EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA
Crucificado de la Iglesia de los Capuchinos.
En la cabecera de la nave del evangelio, nos encontramos con
una simple capilla que contiene un crucificado de estilo barroco del siglo XVIII, de autor anónimo.
El único dato concreto que se conoce de este crucificado es
que se destinó a la Orden Tercera del Convento a finales del siglo XVIII, pero
los estudios concuerdan en indicar que la efigie es anterior (finales
del XVI y principios del XVII), en concreto es una talla de
estilo manierista, de autor anónimo.
Es un
crucificado vivo que mira hacia la derecha y lo más llamativo es que se retuerce
en la cruz de forma dramática, como la “serpentinata” manierista, que recuerdan al "contraposto" del grabado
de Miguel Ángel, como en el crucificado de la
Expiración del Museo.
Fisiopatológicamente
esta actitud se corresponde con las contracciones tetánicas secundarias a los
graves trastornos del metabolismo hidroelectrolíticos, en relación con todo el
proceso de la Pasión.
Crucificado
Como hemos
comentado, presenta la cabeza caída y dirigida hacia la derecha con los
parpados semicerrados, con una expresión en los ojos de extrema dulzura, y con la mirada
perdida como corresponde a los últimos momentos de la vida.
Detalle de la cabeza y cara desde
el lado izquierdo
Detalle de la cabeza y cara desde el lado izquierdo
Detalle de la cabeza y cara desde
el lado derecho
Detalle de la cabeza y cara desde el lado derecho
Los brazos se mantienen casi horizontales como corresponde a un
Cristo vivo y presenta los clavos en las palmas de las manos con extensión de
los dedos.
Detalle de los brazos
Detalle del brazo derecho
El paño de pureza apoyado sobre una cuerda y anudado al
lado derecho, deja al descubierto la zona de la cadera derecha. Presenta una
gran oblicuidad pues se adapta a la asimetría pélvica que manifiesta el “contraposto”,
responsable de una gran sensación de movimiento.
Detalle
del paño de pureza
Los pies se fijan con un solo clavo, estando el pie
izquierdo sobre el derecho, situación poco habitual en las representaciones artísticas
de la crucifixión, pero que se corresponde con lo que nos muestra la Sabana Santa de Turín (ver).
Por Andrés Carranza Bencano