lunes, 28 de julio de 2025

EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Cristo de las Cinco Llagas. Hermandad dela Trinidad.

La devoción a las Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo ha estado presente en la Cofradía de la Trinidad desde sus orígenes, manifestándose de manera especial a través de la imagen de un Cristo Crucificado. Ya en las reglas de 1555, en el capítulo 47, se menciona la existencia de un “crucifijo grande” que cerraba el cortejo procesional. Esta imagen era portada por “uno de los cofrades más altos”, acompañado de otros seis hermanos con hachas de cera, siendo, según consta, la única imagen que participaba en la procesión.

La talla más antigua de la que se tiene constancia es una escultura policromada de autor desconocido, datada en la primera mitad del siglo XVII. De tamaño natural (1,75 metros), fue realizada en madera, pasta de papel y telas encoladas. Actualmente, preside la vitrina principal situada en el acceso a la casa de hermandad.

A lo largo de su historia, la imagen ha sido objeto de múltiples intervenciones con el fin de asegurar su conservación, hasta el punto de que los especialistas determinaron que no debía seguir siendo expuesta a restauraciones ni participar en salidas procesionales, para evitar comprometer su integridad.

En 1745 fue sometida a una profunda remodelación por el escultor Teodoro Fernández de Valdivieso, quien incluso añadió medio cuerpo nuevo. En aquel tiempo, como era costumbre en las representaciones de Cristo crucificado, la imagen lucía cabello natural.

Durante los siglos XIX y XX, se realizaron nuevas restauraciones. En 1884 intervino el escultor Manuel Gutiérrez; en 1918 y 1970 lo hizo Ángel Rodríguez Magaña; y en 1950 fue restaurada por Carlos Bravo Nogales, quien llevó a cabo una nueva encarnadura, manteniéndose desde entonces la policromía actual.

En 2016, la imagen fue objeto de labores de limpieza superficial y de una reinterpretación puntual de ciertas zonas policromadas, trabajo realizado por los restauradores José Ángel del Valle Serrano y Victoria Fernández Espejo.

Según el periodista Juan Pedro Recio, durante los disturbios de 1936, la imagen fue escondida en un depósito de aceite, en un almacén de la calle Matahacas, junto a San Román, para evitar su destrucción por parte de grupos anticlericales.

Crucificado

Detalle del rostro

Detalle del paño de pureza

Visión frontal de los pies

Visión lateral de los pies

Ante la delicada situación de la antigua imagen del Cristo de las Cinco Llagas, el 19 de febrero de 1979 se celebró un Cabildo de Oficiales en el que el Hermano Mayor, Juan González Fernández, comunicó que los expertos consultados coincidían en un diagnóstico unánime: la talla no soportaría nuevas intervenciones ni salidas procesionales sin poner en riesgo su integridad.

Como consecuencia, el 11 de marzo del mismo año, en Cabildo General Extraordinario, se acordó por unanimidad convocar un concurso para la realización de una nueva imagen titular. A dicho certamen concurrieron los escultores Luis Ortega Bru, Luis Álvarez Duarte y Manuel Hernández León. Finalmente, fue este último quien recibió el encargo, tras ser desestimadas por la comisión artística las propuestas restantes, a pesar del notable interés de la presentada por Ortega Bru, quien concibió un original Cristo con los pies ya desclavados de la cruz.

La nueva talla, obra de Manuel Hernández León, fue realizada en madera de cedro policromada. Fue bendecida el Miércoles de Ceniza, 4 de marzo de 1981, en el altar mayor del Santuario, en una ceremonia presidida por el cardenal José María Bueno Monreal. Ese mismo año procesionó por primera y única vez.

No obstante, sus proporciones (de 1,80 metros de altura) no armonizaban con el resto del conjunto escultórico del misterio. Por tal motivo, la Junta de Gobierno comunicó al autor que la imagen no cumplía con los criterios estéticos y técnicos establecidos.

Posteriormente, la imagen fue retirada del culto y trasladada al taller del escultor. En 1984, una familia particular manifestó su deseo de adquirir la talla para donarla a la parroquia de San Juan de Ribera, ubicada en el barrio C del Polígono de San Pablo. Desde entonces, preside el altar mayor de este moderno templo, bajo la advocación de Cristo de la Piedad y Misericordia.

Primer Crucificado de Manuel Hernández León

Detalle del troco superior. Destaca la ausencia del Estenón

Detalle del rostro inclinado a la izquierda

Detalle del paño de pureza

Visión frontal de los pies, el izquierdo sobre el derecho

Visión lateral de los pies, el izquierdo sobre el derecho

Detalle de un brazo, con el clavo en la muñeca 

Manuel Hernández León se comprometió a realizar una nueva imagen con las mismas características que la anterior, aunque de dimensiones más reducidas, concretamente de 1,65 metros de altura, para facilitar su integración en el conjunto procesional.

La nueva talla fue bendecida el 27 de febrero de 1982, a las 19:00 horas, en la capilla de la hermandad. La ceremonia fue presidida por el entonces director espiritual, don Manuel López. Actuaron como padrinos de la bendición el Hermano Mayor, Juan González Fernández, y su esposa, Rosa Fuentes Pesquera.

La imagen del Cristo presentaba algunas particularidades iconográficas que merecen ser destacadas. Entre ellas, el detalle de tener las muñecas perforadas, en lugar de las palmas, el pie izquierdo superpuesto al derecho y la cabeza inclinada hacia el lado izquierdo, cuando lo más habitual en las representaciones tradicionales es que repose hacia la derecha.

Antes de su ejecución definitiva, se realizó una maqueta en barro a escala reducida, con el fin de someterla a la evaluación de la comisión artística y de la Junta de Gobierno. Esta obra preliminar se conserva actualmente en la casa de hermandad como testimonio del proceso creativo de la talla definitiva.

Maqueta del Crucificado

Detalle de un brazo, con el clavo en la muñeca 

Detalle del rostro inclinado a la izquierda

Visión frontal de los pies, el izquierdo sobre el derecho


El paso del misterio con el crucificado de Hernández León


Durante las dos décadas en las que permaneció expuesto al culto, la imagen no logró suscitar el nivel de devoción que se había esperado. Por ello, la Junta de Gobierno, entonces presidida por José Antonio Muñoz Aroca, tomó la decisión de retirarla tanto del culto como de la estación de penitencia.

Actualmente, este segundo Cristo de las Cinco Llagas, obra de Manuel Hernández León, preside el altar mayor de la parroquia de San Sebastián, en la localidad de Pedrera, situada en la Sierra Sur de Sevilla. Cabe destacar que el contrato de cesión incluye una cláusula particular: la imagen no podrá participar en ninguna salida procesional, estando destinada exclusivamente al culto interno en el templo.

Cristo de las Cinco Llamas de Hernández León actualmente preside el altar mayor de la parroquia de San Sebastián de la localidad de Pedrera de la Sierra Sur sevillana


En Cabildo General Extraordinario celebrado el 2 de diciembre de 2001, la Hermandad acordó encargar la realización de un nuevo Cristo Crucificado al escultor y hermano de la corporación Luis Álvarez Duarte. La talla fue ejecutada en su taller de la localidad sevillana de Gines y finalizada el 17 de febrero de 2002.

La bendición solemne tuvo lugar el 28 de febrero del mismo año, presidida por el entonces director espiritual, don Antonio Jesús Rodríguez de Rojas. Actuaron como madrinas del acto las comunidades religiosas del Instituto de Hermanas Trinitarias y del Beaterio de la Santísima Trinidad de la ciudad.

La imagen fue realizada mediante la técnica de talla directa, íntegramente en madera de cedro real, alcanzando una altura de 1,77 metros. La cruz arbórea que sostiene al Crucificado fue elaborada en caoba brasileña, y sobre ella figura el “titulus” inscrito en griego, arameo y latín, según la tradición evangélica.

Desde su incorporación, esta nueva imagen titular forma parte del conjunto procesional del Cristo de las Cinco Llagas, acompañado por los santos varones José de Arimatea y Nicodemo, así como por las tres Marías.

Cristo de las Cinco Llagas de Luis Álvarez Duarte

Detalle del INRI

Detalle del rostro

Detalle del paño de pureza

Visión frontal de los pies, el derecho sobre el izquierdo

Visión lateral de los pies, el derecho sobre el izquierdo


La imagen del Cristo de las Cinco Llagas, obra de Luis Álvarez Duarte, representa a Jesús en el momento inmediatamente posterior a su muerte en la cruz. El rostro sereno, con la cabeza ligeramente inclinada, transmite una mezcla de dolor redentor y paz consumada. La anatomía, tratada con minuciosidad, resalta la nobleza del sacrificio, sin caer en el exceso dramático, y mantiene una profunda dignidad que invita a la contemplación.

Las llagas de pies, manos, costado y cabeza (en alusión directa a la advocación) están cuidadosamente detalladas, destacando su significado teológico: las señales visibles del amor redentor de Cristo. La sangre brota con sobriedad, como símbolo de la entrega total, y el paño de pureza cae con naturalidad, siguiendo el modelo clásico andaluz.

La cruz, arbórea, evoca el madero del Gólgota en su forma más primitiva, subrayando el carácter sacrifical del conjunto. El "titulus", inscrito en griego, arameo y latín, remite a los tres grandes ámbitos culturales de la época, expresando que la redención de Cristo se ofrece a toda la humanidad.

El misterio se completa con la presencia de los santos varones José de Arimatea y Nicodemo, figuras que simbolizan la compasión y el respeto hacia el cuerpo de Cristo, así como el valor de quienes permanecieron fieles en la hora más oscura. Junto a ellos, las tres Marías (María Santísima, María Magdalena y María de Cleofás) representan el dolor contenido, la fe perseverante y la esperanza que permanece incluso ante la muerte.

El conjunto, concebido con profundo sentido catequético, invita a la meditación del misterio pascual y a reconocer, en cada herida del Crucificado, una llamada a la conversión, la gratitud y el amor misericordioso.

Por Andrés Carranza Bencano