SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
La Crucifixión. Pablo Picasso.
La Crucifixión de 1930 es una obra de reducidas dimensiones (50 x 65
cm), lo que ha hecho pensar a los expertos e investigadores de que se trata de
un ensayo para una obra de mayor tamaño que nunca llegó realizar. De todos
modos, debió ser muy importante para Picasso puesto que nunca se desprendió de
ella.
A pesar de su carácter de agnóstico no es su única obra sobre la figura
de Cristo, sino que en su producción realizó numerosos estudios, sobretodo
inspirados en el “Altar de Issenheim” de Grünewald y mezclando la Crucifixión
con escenas de corridas de toro, posiblemente porque a pesar de su agnosticismo
le sería difícil evitar el fuerte influjo de la religión cristiana, en la que
se educó por ser la que imperaba en su España natal.
No obstante, la elección de esta temática no obedece a motivos
religiosos, sino que el autor crea una apología de la muerte, del dolor, del
sufrimiento, del sacrificio, de los bajos instintos humanos e incluso de los
ritos ancestrales, que siempre obsesionaron a Picasso. Más que una mera
representación pictórica de un tema muy tratado a lo largo de la historia del
arte, Picasso convierte la crucifixión en un símbolo de la tragedia humana.
En la obra podemos encontrar todos los personajes de la Pasión de
Cristo, pero cargados de un gran simbolismo.
Centrando la composición se sitúa la figura de Cristo crucificado, como una pequeña “figurita”, que no tiene contacto con el suelo, con una cabeza minúscula y vestido con una corta túnica. No existe ninguna referencia directa a la imagen típica de Jesús que estamos acostumbrados a contemplar en el arte, como referencia de la religión cristiana, pues no presenta ningún atributo divino.
Pero, al mismo tiempo se sitúa en lo más alto de la composición, más cerca del cielo y por tanto de la Divinidad.
No tiene plantilla de INRI, pues no solo es el Rey de los judíos, sino que representa al Rey de todos los hombres sin distinción, simboliza a la humanidad en el martirio universal.
Por
eso, Picasso lo representa en el momento que está siendo clavado a la cruz y en
su rostro no se refleja ninguna muestra de dolor.
La figura que está inmediatamente delante y debajo correspondería a la Virgen María porque posee un lugar privilegiado en la composición, junto al pecho de Cristo.
Pero llama la atención la forma de representarla,
pues aparece con la cabeza elevada y la boca abierta espectacularmente con carácter
amenazador mostrando los dientes puntiagudos.
Picasso muestra la máxima expresión de dolor, convertido en grito o
lamento sobrehumano, manifestando lo que puede sentir una madre, en una
percepción humana no divina, cuando asiste al suplicio mortal de su hijo,
olvidando los textos evangélicos que indican la extrema capacidad de contención
y sumisión de María, ello contrasta con la inexpresividad del crucificado.
Al mismo tiempo nos remite a un simbolismo sexual, tan característico de Picasso, pues quiere representar la vagina dentada creadora del Redentor.
Pero,
también nos lleva a la iconografía de medusa, en cuanto “sus ojos son dos
intrigantes manchas negras como las orbitas oculares vacíos de una calavera”,
que nos remiten a Adán sepultado en el mismo monte calvario.
Pero la Virgen está representada
dos veces, pues es la madre de Jesús y simultáneamente es la madre de toda la
humanidad, y en las dos ocasiones muestra su grito de dolor, y encarna a la luna
como luz dentro de las tinieblas.
Se muestra a la izquierda de la composición
con un largo manto rojo, color que simboliza el fuego, el amor, el drama, la
pasión y la sangre.
Mas a la izquierda de la composición se observa un pájaro (en rojo) derribado por una roca (en verde).
Se interpreta que el pájaro podría simbolizar la Pasión y la piedra la esponja empapada en vinagre que le ofrece Stefano y que se aplica a las heridas de Cristo para multiplicar su dolor, mostrando lo agrio de la vida para ascender y poder estar cerca del cielo.
Simultáneamente la esponja podría representar
al Sol que simboliza la luz y las tinieblas.
A la derecha del cuadro, bajo la
axila de Cristo, aparece una imagen de perfil inscrita en un óvalo y con un triángulo
unido a ella. Según Kaufman, este símbolo haría alusión a Mitra, dios benéfico
asociado a los ritos solares, que fertilizó la tierra con la sangre de un toro
sagrado.
Es simbólicamente (pues no hay ninguna muestra
sanguínea), la sangre derramada sobre el cráneo de Adán, que nos limpia del
pecado original.
Al mismo tiempo, el toro es uno de los
animales evangélicos, es Lucas porque empieza hablando del sacrificio de
Zacarías a Dios y el toro es el símbolo del sacrificio, el deseo de una vida
espiritual que permite al hombre triunfar por encima de las pasiones animales y
obtener la paz.
Pero, además, incluiría las representaciones
simultáneas del sol y de la luna, creando un juego de opuestos, entre la luz y
las tinieblas.
Hay también una escalera apoyada
en el brazo derecho de la cruz (patibulum), con un número exagerado de peldaños, que
indica la altura necesaria para alcanzar la grandeza de lo que en ella está
sucediendo.
En palabras del etnógrafo
Marcel Griaule para la revista Documents, la escalera “es el nudo que separa
dos mundos enemigos: interior y aire libre, frío y calor, luz y oscuridad.
Franquear el umbral significa cruzar una zona peligrosa
donde se libran
batallas invisibles pero reales".
Dos pequeñas figuritas, un personaje rojo que sube la escalera y que enclava la mano derecha de Jesús, y el centurión Longinos en su caballo con su lanza, nos indican lo pequeño que es la maldad.
El centurión Longinos es el encargado de rematar a Cristo, a lomos de su caballo, clavándole la lanza, que tiene extraordinarias dimensiones.
Es el personaje más realista de la composición, comparativo al picador de las series sobre la tauromaquia.
Cierra el significado de triunvirato entorno a los rituales de sacrificio que
comparten Mitra, Cristo y el toro. Simboliza la víctima inocente que debe ser
inmolada para beneficio de la entera humanidad.
María Magdalena es representada en el extremo derecho del cuadro, con los brazos elevados y las manos entrelazadas en señal de plegaría.
Rolad Penrose escribe a este respecto: “Magdalena está en
lo alto, a la derecha de la Cruz y sus brazos han sido trasladados a una figura
alta (símbolo de invocación), situado cerca del borde derecho del cuadro ha adquirido
una forma mas estilizada”. Son los mismos estilizados que Magdalena presenta en
el “Retablo de Isenheim” de Matthias Grünewald.
La cabeza tiene forma del insecto “Mantis
Religiosa” con dos grandes ojos compuesto y tres ojos simples pequeños entre
ellos, lo que conlleva unas connotaciones sexuales.
La Magdalena no llora porque sabe que
es una muerte prevista y deseada para la redención de la humanidad.
Bajo los pies de la cruz aparecen
los cuerpos descoyuntados de los dos ladrones. Su colocación en esta posición supliría
la iconografía de la calavera de la tumba de Adán en el monte calvario, sobre
la que se alzó la cruz, simbolizando el triunfo sobre la muerte, la redención
del pecado original por la sangre del Justo sobre el primer hombre.
La
leyenda cuenta que cuando murió Adán, le pusieron en su boca una semilla del
Árbol de la Ciencia, el árbol del bien y del mal, y esta germinó al enterrarlo.
Con la madera de dicho árbol,
construyeron la Cruz dónde moriría
Cristo y que se plantó en el mismo lugar dónde
descansaban los restos del primer hombre.
Jesús murió un viernes, el mismo día que Adán, a la
hora de tercia en que Adán cometió la
falta por la que fue expulsado del Paraíso Terrenal.
En el extremo inferior derecho, Picasso representa la escena de los soldados que se están jugando, a los dados sobre un tambor, las vestiduras de Cristo.
Con ello Picasso introduce el juego dentro de una escena trágica, dado su especial interés por los juegos de azar, y nos presenta a los soldados jugándose las prendas del ajusticiado, pero totalmente ajenos a lo que está sucediendo a sus espaldas, mostrando la indiferencia del hombre ante el dolor ajeno.
Al mismo tiempo el tambor es el símbolo del sonido de la resurrección.
Finalmente, si observamos la parte inferior del
cuadro podemos contar mayor número de pies de la que corresponde a las imágenes
representadas en la composición.
El pie como símbolo del contacto y relación de lo humano con lo terrenal, con lo que, tras un cuadro de aparente temática religiosa, vemos como el genio de Picasso, ha creado todo un canto al dolor, al sufrimiento y al sacrificio. Ha convertido esta obra en el símbolo de la tragedia humana. El hombre, amparándose bajo el manto de la religión, Picasso trata de exculparle de un suceso que era inevitable.