PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA
Hallux Valgus
El Expolio. El Greco.
El expolio.
El Greco. 1570. Óleo sobre lienzo. 285 x 173 cm. Catedral santa María de Toledo
Consta documentalmente
que recibió 400 reales de adelanto a cuenta de la realización del cuadro “Expolio” el 2 de julio de 1576 por
parte del cabildo de la catedral de Toledo.
La entregaría dicha obra en el año 1579
y la firma con la que proclama su autoría se advierte en la hoja de papel que
aparece doblada en la parte inferior derecha en primer plano.
El
Expolio de Cristo estaba destinado al vestuario de la sacristía catedralicia,
donde el despojo de las vestiduras de Jesús obtenía un gran valor simbólico.
El motivo del cuadro
encargado por el cabildo, “El
Expolio”, es el momento inicial de la Pasión en el que Jesús
es despojado de sus vestiduras, para lo que el pintor se inspiró las Meditaciones sobre la Pasión de San Buenaventura, pero la composición no fue considerada adecuada por el cabildo.
En los evangelios canónicos, no
consta que las tres Marías (La Virgen, María Magdalena y María Cleofás), que el
Greco sitúa en la parte inferior de la composición, estuvieran presentes en ese
momento, ni tampoco en el evangelio apócrifo de Nicodemo, así, en su rechazo se argumentaba que los evangelios
canónicos sólo decían: “(…)los que aman a Jesús se mantenían a lo lejos (…)”
De San Buenaventura procede igualmente la soga con la que Cristo es
atado: “(…)y
a Él le arrastraron atado con una soga como se hacía con los ladrones (…)”.
El cabildo tampoco aceptó
la situación de los acompañantes por encima de Cristo, basado en iconografías
antiguas bizantinas, por considerar que eran impropiedades que oscurecían la historia y desvalorizaban a Cristo.
Este fue el motivo del
primero de los pleitos que tuvo el pintor en España, por desavenencias sobre
los cuadros con sus clientes. En este caso, después de diversas reclamaciones y
tasaciones, el pintor acabó recibiendo como pago 350 ducados sin verse obligado
a cambiar las figuras que habían generado el conflicto.
La composición representa a Cristo en el centro, mirando al cielo con una expresión de serenidad, vestido con una túnica de color rojo intenso que domina el resto de la composición. El rostro de Jesús está cargado de dramatismo, especialmente los ojos, llenos de lágrimas conseguidas con un ligero toque del pincel. El amplio cuello y la postura de los dos dedos juntos serán características típicas de la mayor parte de las figuras de El Greco.
El
rostro melancólico del Salvador queda violentamente yuxtapuesto a las figuras
de sus ejecutores, que se amontonan en torno a él, una masa de figuras dispuestas a desnudarlo para comenzar la Pasión, creando una impresión de desorden con sus
movimientos, gestos, picas y lanzas.
En la parte trasera destaca un
enigmático personaje con un sombrero rojo y golilla que señala al espectador y apunta
acusadoramente a Cristo, mientras otros dos discuten sobre sus vestiduras. Sobre este personaje se han dado las más
variadas versiones. Se ha señalado la
sintonía de este gesto con las admoniciones de San Buenaventura que prepara al
fiel bajo las fórmulas "mira", "«considera" y "«advierte". Se plantea que
representara a uno de los sacerdotes que acusaban a Jesús o que fuera un simple
espectador que refuerza la intemporalidad del asunto.
Otro hombre
vestido de verde a la izquierda de Cristo lo sujeta con una cuerda y va a
proceder a desnudarlo para su crucifixión.
En la parte
inferior derecha destaca el escorzo del sayón
que prepara la cruz perforando un agujero para facilitar la inserción del
clavo que atravesará los pies de Cristo.
A la derecha de Cristo, se
encuentra un soldado romano con armadura anacrónica, pues se corresponde con la
época del pintor. Se trata de una licencia
artística que ha dado pie a varias interpretaciones. Unos lo han identificado
con Longinos, el centurión romano que contempla impasible la escena, para luego
convertirse al cristianismo. Para otros se trataría, en cambio, de un recurso
grequiano, destinado a reforzar el carácter intemporal y simbólico del cuadro.
En la parte inferior izquierda
aparecen las tres Marías contemplando la escena con angustia, se muestran en una perspectiva desde arriba, en contraste con
la frontalidad que preside la escena principal.
Todo lo que no es el
protagonista se encuentra oscurecido y rebajado mientras que Cristo se ilumina
y destaca. El rostro iluminado de Cristo y su túnica roja forman un contraste
muy fuerte con los oscuros rostros de los acompañantes y con la entonación gris
que domina el fondo del cuadro, en la misma línea de grises que la armadura del
caballero a la derecha de Jesús.
El Greco y su taller
pintaron varias versiones sobre este mismo tema, con variantes. Entre ellas destaca
la del Museo del Prado firmada por el hijo del pintor. Las principales
variaciones de esta copia respecto al original, además de la calidad, es la
corona de espinas que lleva Cristo, las figuras de primer término son algo
mayores mientras que las del fondo están más alejadas. En general las figuras
de las copias son burdas y no son comparables a la maestría del original.
Advertimos además que, en el lado
derecho, en segundo término, se ha incluido un personaje que no está
representado en la tela de la catedral, un hombre anciano y canoso, con barba y
escaso cabello de espaldas al espectador. El personaje que está a su derecha y
que en la pintura original muestra toda la cabeza, en esta copia ha quedado
parcialmente oculto