sábado, 16 de agosto de 2025

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Hallux Valgus interfalángico

Noli me tangere. Antonio Allegri da Correggio.

Noli me tangere. Correggio, Antonio Allegri da. Hacia 1525. Óleo sobre tabla pasada a lienzo. 130 x 103 cm. Museo del Prado. Sala 049. (ver) (CC BY 3.0)

Realizada en la etapa de madurez de Correggio, esta pintura constituye una de sus obras más emblemáticas y ocupa un lugar singular dentro de su trayectoria, pues, según parece, fue la primera que el artista ejecutó para un cliente ajeno a Correggio y Parma, ciudades en las que concentró casi toda su producción.

La primera mención documental de la obra aparece en la “Graticola di Bologna” de Pietro Lamo (1560), donde se señalaba que en la residencia del conde Augustino Orcolani se conservaba “un bellísimo Cristo en el huerto con la Magdalena a sus pies, de mano de Correggio”. Allí continuaba todavía en 1568, cuando Giorgio Vasari, en la segunda edición de sus Vidas, la elogió subrayando la extraordinaria suavidad y delicadeza de su ejecución. Según el propio Vasari, el cuadro fue encargado para el oratorio privado de los Hercolani en Bolonia, probablemente por Vincenzo Hercolani, miembro de la cofradía del Buon Gesù. Los estatutos de esta congregación instaban a sus hermanos a colocar imágenes devocionales en sus hogares y a practicar meditaciones centradas en la Pasión de Cristo, lo que encuadra perfectamente con el tema de la obra.

El recorrido coleccionista del lienzo fue complejo. Pasó de la familia Hercolani al cardenal Pietro Aldobrandini en 1598 y, posteriormente, al cardenal Ludovisi en 1621. En 1632 lo heredó el príncipe Lodovico Ludovisi, quien, según la tradición, lo habría entregado a Felipe IV como compensación por el feudo de Piombino. Sin embargo, Velázquez dejó testimonio de que la pintura llegó a España a través de Ramiro Núñez de Guzmán, II duque de Medina de las Torres, quien la depositó en la sacristía del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde fue registrada por el padre Francisco de los Santos en 1657.

Allí permaneció hasta la Guerra de la Independencia, cuando se trasladó temporalmente a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, retornando a El Escorial en 1813. Finalmente, en 1839 ingresó en el Museo del Prado.

Investigaciones recientes, como las de Morán Turina (2024), han sacado a la luz un dato inédito que modifica sustancialmente esta trayectoria: en el reverso de la tabla original (pasada a lienzo en 1934) se conserva el sello al fuego de Carlos I de Inglaterra. Este detalle, olvidado tras el cambio de soporte y apenas mencionado en guías antiguas del Museo, vincula la pintura con el interés del monarca inglés por adquirir obras de la colección Ludovisi en 1635. De hecho, entre los bienes subastados tras su ejecución en 1649 aparece inventariada una obra de Correggio descrita como “Christ in ye Garden”. Vendida en marzo de ese año a Remigius van Leemput, fue comprada poco después por Alonso de Cárdenas, agente de Felipe IV en Londres, quien la remitió a la corte española en 1650.

Esta circunstancia abre una hipótesis novedosa: que la pieza enviada por Ludovisi a Felipe IV fuera una copia, mientras que el original entró en la colección real a través de la compra en Inglaterra. Ambas versiones habrían llegado a El Escorial, y, tras comprobarse la autenticidad, la copia quedó relegada en favor del original.

El tema representa el pasaje evangélico en el que Cristo resucitado se aparece a María Magdalena y le dice: Noli me tangere "No me toques, porque aún no he subido al Padre" (Jn. 20: 14-18). La escena, cargada de simbolismo, subraya que la relación con el Resucitado no puede entenderse en términos físicos, sino espirituales. Maurice Zundel, en el siglo XX, interpretó estas palabras como una invitación a un encuentro interior “de corazón a corazón”, aludiendo a la fe como único camino de acceso a Cristo glorificado.

Iconográficamente, Jesús suele representarse con atributos de hortelano, en alusión a la confusión inicial de Magdalena, que lo toma por el jardinero (Jn 20, 15). Correggio, sin embargo, introduce variaciones: sustituye el manto blanco o rosado habitual por uno azul, quizá en alusión al cielo, y omite los estigmas, símbolo de la perfección alcanzada en la Resurrección. La composición está construida mediante una diagonal ascendente que une el brazo derecho de Cristo, que contiene con suavidad a la Magdalena, con el izquierdo, que apunta hacia lo alto, gesto reforzado por la presencia del árbol que estructura la escena.

Detalle de Jesús


María Magdalena, visiblemente conmovida por el encuentro con Cristo, aparece representada ataviada con un vestido de color amarillo, característico de las meretrices. Este detalle la aproxima, además, a la iconografía de la “Santa Cecilia” de Rafael (Pinacoteca Nazionale, Bolonia), lo que sugiere que Correggio pudo haber tenido presente dicho modelo.

Siguiendo un recurso habitual en versiones anteriores del mismo pasaje, y aunque no lo requiere el texto evangélico, la Magdalena se muestra arrodillada, en actitud de súplica, como si acabara de dejarse caer al suelo. El dinamismo de la escena se acentúa con el movimiento perceptible en su cabello suelto y en el pliegue agitado de las vestiduras.

Su aspecto responde, además, al ideal de belleza femenina difundido en la Venecia del primer tercio del siglo XVI, en particular a los tipos creados por Palma el Viejo: mujer rubia, de cabello suelto y abundante, dotada de una hermosura serena pero intensamente sensual.

Los estudios radiográficos han revelado que Correggio ensayó tres ubicaciones distintas para la figura de la Magdalena, optando finalmente por situarla en una posición más elevada, lo que refuerza la diagonal ascendente que organiza toda la composición.

Detalle de Magdalena


En la parte inferior derecha de la composición aparecen un sombrero de paja, una pala y un azadón, atributos propios de un hortelano que remiten directamente al pasaje evangélico en el que María Magdalena, al encontrar a Cristo resucitado, lo toma por el jardinero.

Correggio, siempre atento al contexto en el que iban a contemplarse sus obras, cuidó con especial detalle tanto el esplendor del paisaje como la minuciosa representación de estos útiles de labranza. El resultado es un magnífico ejemplo temprano de naturaleza muerta, concebido con tal precisión que parece pensado para ser admirado de cerca.

Detalle de los atributos de hortelano

Finalmente, hay que destacar la deformidad del pie de Jesus que presenta una deformidad en Halux Valgus interfalangico.

Detalle del pie de Jesús

Muestra de un pie en Hallux Valgus interfalangico