EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
JUICIO
Jesús en casa de Anás. José de Madrazo y Agudo.
Es una obra significativa en la carrera juvenil de José Madrazo, al ser el primer cuadro de composición importante realizado por el artista durante su estancia en París, como discípulo de David.
Se trata,
indiscutiblemente, de uno de los testimonios fundamentales y más tempranos de
la pintura religiosa española del siglo XIX, además de uno de los lienzos de
composición más interesantes del neoclasicismo español.
Utiliza un canon de figuras de tamaño natural, que corta
los personajes por las rodillas, algo extraordinariamente inusual en la pintura
neoclásica de composición que, por la propia formulación teórica de esta
escuela, muy rara vez renuncia a las figuras de cuerpo entero en la
representación de escenas argumentales.
Esta obra representa, según el evangelio de San Juan (Sj 18:19-23), el momento durante el cual el Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Jesús le contestó: “Yo he hablado
abiertamente al mundo, yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el
templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a
escondidas”. “¿Por qué me preguntas a mí?. Pregunta a los que me han oído
de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho”.
Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba
allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: “¿Así contestas al sumo
sacerdote?”.
Jesús respondió: “Si he faltado al hablar, muestra
en qué he faltado, pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?”.
A la izquierda de la composición, se muestra al
sacerdote, que le interroga levantando el dedo índice de su mano derecha.
El sayón se dispone a abofetear al Nazareno tras su desafiante respuesta, con una gran expresividad de agresividad y dureza.
Esta concebido fundamentalmente como un alarde de estudio de anatomía,
evocador de la estatuaria clásica.
En el centro de la composición se muestra la figura de Cristo maniatado, en la que destaca el blanco inmaculado de la túnica y su serena belleza, de delicados cabellos rubios y rostro serio pero tranquilo, contrastando con la rudeza fiera y la mirada amenazadora del sayón que se dispone a abofetearle.
Estos dos personajes descargan toda la tensión
dramática de la escena.
Cierra la composición, por la
derecha, la figura de un soldado que se sorprende ante la violenta reacción del
guardián.
Magnífica descripción. Curso digno de estar expuesto. Maquinista la expresión del sayon y los ropajes del sacerdote y especialmente del nazareno
ResponderEliminarPerdón el dedo me ha hecho dos faenas quería decir cuadro y magnifica
ResponderEliminarUna maravilla su exposición y tu relato gracias un abrazo A.Iglesias
ResponderEliminarMagnifica exposición y un relato acorde con la misma. Gracias amigo.
ResponderEliminarMuy interesante y magnífica descripción . Gracias Andrés!
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