domingo, 18 de mayo de 2025

SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

San Pedro Penitente.  Bartolomé Esteban Murillo.

San Pedro penitente.  Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1675. Óleo sobre lienzo. 155 x 210 cm. Fundación Fondo de Cultura de Sevilla (Focus).

Es muy probable que esta pintura fuera encargada por el canónigo de la Catedral de Sevilla Justino de Neve, estrecho amigo y mecenas de Murillo. En su testamento, fechado en 1685, dispuso que la obra fuera donada al Hospital de los Venerables. Sin embargo, contrariamente a su voluntad, no fue ubicada en la enfermería, sino en un altar al pie de la iglesia. Allí se conserva todavía su marco original, tallado en madera dorada y calada, integrado en un retablo que presenta los símbolos papales (las llaves y la tiara) entrelazados con dos palmas, emblemas del martirio.

Durante la ocupación napoleónica, en 1810, el lienzo fue saqueado y trasladado a París, donde formó parte de la colección del Mariscal Soult.

Tras la muerte de este en 1851, la obra fue vendida y enviada al Reino Unido, donde permaneció en colecciones privadas durante más de siglo y medio, fuera del alcance del público. Solo era conocida a través de una fotografía publicada por Diego Angulo en la década de 1970. 

En 2011, gracias a la labor de Gabriele Finaldi, la pintura fue redescubierta y exhibida en la muestra "Murillo y Justino de Neve: el arte de la amistad", organizada por el Museo del Prado, la Fundación Focus y la Dulwich Picture Gallery. 

En 2014, en un destacado esfuerzo de recuperación patrimonial, Abengoa la adquirió y la cedió en depósito a su Fundación para incorporarla a la colección permanente del “Centro Velázquez”.

Antes de su exposición pública, la obra fue sometida a un minucioso proceso de estudio técnico y restauración en el Museo Nacional del Prado, donde se lograron recuperar tanto la riqueza cromática como las transparencias originales, devolviendo a la pintura toda la vitalidad de su pincelada.

El proceso creativo de esta obra se vincula también a un dibujo conservado en el British Museum de Londres, de notable calidad, que presenta algunas variaciones respecto a la composición final, como la disposición de la figura de San Pedro o la inclusión del gallo. Este estudio pudo haber servido como etapa intermedia entre la estampa original y la versión definitiva.

En esta obra, Murillo acusa la influencia de José de Ribera, especialmente de una estampa fechada en 1621 atribuida al artista valenciano, cuya visión severa y dramática es reinterpretada por Murillo en un tono más humano y sereno.

En los evangelios de Mateo (Mt 26:33-35), Marcos (Mc 14:29-31), Lucas (Lc 22:33-34) y Juan (Jn 18:15-27) se relatan las negaciones de Pedro a Jesús. Estas negaciones suceden después de que Jesús predice, durante la Última Cena, que Pedro lo negaría tres veces antes de que el gallo cantara. Los relatos difieren ligeramente en detalles, pero coinciden en que Pedro, ante el temor y la presión, negó conocer a Jesus, y que al oir el canto del gallo, salió fuera y lloró amargamente. 

El tema de San Pedro penitente o en lágrimas fue particularmente relevante en la España del Siglo de Oro, ya que, en el contexto de la Contrarreforma, servía como poderosa herramienta visual para exaltar el arrepentimiento, la confesión y la penitencia, caminos hacia la redención del alma.

En la escena, San Pedro aparece al amanecer, sumido en el dolor por haber negado a Cristo. Sentado ante una gruta, apoya un brazo sobre una roca, entrelaza las manos con fuerza y eleva la mirada al cielo con expresión de súplica y contrición.

Detalle del rostro y de las manos de san Pedro

Detalle de las manos

Detalle del rostro

Detalle del libro

Detalle de las llaves

Llama la atención el tratamiento de sus pies descalzos, que presentan la morfología conocida como “pie griego” y una ligera deformidad compatible con hallux valgus.

Los pies desnudos son símbolo de humildad y al mismo tiempo simbolizan el estatus divino, pues andar descalzos requería una resistencia sobrehumana al dolor.

Detalle de los pies

Detalle del pie derecho

Por Andrés Carranza Bencano