Maestro le
responde: "Amigo, ¿a qué vienes?". Jesús recibe
el beso de Judas, que sirve para identificarlo, pues según fuentes apócrifas,
Jesús tenia gran parecido con Santiago, y las autoridades no lo conocían, y los
soldados sabían que tenían que capturar a un hombre, por encargo de los empleados
del servicio de orden del Templo (Mt 26:48).
Con las manos atadas con una cuerda y con empujones Jesús es conducido arriba, a la Ciudad Alta, por la misma calle que había recorrido hacía pocas horas.
Según el evangelio de San Juan (Sj 18:19-23) el Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: “Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas”. “¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho”.
Apenas dijo esto, uno de los guardias le dió una bofetada a Jesús, diciendo: “¿Así contestas al Sumo Sacerdote?”. Jesús respondió: “Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”.
Jesús en casa de Anás. Madrazo y Agudo, José de. 1803. Óleo sobre lienzo. 176 x 226
cm. Museo del Prado. No expuesto. (ver)
Después se dirigen hacia el tribunal que preside el Sumo Sacerdote,
en el Palacio de Caifás, tan sólo a unos cientos de metros del Cenáculo, donde
ha sido convocada con urgencia una reunión extraordinaria de todos los
responsables.
En la Judea romana, la ley judía seguía vigente gracias a la
existencia del Sanedrín, el alto tribunal que se encargaba de mantener vivas
las esencias judías, que ni los invasores fueron capaces de hacer desaparecer.
Al
frente del Gran Sanedrín (se citaban 71 personas) en tiempos de Jesús estaba
Caifás. El Sumo Sacerdote, de la secta de los saduceos, estaba casado con una
hija de Anás, su antecesor en el cargo, y ante el que también llevaron a Jesús,
como hemos comentado, tras su apresamiento.
Jesús
calla, hasta que le hace una pregunta clave: “En nombre de Dios vivo, te conjuro a
que nos digas si tú eres de verdad el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios” y fijando
los ojos en el rostro del inquisidor, responde: “tú lo has dicho”, es decir, “así
es”.
Llenos de una rabia, todos gritan que el
Hombre ha blasfemado, ha osado profanar el nombre santo de Dios y “Tiene que
ser condenado a muerte”.
No
obstante, este tribunal no tenía autoridad, durante la ocupación romana, para
dictar sentencias de muerte, de ahí que la participación de Pilato en el
proceso, que acabó en la condena de Jesús, fuera necesaria.
Entonces, cuenta Mateo (Mt 26:57-75), le escupieron a la cara y empezaron a darle puñetazos y bofetadas, por turnos. Como le habían vendado los ojos, podrían reírse de él: “Ahora haz de profeta, Cristo, adivina quién de nosotros te acaba de golpear”. Incluso a través de la venda más espesa, hasta con los ojos bajos y llenos de lágrimas Jesús sería capaz de responder a sus preguntas, pero ha decidido no responder, dejar que el juego continúe. Y precisamente porque Él se comporta serenamente, sin reaccionar, los golpes le llueven encima, cada vez más duros y violentos.
Cada
uno le deja su señal, que se manifiestan en la Sabana Santa.
Las
monjas clarisas, que repararon las quemaduras de la Sabana, tras el incendio de
la Santa Capilla de Chambery, en la noche del 3 al 4 de diciembre de 1532,
emitieron un documento de la descripción de la Síndone, haciendo alusión al aspecto de la cara: "Ciertamente vemos sobre el bello cuadro
los sufrimientos que jamás puedan imaginarse. Trazos de una cara emplastada y
martirizada por multitud de golpes”.
En la frente, a la altura de la ceja derecha, se identifican contusiones, probablemente por puñetazos, que adoptan la forma de una clara hinchazón del párpado, lo que debió de afectar al cierre parcial del mismo. A un centímetro y medio de la nariz, se observa una excoriación de 6 cm, atribuible a un violento bastonazo, que ha roto la piel contra el hueso del arco supraorbitario.
En la otra ceja (izquierda) se observa una zona escoriativa-contusiva de
2,5 cm, producida por uno o varios puñetazos.
Esta región, al igual que sucede en la región geniana (pómulo), puede sufrir traumatismos muy fácilmente, porque tiene "salientes".
Los boxeadores,
por ejemplo, durante sus entrenamientos, se colocan cascos para proteger
especialmente cejas, nariz y pómulos, precisamente las mismas zonas donde
aparecen lesiones en el rostro de Jesús.
Las cejas,
como toda la cara, están muy irrigadas, pues arterias y venas
supraorbitarias dan lugar al nacimiento de los vasos frontales ascendentes,
lo que justifica la presencia de hematomas y hemorragias.
La Síndone
muestra claramente la presencia de una fractura de la nariz o pirámide nasal
(huesos propios y tabique nasal), con disyunción ósea (ensanchamiento nasal) y
deformidad de “nariz en silla de montar”, que hace que el extremo distal de la
nariz esté claramente desviado hacia la derecha. Se acompaña de una gran herida
que recorre el surco nasogeniano derecho.
El traumatismo causante de esta lesión sería producido por un golpe dado
por una persona, probablemente un alguacil, que se encontraba a su derecha y
que habría actuado con la mano izquierda y hacia arriba, porque los judíos empleaban
esa mano para escribir, ya que lo hacían de derecha a izquierda, luego
era su mano más hábil y ello explicaría la inclinación del golpe en el rostro y
que solo el lado derecho apareciera afectado.
Estas lesiones
podrían haber sido provocadas por un instrumento metálico que golpee y corte a
la vez, por ejemplo, el mango de una espada. Julio Marvizón Preney, especialista en el
tema, lo adjudica al uso habitual de porras o palos cilíndricos como armas.
Dada
la profusa vascularización de la zona, debió sangrar abundantemente, manchando
y empapando su poblado bigote y su barba, sobre todo en el centro, pues se observan chorros de sangre que salen de los orificios nasales.
Esta lesión y su consecuente sangrado profuso puede impedir la respiración normal, por oclusión nasal, y puede provocar vómitos e incluso, en caso de aspiración pulmonar, puede ser origen de neumonía.
También
se aprecia un gran hematoma en el pómulo derecho, que indica una fractura malar
derecha
desplazada con hundimiento de la zona y fractura asociada del suelo de la
órbita, con un desplazamiento del ojo hacia medial por hundimiento del mismo. Por
su forma, parece un fuerte golpe, propinado probablemente por un gran puñetazo
o una barra, un palo o un bastón de 4 o 5 centímetros de diámetro.
Las consecuencias de estas fracturas son una diplopía (visión doble), por asimetría ocular y por tanto la falta de coincidencia de las imágenes correspondientes a cada ojo.
Un dato nuevo sobre
la cara, aportado por Majorana y otros, es la presencia de asimetría
mandibular, con desplazamiento de la mandíbula hacia la izquierda.
Diversos autores consideran que el desplazamiento de la mandíbula, mentón
hacia el lado izquierdo, puede ser causado por lesiones de la articulación
temporo-maxilar (ATM), con una probable fractura subcondílea, que se suelen asociar a un
fuerte golpe en el lado derecho del mentón, generalmente por caída al suelo.
Puede asociarse a roturas dentales, con mala oclusión dental y dificultad de tragar y respirar y abundante sangrado, además de limitación de la apertura bucal (trismus).
La barba
aparece parcialmente arrancada, “le mesaron la barba” (Isaías 50:6), lo que le
da una forma bífida (este hecho también queda reflejado en las obras de los
artistas a partir del siglo VI) . Ocho siglos antes, Miqueas ya había dicho que
“herirán con vara en la mejilla al Mesías de Israel” …