EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
SABANA SANTA
Vía Dolorosa.
La Verónica y la Santa Faz.
El famoso personaje que aparece en una de las
etapas del Vía Crucis, más exactamente en la sexta estación, está lleno de
misterios.
Según la historia que se desarrolló durante la época
medieval, una mujer llevada por
la compasión, desafió a la multitud y se abrió paso entre los soldados que
escoltaban a Jesús, para secar el rostro de Cristo, mientras subía el Gólgota,
con un pañuelo de lino. Al llegar a su casa observó que en aquel lienzo había
quedado grabado el rostro de Jesús.
En la Vía Dolorosa de
Jerusalén hay una capilla conocida como "Capilla de la Santa Faz", a
la que se considera tradicionalmente el lugar donde se produjeron estos hechos.
Este episodio no está referido en ningún relato
bíblico. La historia pudiera estar conectada con la mujer sanada
al tocar el manto de Jesús, en Lucas 8:43-48, y que, en uno de los evangelios
apócrifos, se llama Verónica. La cita más antigua data del siglo II, en el
Evangelio apócrifo de Nicodemo.
El
nombre de Verónica también es un misterio, pues es mencionada en sus orígenes
bajo el término de “mujer piadosa
de Jerusalén”, y pasó a tener luego el nombre de “Verónica” que, en
griego, significa “Verdadero Icono” (Vera Icona), para indicar que es la
“imagen verdadera” de Jesús, considerada como no pintada por manos humanas.
Según una tradición o leyenda que ya existía en el siglo VIII, el emperador romano
Tiberio estaba aquejado de una grave enfermedad y envió a Palestina a su
mensajero Volusiano, en busca de un sanador llamado Jesús, pero cuando llegó a
Jerusalén, Jesús ya había sido crucificado.
En su contacto con los seguidores de Jesús, encontró a una mujer llamada
Verónica, que admitió que había conocido a Jesús y que tenía un pañuelo con su
rostro. Volusiano con Verónica y el lienzo se trasladaron a Roma y Tiberio se
curó con la presencia de la tela sagrada.
Una
inscripción, en los restos de un cofre de madera conservado en el Pantheón (Santa María ad Martyres ),
dice: “In ista capsa fuit portatum Sudarium passionis Domini Nostri Jesu
Christi Hierosolymis Tiberio Augusto” (En esta caja fue traído de Jerusalén,
para Tiberio Augusto, el Sudario de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo).
Así,
aunque son muchas las reliquias existentes de este velo, se considera como más
auténtica la conservada en la Basílica de San Pedro en Roma.
Durante el pontificado de Juan VII (705-707 d.C) se
consagró una capilla denominada de “Sancta María in Verónica” lo que hace
suponer que el lienzo estaba en Roma.
Juan VII. Mosaico
de la Pinacoteca Vaticana ( 705-707)
Hay referencia al lienzo romano en 1011 por la existencia de un escriba
como conservador del mismo. Dos peregrinos llamados Geraldo de Barri y Gervasio
de Tilbury, en 1199, hacen referencia al paño en dos ocasiones distintas de
visitas a Roma.
Es mencionada por el Papa Sergio IV (1009 a 1012), mientras que Inocencio
III (1198 a 1216) organizó una procesión publica anual entre la Basílica de san
Pedro y el Hospital del Espíritu Santo, concediendo indulgencia a quien rezara
ante él, y el Papa Bonifacio VIII (1294 a 1303) proclamó el primer jubileo.
La construcción (1506-1526) de la nueva Basílica de San Pedro se realizó
sobre la antigua basílica constantiniana por orden del Papa Julio II (1503 a
1513) y posteriormente el Papa Urbano VIII (1623 a 1644) trasladó la reliquia
de la Verónica a una de las cuatro capillas alojadas en los pilares que
sostienen la cúpula.
Urbano VIII. Pietro da Cartona. 1627. Museos
Capitolinos. Roma
En
el pilar se encuentra una estatua de la Santa, de Francesco Mochi (1632), que la
representa con la siguiente inscripción: “Urbano VIII Pontífice Máximo añadió
una estatua de mármol y un altar; edificó y adornó una capilla para que la
majestad del lugar custodie adecuadamente la imagen del Salvador impresa en el
sudario de la Verónica”.
Durante el "Saco de Roma" del 6 de mayo de 1527 (saqueo en la ciudad de Roma por las tropas alemanas y españolas de Carlos V), Messer Unbano escribió a la Duquesa de Urbino indicándole que el lienzo fue robado y pasó por las tabernas de Roma, pero otros autores consideran que no fue encontrado por los asaltantes.
Muchos
artistas de la época hicieron reproducciones del lienzo. Así, en 1616, la reina Constanza de
Austria pidió a Pablo V una copia del santo rostro y el Vaticano mandó hacer a
Pedro Strozzi, canónigo de San Pedro y secretario de Pablo V, además de ésta otras copias. Una, la que el Vaticano hizo para la duquesa Sforza, se encuentra
en la Iglesia del Jesús de Roma, y lleva la fecha de 1622.
Pero, en 1629 el Papa Urbano
VIII lo prohibió, ordenó destruir las existentes y dejó de exponerse públicamente,
salvo en momentos puntuales, como en 1845 por la proclamación del Dogma de la
Inmaculada, que fue expuesta en el altar mayor de san Pedro.
Las
devociones a la santa Faz fueron aprobadas por el Papa león XIII en 1895 y por
el Papa Pio XII en 1958 y han sido objeto de atención por los papas Juan Pablo
II y Benedicto XVI.
Según
otra leyenda el verdadero velo de la verónica se encuentra en la región de los
Abruzos (Italia) y se identificaría con
el Rostro Santo (Volto Santo) de Monopello (Pescara), a donde llegaría en 1506
llevado por un peregrino que lo habría dado al doctor Giacomo Antonio Leonelli,
antes de desaparecer.
Hasta
1608 se mantuvo en la propiedad de la familia Leonelli, fecha en la que fue
robada por Pancrazio Petrucci, un soldado casado con Marzia Leonelli, que años más
tarde la vendió al doctor Donato Antonio de Fabritiis, que la cedió a los
capuchinos que la conservan actualmente.
Así, en 1999, el jesuita
sindologo Heinnrich Pfeiffer profesor de Historia del Arte de
la Pontificia Gregoriana anunció, en una conferencia de prensa en Roma, que
había encontrado el velo en una iglesia de la Orden de los Frailes Menores
Capuchinos en Monopello, donde había estado desde 1660.
Pfeiffer
consideró que el velo corresponde con el que fue robado del Vaticano, pero no hay ninguna prueba documentada a pesar de unos
fragmentos de vidrio incrustados en la tela, que se podrían relacionar con el
recipiente donde se guardaba el fragmento de ropa en el Vaticano, que se habría
roto en el momento del robo.
Otros
investigadores sostienen que el Rostro Santo de Manoppello es el original, pues
después de un examen con un escáner digital se confirmó que sobre el
tejido no hay rastros de color ni pigmentos, de tal modo que, se desconoce cómo
se ha formado la imagen sobre el velo. Y lo más curioso es que el rostro de
Manoppello coincide por dimensiones con el rostro de la Sábana Santa, a
diferencia del que se encuentra en el Vaticano.
Hay
otro velo en la catedral de Jaén “La santa Faz de Jaén” que, según la leyenda,
fue traído por san Eufrasio, uno de los siete Varones Apostólicos, enviados a
evangelizar a España por el Apóstol San Pedro.
Santo
Rostro. Catedral de Jaén
Durante la invasión árabe el Santo Rostro permaneció en manos de cristianos árabes o mozárabes, hasta la conquista de la ciudad por San Fernando que la llevó consigo durante sus campañas guerreras. Volvió a Jaén al ser nombrado obispo Nicolás de Biedma, antiguo arcediano de Écija.