miércoles, 10 de septiembre de 2025

 MUERTE EN LA PINTURA

Finis Gloriae Mundi. Juan de Valdés Leal.

Finis gloriae mundi. Valdés Leal, Juan de. 1671-1672. Óleo sobre lienzo. 220 x 216 cm. Hermandad de la Santa Caridad.

Miguel de Mañara, reformador y Hermano Mayor de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, fue el encargado de dotar de un fuerte contenido doctrinal y visual a la iglesia del Hospital de la Caridad. Dentro de este programa encargó a Juan de Valdés Leal la ejecución del célebre lienzo “Finis gloriae mundi”, concebido como complemento de su pareja “In ictu oculi”. Ambas obras forman lo que se conoce como “Los jeroglíficos de las postrimerías”, conjunto destinado a instruir a los cofrades sobre la fugacidad de la vida y la necesidad de prepararse para el juicio divino tras la muerte.

El título “Finis gloriae mundi” (“El fin de la gloria del mundo”) procede de la cartela pintada en la parte inferior del lienzo y parece tener como antecedente el emblema XIX de los "Emblemas Morales" de Sebastián de Covarrubias (1610). En aquella estampa se representaba una cripta repleta de esqueletos, acompañados de signos del poder terrenal (tiara papal, corona real y mitra episcopal) con un texto poético que recordaba cómo la muerte iguala a todos los hombres, sin importar su dignidad ni condición.

La composición del cuadro de Valdés Leal puede dividirse en tres planos principales:

Primer plano

Se distinguen dos ataúdes abiertos. En uno yace el cadáver de un obispo, que representaría a la Iglesia, identificado por las vestiduras litúrgicas, cuyo cuerpo aparece corrompido por gusanos e insectos. La tradición ha querido ver en él al arzobispo hispalense don Antonio Paino, fallecido repentinamente en 1669, conocido por su piedad y por haber adoptado como lema de su pontificado la frase “Sigue la Cruz”.

Cadáver de un obispo

Detalle

En el ataúd contiguo descansa el cuerpo de un caballero cubierto con la capa de la Orden de Calatrava, reconocible por la cruz roja bordada. Este personaje simboliza la nobleza y, según el padre Cárdenas, primer biógrafo de Mañara, sería incluso un autoretrato del propio fundador, representado como cadáver consumido y reducido a huesos, en un gesto de humildad y meditación sobre la muerte. La elección de un caballero calatravo no es casual: a ojos de la época, evocaba virtudes como la valentía y la defensa de la fe, aunque aquí la gloria militar y terrenal aparece vencida por la corrupción de la tumba.

Caballero de la Orden de Calatrava

Detalle

Bajo ambos cuerpos, una inscripción en latín resume la enseñanza: “Finis Gloriae Mundi” (El fin de la gloria del mundo), recordatorio de que toda grandeza humana concluye en la disolución de la carne. Nos muestra la fragilidad de la vida y los implacables efectos de la muerte.

Segundo plano

Desde lo alto emerge la mano de Cristo, marcada por las llagas de la crucifixión, rodeada de resplandores y nubes. En ella sostiene una balanza que sopesa las acciones humanas, las buenas obras frente a los vicios practicados por el hombre durante su vida.

Detalle de la mano de cristo con la balanza

Detalle de los platillos

En un platillo (izquierda) se acumulan los vicios, representados alegóricamente por animales: el cerdo de la gula, el pavo real de la soberbia, el perro iracundo, el murciélago envidioso, la cabra de la avaricia, el mono de la lujuria y el perezoso de la acedia. Una cartela añade la sentencia “Ni más”, subrayando que ningún exceso de pecado puede ser excusado.

Platillo de la izquierda


En el platillo opuesto (derecha) aparecen las virtudes y obras piadosas: disciplinas de penitencia, rosario, libros de oración y, coronándolo todo, un corazón inflamado con el anagrama de Jesús (IHS), símbolo del amor divino. Aquí se lee la expresión Ni menos, recordando que tampoco deben faltar las buenas obras para la salvación.

Platillo de la derecha

Este equilibrio refleja la doctrina cristiana según la cual el destino eterno depende de la conducta personal: la balanza se inclina según las elecciones del hombre. Algunos autores interpretan esta imagen como la confrontación entre dos modelos de vida (el vicioso y el virtuoso) nivelados por la muerte, que actúa como gran igualadora.

Estas inscripciones “NI MAS” y “NI MENOS” indican que en la vida del hombre debe predominar la virtud y el amor sobre los vicios.

Tercer plano

En un nivel más sombrío se advierten calaveras apiladas, un cadáver extendido y, a la izquierda, una lechuza que dirige su mirada hacia el espectador. Esta ave nocturna, tradicionalmente asociada a la oscuridad y a la ceguera espiritual, refuerza la atmósfera de advertencia y reflexión.

Detalle del cadáver

Detalle de la lechuza


En conjunto, “Finis gloriae mundi constituye una poderosa meditación barroca sobre la vanidad de las glorias humanas y la inevitabilidad del juicio divino. El lienzo cumple a la perfección con los objetivos de la espiritualidad contrarreformista: conmover, instruir y advertir al fiel de que la salvación no depende de honores ni riquezas, sino de la práctica constante de las virtudes y de la caridad.

Por Andrés Carranza Bencano