PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA
Pie griego
La Venida del Espíritu Santo. Juan de Roelas.
La venida del Espíritu Santo. Roelas, Juan de. Hacia
1615. Óleo sobre lienzo. 363 x 329 cm. Museo de Bellas Artes. Sala V. Procede
de la Iglesia del Hospital del Espíritu Santo de Sevilla, tras la
Desamortización de 1840
La venida del Espíritu Santo es una
obra de notable efecto escenográfico y extraordinaria riqueza cromática,
concebida para impresionar al espectador tanto por su intensidad visual como
por la profundidad de su mensaje teológico.
En el registro inferior de la
composición se dispone la Virgen María, sentada en el centro y rodeada por el
colegio apostólico, en el instante solemne en que tiene lugar la efusión del
Espíritu. Las lenguas de fuego que se posan sobre las cabezas de los apóstoles
constituyen el signo visible de este acontecimiento, tal como lo describe la
tradición cristiana al relatar el episodio de Pentecostés.
Detalle del registro inferior de la composición
En la zona superior del lienzo se abre
un amplio rompimiento de gloria, poblado de nubes luminosas y querubines, del
que emerge la Paloma del Espíritu Santo. Este recurso iconográfico subraya el
origen divino del don recibido por los apóstoles y conecta la escena terrenal
con la esfera celestial, estableciendo un eje vertical que articula toda la
composición y refuerza su carácter sobrenatural.
Detalle del registro superior de la composición
Sin embargo, desde
el punto de vista teológico, no es la Virgen quien ocupa el papel central en el
acontecimiento, a pesar de su posición destacada dentro del grupo. María
aparece recogida y silenciosa, ajena al fenómeno de la glosolalia que afecta al
resto de los presentes. El verdadero protagonista, aunque ausente de forma
visible, es Cristo resucitado, quien envía el Espíritu Santo a los apóstoles.
Es Él quien, de manera invisible, infunde este don para capacitarlos a anunciar
el Evangelio a todos los pueblos, concediéndoles la facultad de hablar lenguas
que nunca habían aprendido, con el fin de llevar el mensaje cristiano a los
gentiles.
Esta interpretación se comprende mejor
a la luz del Evangelio de san Juan (Juan, 14: 16 y 15: 26), donde se recoge el pensamiento y la esperanza de los apóstoles. Jesús
les asegura que, tras su partida, no quedarán abandonados, sino que el Padre
les enviará otro consolador, el Paráclito o Espíritu de la verdad, que
permanecerá con ellos para siempre. Más adelante, después de la Resurrección (Juan, 20: 21-22), el mismo evangelista presenta a Cristo reafirmando esta
misión de forma aún más explícita, cuando sopla sobre los discípulos y les
comunica el Espíritu Santo, enviándolos al mundo del mismo modo en que Él fue
enviado por el Padre. Esta misma idea aparece también en el Evangelio de Mateo
(Mateo, 3:11), en las palabras de san Juan Bautista, quien anuncia a aquel que
bautizará no sólo con agua, sino con Espíritu Santo y fuego.
De este modo, aunque Cristo no figure
físicamente en la escena, es Él quien concede el Espíritu Santo y quien actúa
como auténtico eje del acontecimiento de Pentecostés. Su presencia es real,
aunque invisible, semejante a una fuerza viva que anima y transforma a los
apóstoles, marcando el inicio de la misión universal de la Iglesia.
Finalmente destaca el apóstol arrodillado situado
en la esquina inferior derecha de la composición, que nos muestra el pie
descalzo de morfología griega, con el primer dedo más corto que el segundo.
Detalle del apóstol arrodillado situado en la esquina inferior derecha
Se conoce como griego debido a que en la
mitología griega está asociado a las diosas y sus poderes.
Detalle del pie del apóstol
Esquema de la morfología del antepie
Por Andrés Carranza Bencano