SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
Sansón y Dalila. Pedro Pablo Rubens.
Sansón representa la lucha del
pueblo judío contra los filisteos. Era hijo de Manoa y de una mujer
estéril, pero un ángel se les apareció y predijo que tendrían un hijo que
liberaría al pueblo de Israel de los Filisteos.
Efectivamente, Sansón creció fuerte y alto, dotado de
gran cólera y una fuerza extrema y milagrosa que solo podía perder si le
cortaban el cabello.
Sansón se enamora de una filistea y la toma como esposa
en contra de la opinión de sus padres ya que los filisteos eran enemigos del
pueblo de Israel, pero más tarde se cansó de ella y se la entregó a uno de sus
compañeros.
Más tarde, Sansón fue a visitarla, pero sus padres se lo
impidieron, por lo que entró en cólera y quemó toda la cosecha de cereales de
los filisteos. Cuando estos averiguaron quién había
sido el autor de tal desmán, se vengaron quemando a su esposa y al padre de
esta, y se establece una gran enemistad de Sansón con los
filisteos. Para evitar la contienda, los filisteos pidieron que se les entregase
a Sansón, para juzgarlo por sus delitos, prometiendo respetar su vida.
Los
israelitas, para evitar la guerra, entregaron a Sansón, maniatado, a sus
enemigos, pero su fuerza era tan descomunal que rompió fácilmente sus ligaduras
y con una quijada de asno mató a mil filisteos.
Tras esta
hazaña, Sansón fue proclamado juez de Israel, gobernando a su pueblo durante
veinte años.
En Gaza, Sansón
encontró a una bella prostituta y se quedó a dormir en su casa. Los filisteos
le tendieron una emboscada para apresarlo, cerrando las puertas de la ciudad
para que no pudiera escapar, pero Sansón, con su fuerza descomunal, arrancó las
enormes puertas de cuajo y se las llevó al monte.
Después, Sansón se enamora de la prostituta Dalila, una mujer Filistea.
Los gobernantes de los Filisteos intentan sobornar a Dalila y le pidieron que lo sedujera y
descubriera dónde residía el secreto de su gran fuerza, con el fin de poder
vencerlo. En recompensa le ofrecieron mil cien piezas de plata.
Sansón, confiando en Dalila le confiesa su secreto y esta
obtuvo las piezas de de plata prometida por los filisteos y,
mientras Sansón dormía en sus brazos, un sirviente termina por cortarle siete trenzas de su
cabello y con ello a Sansón lo abandonó la
fuerza.
Cuando Sansón se despertó, los filisteos lo
apresaron, le sacaron los ojos y lo llevaron a Gaza
donde trabajó, durante largo tiempo, moliendo grano para sus enemigos.
Posteriormente, lo llevaron ante el pueblo para
sacrificarle a su Dios, Dagón, en su templo. Pero, en ese tiempo el cabello de
Sansón había vuelto a crecer, y Sansón invoca a Yahweh para recuperar su fuerza
por última vez, y derribando las columnas sobre las que descansaba el palacio, consigue
que el edificio se derrumbe provocando la muerte de más de tres mil
filisteos, aunque él también muere. Sansón aparece entre los escombros y es
enterrado en la tumba familiar.
La
temática de Sansón y Dalilaha sido representada en más ocasiones a lo largo de
la historia del arte, como las obras homónimas de Aton Van Dyck (ver) o
José Echenagusía (1887), entre otras.
Fuera del
contenido de la pintura, la historia de Sansón y Dalila ha sido llevada a
diferentes medios. Se han escritos libretos para ópera, obras de teatro e incluso
una película clásica del tema aportando nuevas visiones sobre la leyenda sobre
todo en el tipo de relación que mantenían los dos protagonistas y la verdadera
naturaleza de la mujer.
Respecto
a Rubens, el cuadro muestra sus orígenes en Miguel Ángel, Rafael, los
venecianos del alto renacimiento, Caravaggio, como una simbiosis entre pasado,
presente y futuro del arte. Rubens representa a personajes históricos bajo
cuerpos clásicos desnudos, idealmente bellos.
La composición de la escena está dirigida por la línea diagonal que forman los cuerpos de Sansón y Dalila, sobre los que recae también el foco de luz, que procede de la esquina superior izquierda de la tabla.
Este foco contrasta con la oscuridad del fondo de la imagen, en la que aparecen los solados filisteos que esperan para la captura de Sansón, tan solo alumbrados por el punto de luz de la vela que portan.
Esta es una muestra clara de la influencia del
tenebrismo barroco, cuyo origen técnico situamos en Caravaggio.
Rubens
capta el momento en el que, a Sansón, dormido sobre el regazo de Dalila,
después del placer, le cortan el pelo y se desvanece, tal y como lo hace su
fuerza.
Observamos
cómo su cuerpo cuasi escultórico, miguelangelesco, cae desplomado sobre las
piernas de Dalila.
Su
espalda desnuda e iluminada, llevan el ojo del
espectador hacia el punto culminante que son las caras de los personajes
principales.
En el cuadro Rubens representa a una Dalila con mejillas encendida por el
placer físico y se encuentra lánguidamente reclinada, en un intento
del autor de mostrarnos a una Dalila prostituta, e incluso, situada en una
especie de burdel.
La bella mujer ha conseguido el propósito de su pueblo, pero su expresión corporal revela una doble moral, pues la mano izquierda aparece sobre la espalda de Sansón, como quien acaricia, por última vez, al amado muerto, mientras su mano derecha se apoya suavemente en espera de lo que ha de suceder. Rubens está, por tanto, retratando un estado psicológico del personaje.
Dalila representa
a todas las mujeres de la historia que han usado sus encantos físicos para
atraer a hombres fuertes a su ruina, a fin de obtener provecho personal.
Pero, además,
los pechos desnudos de Dalila forman parte de la feminidad, de tal modo que la
mujer es la madre de la patria, pues Dalila es la garante de los destinos
filisteos. La misma idea que el cristianismo otorga a la figura de la virgen,
como madre del redentor, pues en ella está el origen del salvador de la
Humanidad.
Su piel suave y fresca presenta un fuerte contraste con la de la anciana que desde detrás ilumina con una vela.
La Biblia no menciona a esta anciana, pero Rubens la introduce por su
fealdad para realzar la belleza de la joven y representar el
paso del tiempo, el devenir del cuerpo, el destino de la belleza y contrastar
su vejez con la ignorancia juvenil de Dalila, que no la deja ver el destino
que le está trayendo a su amante.
En la parte
superior del fondo de la escena aparece una escultura de Venus y Cupido, de
manera que Rubens nos muestra un paralelismo entre la diosa de la belleza y la
protagonista de su relato y complementa la interpretación erótica de la
escena.
La inclinación de la cabeza de
Dalila guarda semejanza con la de esta estatua de Venus.
Las manos del barbero se disponen entrelazadas y en complicada posición para sostener las tijeras, con la concentración de un cirujano, como metáfora de la elaborada y engañosa trama que provocaría la caída de Sansón.
Al fondo a la derecha y detrás de una puerta
aparecen los soldados filisteos que esperan
ansiosos, para entrar y arrestarlo después que Sansón se quedara debilitado e
indefenso. Están iluminados desde abajo por una antorcha de fuego y
llevan las estacas afiladas que van a utilizar para quitarle los ojos a Sansón.
Destaca el color rojo intenso y brillante de la parte inferior de la composición, frente a los marrones cálidos y dorados.
El color
rojo simboliza la pasión que precedió a esta escena, así como el color de la
sangre de la acción macabra que se va a desarrollar.
Finalmente, en la esquina inferior derecha destacan los pies descalzos y sucios de Sansón que contrastan con los pies limpios de Dalila.
Los pies descalzos de Sansón simbolizan humildad y al mismo tiempo son representación del estatus divino, pues andar descalzos requería una resistencia sobrehumana al dolor.
Los pies descalzos de Dalila simbolizan el erotismo de la escena.