viernes, 31 de octubre de 2025

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

RESURRECCIÓN

Retablo del Salvador. Anónimo Sevillano. Museo de Bellas Artes.

Retablo del Salvador. Anónimo sevillano. Hacia 1530. Óleo sobre tabla. 217,8 x 149 cm.  Museo de Bellas Artes. Sala II. Procede dela Desamortización de 1840


La inclusión de esta pintura en el inventario del Museo de Bellas Artes de 1845 sugiere que ingresó tras la Desamortización de 1835.

La presencia de los santos Domingo de Guzmán y Francisco de Asís en el registro inferior apunta a que podría proceder de un convento dominico o franciscano. No obstante, al situarse la figura de San Francisco a la derecha del espectador, cediendo el lugar de honor a Santo Domingo, resulta más probable que perteneciera a un convento franciscano, siguiendo la disposición habitual en los retablos sevillanos de la época, pues del mismo modo, en los retablos de las iglesias dominicas localizamos la imagen de San Francisco a nuestra izquierda.

La obra se fecha a comienzos del siglo XVI, aunque algunos estudios la sitúan más cerca de la mitad de la centuria, y señalan la influencia del pintor Alejo Fernández (1475-1545).

El conjunto está estructurado como un retablo de ocho escenas, distribuidas en tres cuerpos horizontales y tres calles verticales.

Detalle del retablo


En el cuerpo inferior, a la izquierda, aparece Santo Domingo de Guzmán (ver) con libro, azucenas y crucifijo.

Santo Domingo de Guzmán


A la derecha, San Francisco de Asís (ver) recibiendo los estigmas de Cristo Seráfico. 

San Francisco de Asís


En el centro se representa la Natividad, ambientada en la tradicional construcción en ruinas, símbolo de la Antigua Ley, con el anuncio a los pastores al fondo y dos de ellos que se incorporan a la escena por una puerta lateral. La escena alude a la Encarnación como anuncio de la Redención.

Natividad


En el cuerpo medio, a la izquierda, se representa a Cristo y los apóstoles con la mujer de Canaán (Mateo 15: 21-28, Marcos 7: 24-30) (ver).

Se ha interpretado en ocasiones como la mujer hemorroísa, pero ésta tocó la túnica de Jesús buscando el milagro, y como la que se encuentra en el Retablo lo que hace es rogar a Cristo, quizá sea la cananea. También se ha citado la escena como Cristo apareciéndose a su madre después de la resurrección, pero la ausencia del halo de santidad en la figura femenina permite rechazar que pueda ser la Virgen María.

Cristo y los apóstoles con la mujer de Canaán


En la calle central se desarrolla la escena principal: Cristo Resucitado presentando a su Madre a los justos liberados del Infierno. Esta iconografía, de raíz teológica más que bíblica, deriva de interpretaciones del Credo de los Apóstoles y de textos apócrifos como el Evangelio de Nicodemo, donde se alude al descenso de Cristo a los infiernos.

En esta composición, Cristo aparece acompañado por Abraham, arrodillado y de avanzada edad, símbolo de la humanidad redimida. A la izquierda, la Virgen María, interrumpiendo la lectura de su libro de oraciones para escucha a su Hijo, acompañada por una santa mujer; a la derecha se encuentran Eva y San Juan Bautista, que porta el lábaro (estandarte que usaban los romanos con Monograma formado por la cruz y las dos primeras letras del nombre griego de Cristo, que se puso en el lábaro por mandato de Constantino), tras los cuales se insinúan otras almas redimidas. En las hornacinas del fondo, de arquitectura italianizante, se distinguen Moisés con las Tablas de la Ley y Aarón con la vara y el fuego, prefiguraciones de la salvación.

Escena central 

Detalle de Jesús

Detalle de Abrahán

Detalle de la Virgen María y Santa Mujer

Detalle de Eva y san Juan Bautista

Detalle de Moisés y Aarón


A la derecha de esta escena se representa a San Rafael y Tobías (Tobías 6, 3-6)(ver). Aunque el texto bíblico no describe a Tobías portando el pez completo, la tradición pictórica lo representa así, probablemente por su mayor valor simbólico y visual.

San Rafael y Tobías

El cuerpo superior se completa, a la izquierda, con Cristo y la samaritana (Juan 4, 27). 

Cristo y la samaritana

Y a la derecha, con Job y su esposa (Job 2, 9-10), identificada en la tradición judía apócrifa como Sitis. 

Job y su esposa

Llama la atención que esta figura, junto a la cananea y la santa mujer que acompaña a María, vistan con mantos negros y tocas blancas, atuendos propios del luto femenino del siglo XVI.

El hilo conductor del conjunto es la salvación del alma a través de la fe. El mensaje se dirige directamente al espectador, a quien el pintor parece presentar como destinatario de la redención anunciada. Destaca asimismo el protagonismo de Eva, situada junto a San Juan Bautista, cuya presencia refuerza la contraposición simbólica entre la primera mujer y María, la nueva Eva. La Virgen aparece como Puerta del Cielo, mediadora entre la humanidad y la gracia divina.

En su conjunto, el Retablo del Salvador representa el cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación universal. Las escenas que rodean la principal amplían el mensaje mesiánico de Cristo a todos los hombres y mujeres justos de cualquier tiempo y lugar, partícipes por igual de la redención obtenida mediante su sacrificio.