viernes, 27 de diciembre de 2024

TRAUMATOLOGÍA  

La masacre de los Inocentes. Pedro Pablo Rubens.

Cada 28 de diciembre se conmemora en el mundo católico a los Santos Inocentes, que murieron según la Biblia por orden de Herodes, que realmente intentaba asesinar a Jesus por considerarlo el futuro rey de los judíos.

La existencia de la estrella de Belén, los Reyes Magos y la matanza de los Inocentes se basa en los evangelios de san Mateo.

Según el Evangelio de Mateo, una brillante estrella guio a los magos desde Oriente hasta detenerse “sobre el lugar donde se encontraba el niño” y “al entrar a la casa, vieron al niño con María, su madre” (Mateo 1:24).

Según este relato, siguiendo a la estrella los magos llegarían a Jerusalén, y preguntaron a Herodes sobre el nacimiento del “Rey de los judíos”. Éste consultó a los escribas dónde debía nacer el “Mesías” y le informaron que en Belén, por ello Herodes pidió a los Magos que le avisaran cuando lo encontraran para también ir a adorarlo.

Pero, en un sueño, se advirtió a los Reyes Magos de que no regresaran con Herodes, de forma que “se volvieron a su tierra por otro camino” (Mateo 2:12).

Al ver que los Magos nunca volvieron, Herodes enfureció y “envió a matar a todos los niños de Belén y su territorio a partir de dos años, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos”Mt 2,1 -12,16).

Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías (Jer 31, 15): “Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven”.

Se puede interpretar que cuando llegaron los Magos, Jesús podría tener sobre dos años, pues no era un recién nacido, como mostramos en nuestros "Belenes", ya que según Mateo “al entrar a la casa, vieron al niño con María, su madre”, lo que significa que ya vivían en una casa de Belén.

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mateo 2, 1-18).

José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: “Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto”.

Se apela de que este episodio no es cierto, pues no hay mención de este acontecimiento en ninguna otra fuente cercana que no sea el Evangelio de San Mateo. Pero esto no puede ser un argumento excluyente de la ocurrencia del hecho. Se apela a que Flavio Josefo, historiador judío del siglo I no lo menciona en “Antigüedades, cuando narró muchos episodios de la vida de Herodes. 

Dentro de las posibles explicaciones del por qué Josefo no narró la matanza de los inocentes, está el que la noticia no fuera relevante por la cantidad de niños asesinados y el lugar donde ocurrió. Pues Belén en ese momento debió tener alrededor de 800 habitantes, por lo que la cifra de nacimientos podía ser alrededor de 20 niños. De esta forma, que murieran 20 infantes en un pequeño pueblo de Judea no debía ser un acontecimiento de importancia para Josefo, pues era sólo una de las comunes muestras de crueldad de Herodes. 

La masacre de los Inocentes. Rubens, Pedro Pablo. 1611-1612. Óleo sobre tabla. 142 x 182 cm. Galería de Arte de Ontario. Toronto. Canadá. (CC BY 3.0)

Rubens adapta este episodio en una primera versión pintada alrededor de 1611, cuando acaba de venir de Italia, donde descubrió el arte de Caravaggio, y pintó la obra usando por primera vez el claroscuro, en una escena brutal y sangrienta.

Hasta el siglo XVIII, la pintura se conservaba en una colección de Viena, junto a otro cuadro de Rubens, Sanson y Dalila (ver).

Fue descatalogada por Vicenzio Fanti en 1767, siendo atribuida a un asistente de Rubens, Jan van den Hoecke.

En 1920 fue vendida a una colección de una noble familia austriaca y en 1923 fue donada a un monasterio en el norte de Austria.

En 2001, George Gordon, experto en el arte flamenco y en Rubens, identificó la pintura, en la casa de subastas londinense Sotheby`s, como una obra auténtica de Rubens, y fue vendida el 10 de julio de 2002 por la cifra astronómica de 49,5 millones de libras esterlinas (unos 76,2 millones de dólares).

El comprador fue el barón canadiense Kenneth Thompson, considerado el mayor coleccionista de Canadá. Después de la subasta la prestó a la National Gallery de Ottawa, y en 2008 fue transferida a la Galería de Arte de Ontario, dentro de una donación de múltiples obras del barón valoradas en 300 millones de dólares.

La obra, como comentamos, es de una extrema violencia y al mismo tiempo una gran manifestación de sentimientos y emociones.

En primer plano en los extremos derecho e izquierdo destaca atrocidad de los niños muertos.

Detalle del Angulo inferior derecho

Detalle del Angulo inferior izquierdo

La agresividad de uno de los esbirros de Herodes frente a la expresividad de solicitud de clemencia de las dos mujeres.

Detalle de hombre que parece como si lanzara al niño

Destaca la protección de la madre frente a un sicario corpulento atacado por la mujer en su defensa.

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Pero no solo se mata a los niños sino también a las madres.

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Mientras otras pueden huir.

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Matanza de los Inocentes. Rubens, Pedro Pablo. Hacia 1636-1638. Óleo sobre panel de robles. 198,5 x 302,2 cm. Pinacoteca Antigua de Múnich. (CC BY 3.0)

Hacia el final de su vida, entre 1636 y 1638, Rubens pintó la segunda y última versión del tema, que fue adquirida por la Alte Pinakothek en 1706, donde aún se conserva.

Algunos estudiosos encuentran varios elementos que tienen su réplica en el Guernica pintado por Picasso en 1937, aunque es probable que Picasso nunca conociera directamente esta obra, sino que tuviera conocimiento de su existencia por medio de un grabado realizado por Paulus Pontius en 1643.

Así en este grabado hay varios elementos que tienen su réplica en la pintura de Picasso.

Junto al lateral derecho, una mujer eleva sus brazos en señal de dolor.

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Un friso de cuerpos, brazos y piernas en primer término a lo largo del borde inferior de la pintura.

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En el centro, una mujer que sostiene entre sus brazos a un niño muerto y la cabeza bestializada de un sicario vociferante de Herodes, atacado por una mujer. 

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La indiferencia del toro picasiano es semejante a la del perro que lame la sangre derramada por los infantes.

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La luz celestial del Martirio representada por tres ángeles que arrojan flores en una posición semejante a la ocupada por la luz eléctrica de Picasso. 

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Por Andrés Carranza Bencano