EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA
Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Hermandad de los Estudiantes.
El Padre Pedro de Urteaga, era el prepósito (ver) de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Sevilla, que se encontraba en la que luego sería la sede de la Universidad y actualmente la Iglesia de la Anunciación.
Pues bien, el 13 de marzo de 1620, contrata a Juan de Mesa y Velasco para la elaboración de la talla de un crucificado, para el culto sacerdotal interno de una Hermandad de Sacerdotes.
En la carta del concierto, el
artista queda obligado a “dar hechas y acabadas dos imágenes de escultura, la
una de Cristo Crucificado y la otra de una Magdalena abrazada al pie de la
cruz, de madera de cedro ambas dos, de la estatura ordinaria humana”, por el precio de ciento y cincuenta ducados, recibiendo 300 reales al contado y el resto una vez finalizadas las
tallas.
El paradero actual de
la imagen de la Magdalena es desconocido, si es que aún existe.
Las imágenes fueron
terminadas el 8 de septiembre de 1620, pero el crucificado no fue
entronizado hasta el primer domingo de Cuaresma de 1621, instalándose
las imágenes en un retablo nuevo, situado frente al
púlpito.
La imagen en un
principio no fue concebida para ser sacada en procesión, su
adjudicación a la Congregación de Sacerdotes debió estar motivada, según
Gutiérrez de Ceballos, para que éstos meditasen y conversasen con la imagen de
Cristo muerto, según aconsejaba san Ignacio en los Ejercicios.
El grupo escultórico es alegórico
al arrepentimiento de María Magdalena, y así lo explica el padre Antonio de
Solís en el manuscrito “Los Dos
Espejos”, que narra los sucesos principales de la Casa Profesa hasta el
año 1755. Allí comenta que la congregación de clérigos se fundó en
1600, para impedir el ejercicio de la prostitución en los días festivos, y
por tanto la motivación era la
búsqueda del arrepentimiento y la conversión de los pecados de la carne.
Así, por lo que
se refiere a la advocación de la Buena Muerte, no consta documentalmente
el hecho de que la Imagen recibiese culto con este nombre desde su
hechura, ni estuviese relacionada con dicha motivación.
Un siglo más
tarde, en 1725, se quiso crear en la citada Casa Profesa una congregación
de la Buena Muerte. En el texto que hace referencia a dicha fundación, se dice
que los titulares serían “la Virgen Santísima Dolorosa a
los pies de Cristo Crucificado y el Señor San José, especialísimo abogado de la
buena muerte “.
Es muy probable que fuese a partir de entonces cuando al Cristo comenzase a denominársele de la "Buena Muerte".
En una descripción del actual templo de la Anunciación, dos
años después, se dice que el primer altar que existe en la nave del templo, en
el lado de la epístola, está ocupado por el “Santo Cristo de la Buena Muerte”.
Durante el reinado de Carlos III (1759-1788), tiene lugar el afán reformador y por la “Pragmática Sanción” (ver) de 1767, se acuerda la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los dominios de la corona española.
La
antigua Casa Profesa pasó a ser Universidad, y
con ella todos sus bienes, entre ellos el Cristo de la Buena Muerte, que pasó a
ocupar diversos lugares dentro del edificio.
A principio del siglo
XX, una serie de profesores y alumnos se interesan por este crucificado y el 17
de noviembre de 1924 se aprueban las primeras reglas y se crea la Hermandad de los Estudiantes, como hermandad penitencial con la imagen del Cristo como
titular, con la advocación de Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
La
sede canónica fue instaurada en la Iglesia Universitaria de la Anunciación de
la calle Laraña, realizando su primera estación de penitencia el martes santo
de 1926, solo con el paso de Cristo.
Con ello, además de volver a
exponerlo al culto, se evitaba su posible traslado por el Gobierno al Museo
Nacional de Escultura de Valladolid.
En 1924, la Hermandad
adquirió la imagen de la Virgen de la Angustia que salió por primera vez el
Martes Santo de 1946, pues entre 1932 y 1934, con motivo de la clausura de la
Iglesia en la Segunda República, no se realizó estación de penitencia, sino solo
se realizaron cultos, ante fotografías de las imágenes, en la Iglesia del
Salvador.
La Hermandad de los
Estudiantes pasó a llamarse oficialmente como “Pontificia, Patriarcal e
Ilustrísima Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la
Buena Muerte y María Santísima de la Angustia”.
La imagen de la
Virgen de la Angustia fue realizada por Juan de Astorga en 1817, y perteneció a
la extinta Hermandad del Desprendimiento de Cristo, donde se rendía culto bajo
la advocación del Dulce Nombre de María.
Cuando acaba la Guerra Civil la
hermandad se consolida en la Anunciación, Iglesia justamente aledaña a la
Universidad (hoy facultad de Bellas Artes). En esta Iglesia coincidió con
hermandades como la Macarena o el Silencio.
En los años 50 la
Universidad traslada su sede a la antigua Real Fábrica de Tabacos y en 1954 el
Cristo se muda a ella desde la iglesia de la Anunciación, colocándose en un
altar en el Aula II de la Facultad de Derecho.
En 1966 la
sede de la hermandad se traslada a su actual capilla, cedida para el culto,
ubicada en la calle San Fernando, construida por Sebastián Van der
Borch entre 1756-1763, aunque la salida procesional se realiza desde el “Hall”
de la Antigua Fábrica de Tabaco (Rectorado), hasta donde se produce el
“retranqueo” de los titulares el Lunes Santo.
Dentro
de la capilla se sitúa en el Altar Mayor, lugar primitivamente ocupado por la
Virgen de los Remedios, sobre un Sagrario que reproduce la portada de la
Fábrica de Tabacos, con la Fama y las rejas del siglo XIX.
En
1973 las imágenes fueron portadas por primera vez por hermanos costaleros.
La factura de este crucificado es
impactante, por lo que fue muy imitado.
Entre los crucificados que se
contrataron con el maestro, bajo la cláusula de que los tallaran a imitación
del de la Casa Profesa, está el que le encargó el pintor Jerónimo Ramírez para
Francisco de Tejada y Mendoza. En el contrato del 16 de marzo de 1621 estipuló
“una hechura de Cristo del natural conforme al que está hecho en la Compañía de
Jesús en la Casa Profesa de esta dicha ciudad de Sevilla”.
También se tomó como modelo para
otras dos imágenes, en 1621, para la que María Elena Gómez Moreno situó en la
Iglesia de San Isidoro de Madrid y que actualmente preside el Altar Mayor de la
catedral de la Almudena, firmando su autoría en un pergamino que se colocó en
la unión de la cabeza, y otra, en 1627, actualmente sin identificar.
La imagen está tallada en madera de cedro policromada, mide 1,76 metros de altura, presenta una cruz
arbórea propia de la época barroca, corona la cruz la popular inscripción
"INRI" (IESVS NAZARENVS REX IVDAEORUM=JESÚS DE NAZARET, REY DE LOS JUDÍOS).
La imagen reproduce el instante
concreto de la defunción, por lo que hace visible la laxitud y las alteraciones
tanatologías especificas del periodo postmorten, constituyendo un auténtico
tratado de los acontecimientos que
ocurren en un cuerpo pocos minutos después de la muerte. Por ello, se puede pensar que Juan de Mesa no sólo visitaba los
depósito de cadáveres sino que debió de ser testigo de muertes en directo, que
le permitieran esta fidelidad asombrosa y exactitud minuciosa de músculos, tendones y vasos sanguíneos, con el cuerpo vencido sobre los brazos, el abdomen
rehundido mientras las costillas se comienzan a destacar, el afilamiento de los
rasgos, la aparición de los primeros moratones post mortem.., pero al mismo
tiempo manifestando el modelado dulce de su maestro.
El
rostro del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, muestra toda la paz que debe
llevar la advocación de Buena Muerte, dando una sensación de descanso eterno
después de un gran sufrimiento, es “toda dulzura, poesía, reposo, serenidad”,
manteniendo la frescura de la vida.
La
cabeza esta desprovista de la corona de espina que Mesa solía tallar en el
mismo bloque craneano, lo que hace más evidente las heridas de las espinas de
la frente, dejando más al descubierto la cabeza y permitiendo la presencia de
sangre por los laterales del rostro y por el lateral de la nariz.
Las
cejas se presentan fruncidas por la tensión del dolor. Los ojos almendrados
están semicerrados. La nariz afilada. Los pómulos muy marcados, cuya policromía
se oscurece para darle mayor dramatismo a la imagen. La boca entreabierta, con labios
carnosos, muestra las piezas dentales superiores perfectamente talladas. La barba
es frondosa y el cabello ondulado cae sobre el hombro derecho dejando al
descubierto la oreja izquierda, cuya policromía es oscura.
El
cuello está totalmente flexionado hacia la derecha con una tensa musculatura y
la cabeza se apoya sobre el pecho
Los
brazos están totalmente estirados, formando una “V” y las manos, fijadas por
clavos a nivel de las palmas, presentan signos de rigor mortis.
El
torso del Cristo presenta la herida de la lanza de Longinos y de ella brota
gran cantidad de sangre que cae hacia el torso y termina en el sudario.
.
El sudario o paño de pureza, está
anudado a través de una cuerda muy visible en la parte derecha del Cristo, con
amplios pliegues y bastante tela sobrante, tanto en la parte derecha como en la
izquierda, recogida en dos moños laterales, dándole a la imagen barroquismo y
dramatismo. Su apertura sobre la ingle deja al
descubierto la cadera derecha lo que permite un desnudo camuflado con lo que manifiesta
sus conocimientos anatómicos.
Las piernas están semiflexionadas con heridas de la pasión en las rodillas, y la sangre cae hacia los pies.
El pie derecho se sitúa por encima del izquierdo, con un solo clavo, al contrario del Cristo de la Clemencia de Juan Martínez Montañés que contaba con un clavo para cada pie, en relación con la visión que tuvo Santa Brígida y que fue recogida por Francisco Pacheco.
En este caso Juan
de Mesa se alejó de esa concepción de su maestro. Los pies presentan cierta
rigidez, sobre todo en los dedos donde llega la sangre desde la herida del clavo.
En 1983, mientras el
Cristo era trasladado para celebrar su Quinario anual desde la Universidad a la
iglesia de la Anunciación, se desprendió la cabeza del Crucificado de su
ensamble. Durante la restauración por parte del profesor Francisco Arquillo Torres, fue
hallado un documento que confirmaba la autoría y la datación de la obra: ”Ego
feci Joannes de Mesam anno de 1620”.
En 1985 los hermanos Cruz Solís, al ultimar la consolidación de la talla, encontraron otro escrito que fijaba su terminación el 8 de septiembre de 1620.
Entre el 1 de junio de 1994 y el 9 de marzo de 1995, fue nuevamente intervenido en el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales dependiente del Ministerio de Cultura de Madrid, por Raimundo Cruz Solís e Isabel Pozas que limpiaron la policromía, eliminaron los repintes, e integraron la película pictórica, donde faltaba, excepto en los pies y colocaron una espiga en el dedo índice de la mano izquierda.
En 2017, el
restaurador Pedro Manzano Beltrán realizó un informe diagnóstico del estado de
conservación de la imagen, incluyendo TAC y radiografías. La
Universidad de Sevilla solicitó a la Comisión Provincial de Patrimonio el correspondiente
permiso de intervención, que fue realizado en
2018, siendo repuesto al culto en enero de 2019.
El
proceso incluiría "la revisión de los ensambles, consolidación y cierre de
fisuras; consolidación y valoración del estado de conservación de los elementos
metálicos, con el fin de determinar su
posible extracción y sustitución por espigas de madera".
Asimismo, "se realizará corrección del desencuentro en la unión de la mano izquierda a la
cruz; protección de la película pictórica que presente riesgo de
desprendimiento mediante papel japonés y cola orgánica; limpieza mecánica del
polvo y depósitos superficiales de la Imagen con brochas de pelo suave y
aspirador; fijación puntual de la policromía; reintegración de lagunas de
preparación con la misma composición a la del original; reintegración cromática
no diferenciada de estas lagunas y desgaste de la línea de agua de ambos ojos,
las cejas y el nacimiento del cabello en el contorno del rostro; así como la
protección final mediante la utilización de resinas sintéticas estables y
duraderas, ajustando el punto de brillo".
Finalmente, el Cristo fue fijado a una nueva cruz realizada en el taller de Manuel Guzmán Bejarano.