SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
Inmaculada del Padre Eterno. Bartolomé Esteban Murillo
Inmaculada
del Padre Eterno. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1668-1669. Óleo sobre
lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes. Sala V.
Esta obra responde al deseo de la reforma católica de
despertar el amor fervoroso del creyente con la contemplación de escenas más o
menos humanizadas, sentimentales y tiernas de la vida de Cristo, María y los
santos.
Estas representaciones se sustentaban en las palabras del Apocalipsis: "Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol y la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas". (Revelación 12,1).
El misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María se resume en que la Madre de Dios fue concebida sin pecado original, lo mismo que Cristo.
La inmaculada concepción de María ha sido debatida por teólogos medievales. El Concilio de Trento (1545-1563) afirmó que María era libre de pecado, pero no fue reconocida como dogma hasta el 8 de diciembre de 1854, por el papa Pio IX en la bula papal “Ineffabilis Deus”:
“[...]
Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica,
con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles
Pedro y Pablo y con la nuestra: declaramos, afirmamos y definimos que ha sido
revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y
constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima
Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el
primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios
omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género
humano. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita,
de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su
propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad
de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de
otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo
quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho”.
Este cuadro presenta la presencia en la
zona superior de Dios Padre.
La Virgen está vista de frente, sin
torsión apenas en el cuerpo, excepto su cabeza que gira hacia el lado derecho y
la mirada hacia el rompimiento de gloria donde la acoge Dios Padre.
En la zona oscura de la parte inferior se presenta el globo
terráqueo y el dragón.
María representa a la Iglesia, y remplaza a
Eva, el pecado original, de los Antiguos Testamentos por el Nuevo Testamento, en
que no solo es la madre de Jesús, sino que también es la madre de la
Humanidad, libre de pecado original, provocado por Eva.
Y el pie de la virgen aplasta al dragón, vence a las fuerzas del mal, identificadas con el diablo (llamado "dragón" en el Apocalipsis), por los méritos de su fe.
Por Andrés Carranza Bencano