jueves, 9 de enero de 2025

SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

La expulsión de Adán y Eva del Paraíso Terrenal. Tomasso Masaccio. 

La expulsión de Adán y Eva del Paraíso Terrenal. Masaccio. 1421-1428. Fresco. 208 x 88 cm. Capilla Brancacci. Iglesia de Santa María del Carmine. Florencia. (CC BY 3.0)


La Iglesia de Santa María del Carmine fue construida en 1268 como parte del convento de monjas Carmelitas y ampliada en los siglos siguientes.

A finales del siglo XIV Los Brancacci, antigua familia florentina, compraron una capilla familiar en dicha iglesia.

Se comenzó la decoración de la capilla principios del siglo XV, por encargo de uno de los miembros de la familia de los Brancacci, llamado Felice, en cuyas manos estaba el patronato de la capilla desde 1386.

Felice Brancacci era un próspero comerciante de sedas que se introdujo en política, siendo nombrado Cónsul del Mar en 1421 y embajador en El Cairo en 1422.

A su regreso a Florencia fue comisario florentino ante las tropas que asediaban Brescia dentro de la alianza entre Florencia y Venecia contra Milán

En 1432 se casó con Lena, hija de Palla Strozzi, uno de los hombres más ricos de la ciudad.

Deseoso de demostrar su poder, encargó la decoración de la capilla a la derecha del transepto de la iglesia de Santa María del Carmine a los mejores artistas de Florencia.

Posiblemente los trabajos comenzaron en 1424, iniciándolos Masolino, incorporándose Masaccio pocos meses después y haciéndose cargo del conjunto en solitario cuando Masolino se trasladó a Hungría en el verano de 1425.

Tres años más tarde, Masaccio marchaba a Roma sin concluir el encargo, recuperado años después por Filippino Lippi.

El trabajo, tuvo que ser interrumpido por el exilio de la familia Brancacci que se había convertido en enemiga de Cosimo de Medici. El exilio duró hasta 1480. Después de que el nombre de la familia fuera rehabilitado, la familia recuperó sus propiedades incluyendo la capilla y se reanudaron las obras confiadas a Filippino Lippi.

Durante el siglo XVI, la familia Brancacci decayó y el conjunto ha sufrido diversas modificaciones a lo largo del tiempo, eliminándose algunos tramos.

En 1680 el marqués Ferroni pensó en adquirir la capilla y eliminar los frescos, motivando la intervención de la Gran Duquesa Vittoria della Rovere, quien impidió la destrucción.

En enero de 1771 un incendió devastó la iglesia, aunque afectó ligeramente a la capilla.

La capilla fue restaurada, junto con la iglesia, y en 1780, con la renuncia de la familia Brancacci, que había huido a Francia con el nuevo nombre de Brancas, fue adquirida por los Riccardi, otra familia florentina muy antigua de origen alemán.

Desde inicios del siglo XX se ha procedido a la ejecución de diversas limpiezas y restauraciones para dejar en perfecto estado esta obra maestra de la pintura universal.

Detalle de la capilla Brancacci


La temática de los frescos gira en torno a la historia de la vida de san Pedro, patrón de los marineros y comerciantes del mar, entre los que encontramos a Felice Brancacci, incluyéndose algunas referencias al Génesis, concretamente la historia de Adán y Eva.

Tradicionalmente se ha considerado que se pretende representar el pecado original y el alejamiento del hombre respecto a Dios, con lo que el tema de todo el ciclo de frescos es la salvación de la Humanidad por Jesucristo a través de Pedro y, por extensión, de su iglesia.

Los frescos se ordenan en dos cuerpos superpuestos continuando con la composición tradicional empleada en la decoración de las iglesias florentinas. Las composiciones asemejan a cuadros trasladados al muro, enmarcadas por pilares clásicos pintados, estableciendo una perfecta simetría entre ellas.

En este lateral izquierdo de la capilla contemplamos las siguientes escenas:

En el compartimento superior “La Expulsión del Paraíso” pintado por Masaccio, “El Tributo” también de Masaccio y la “Predicación de san Pedro” pintada por Masolino. 

Detalle del compartimento superior, que incluye, en primer plano, la “Expulsión del Paraíso”


En el compartimento inferior encontramos a “San Pedro en la cárcel visitado por San Pablo”, obra de Filippino Lippi, “la Resurrección del hijo de Teófilo” y “San Pedro en la cátedra” pintado por Masaccio y Filippino Lippi, y “San Pedro curando a los enfermos con su sombra” también de Masaccio (ver).

La expulsión de Adan y Eva del Paraíso Terrenal. Masaccio. 1421-1428. Fresco. 208 x 88 cm. Capilla Brancacci. Iglesia de Santa María del Carmine. Florencia. (CC BY 3.0)

Este fresco representa la famosa escena de la Biblia de la expulsión del Paraíso que se narra en Génesis, 3, aunque existen dos diferencias en relación con el relato canónico.

En el Génesis 3, v. 7, se afirma: "Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera". Sin embargo, en la obra Adán y Eva se muestran totalmente desnudos.

En segundo lugar, sólo se representa un ángel, cuando en el versículo 24 se dice "Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín del Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida".

En la escena de Masaccio lo importante son Adán y Eva, por lo que todo lo demás es extraordinariamente simple, con una sencilla referencia a la puerta del Paraíso,

El artista no está preocupado por la anatomía ni la elegancia de los cuerpos porque no le parecen esenciales, y lo que busca es mostrar la tragedia de los dos personajes.

El artista muestra al hombre completamente desnudo, que llora de manera desconsolada llevándose sus manos a la cara y bajando la cabeza por la vergüenza, con el vientre contraído como tomando aire.

Se ha pensado que Masaccio pudo tomar como modelo para su Adán a estatuas de Marsias (de la mitología griega) o de Laoconte y algunos crucifijos hechos por Donatello.

Detalle de Adán

La cara de Eva está casi reducida a una gran mancha con los ojos marcados con sencillas líneas oblicuas y la boca abierta.

Eva, totalmente desnuda, tapa púdicamente sus pechos y su sexo, reproduciendo la postura característica de las conocidas como Venus “púdicas”, mientras levanta el rostro lanzando un grito de desesperación de extraordinario patetismo.

En Eva hay referencias al venus púdicas romanas o a Giovanni Pisano  en “La Templanza” del púlpito de la Catedral de Pisa.

Detalle de Eva

El ángel, en un extraordinario escorzo para la época, se presenta vestido de rojo y con un gesto amenazante les indica con el dedo que se marchen

Masaccio nos recuerda que fue un ángel quien inventó la espada pintándonos un “ángel armado”, siempre masculino, hermoso, pero con acero de victoria sobre el Mal. Un ángel en donde las dos manos hacen de alas batientes que guardan el camino del árbol de la vida para impedir cualquier tentación de retorno. Ángel de esplendor que señala con el índice de su mano izquierda el grito divino de “fuera de aquí” o de “por allí”, marcando la tierra yerma por la que caminan y en la que se adentran. 

Detalle del Ángel

Todo ello, en un paisaje árido y desolado, muy visiblemente árido y tórrido, de un sol implacable claramente apreciado en las sombras de las piernas sobre el suelo ocre, de tierra, pardo, desolado, inhóspito, sin un solo color verde vegetal, para significar que ya están fuera del Edén.

En 1670, Cosme III de Médici llegó al poder como Gran Duque de Toscana y ordenó cubrir la desnudez de los personajes, por lo que se pintaron hojas de higuera para cubrir las zonas más íntimas de las figuras.

Una restauración hecha en la década del 90 quitó la pintura añadida, así como el polvo y la suciedad, devolviendo el color original y eliminando las hojas que se pusieron para tapar a Adán y Eva.

Finalmente, el gran simbolismo de esta obra es que Adán y Eva presentan los pies en posición de caminar, ejecutando la expulsión, saliendo por la puerta del Paraíso, cuyo dintel todavía pisa el pie izquierdo de Adán. De tal manera que parece que la pierna y pie de Adán se resisten a abandonar el Paraíso y salir por la enigmática puerta, pero ya los pies se presentan como muy anclados, muy terrenales.

Detalles de los pies

Por Andrés Carranza Bencano