lunes, 22 de julio de 2024

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

José y la mujer de Putifar. Antonio María Esquivel. 

José y la mujer de Putifar.  Esquivel, Antonio María. 1854. Óleo sobre lienzo. 205 x 151,5 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala XII. Donación de Andrés Siravegne y Caridad Lomelino (1944)

José nacido en un lugar de Mesopotamia, era el hijo favorito de Raquel y de Jacob, siendo Jacob representante de las doce tribus de Judá.

Según la Biblia el padre lo amaba más que a todos sus hermanos y por ello estos le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente” (Génesis 37:1-4), por lo que lo vendieron a unos mercaderes ismaelitas-medianitas que venían de Gallad por veinte piezas de plata.

Estos mercaderes le llevan a Egipto donde Putifar, que era un capitán de la Guardia del Faraón (Gen 37, 23-36 y 39, 1), le compra para que sea criado de su casa.

Las grandes cualidades de José determinaron que prosperara en el servicio hasta el punto que el “Jefe egipcio” le nombró Mayordomo-Administrador de su casa, a pesar de que había sido comprado como esclavo.  “Putifar lo puso todo en manos de José y no se preocupaba de otra cosa que del pan que comía. José era guapo y del buen tipo” (Gen, 39, 7).

En el texto hebreo Putifar es descrito como “saris”, una palabra que suele significar “eunuco”, por lo que se supone que su mujer, cuyo nombre no figura en ningún texto, podría estar sexualmente insatisfecha.

Por lo que se fijó en José y le dijo: "Acuéstate conmigo." Pero él rehusó y dijo a la mujer de su señor: “He aquí que mi señor no me controla nada de lo que hay en su casa, y todo cuanto tiene me lo ha confiado. No me ha vedado absolutamente nada más que a ti misma, por cuanto eres su mujer. ¿Cómo entonces voy a hacer este mal tan grande, pecando contra Dios?”.

Tras acosarle sin éxito en varias ocasiones, un día que José entró en su casa y Putifar estaba ausente, volvió a solicitarle y José la rechazó de nuevo y cuando se vio físicamente agredido, tomó la decisión de huir medio desnudo en vez de ceder. Pero, en su fuga el manto quedó en manos de la mujer, que lo utilizó como prueba para argumentar ante los siervos y su marido que el joven había tratado de forzarla.

El texto (Gn, 39, 11), en principio, suponía que la mujer de Putifar y José estaban solos en la casa, pero posteriormente añade que ella gritó, llamando a todos los siervos de la casa, y cuando vinieron acusó a José de quererla violar, quitándose la túnica para acostarse con ella. Y cuando llegó su marido le acusó diciéndole: “Ha entrado a mí ese siervo hebreo que tú nos trajiste, para abusar de mí; pero yo he levantado la voz y he gritado, y entonces ha dejado él su ropa junto a mí y ha huido afuera”.

Putifar encolerizó y prendió a José y le puso en la cárcel, en el sitio donde estaban los detenidos del rey (Gn, 39, 17-20).

Pero, la providencia de Dios le protegerá en la cárcel: “Y el jefe de la cárcel entregó en manos de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía” (Gn 39:21-22).

Además, José interpreta los sueños de dos oficiales de palacio, por lo que es reclamado a presencia del Faraón y siempre fiel a sus creencias religiosas, José responde: No está en mí; Dios será el que de respuesta propicia al faraón” (Génesis 41:16). Y llegó la respuesta en que José acertó plenamente, pues Egipto tendría siete años de gran abundancia y otros siete años de hambre.

El mismo Faraón le sacará de la prisión, le hará “mayordomo o administrador” de todo Egipto dándole como esposa a una mujer con la que tendrá dos hijos, Manasés y Efraím, que serán patriarcas y jefes de las tribus más importantes del antiguo Israel.

Este relato nos permite convertir un episodio del Génesis en una lección moralizante sobre el poder de la sexualidad de la mujer sobre el hombre.

Detalle del cuadro sin marco


Y Esquivel nos muestra el contraste entre la imagen casta y el rechazo de José y la sensualidad ofrecida de la mujer de Putifar, al presentarnos el momento en que José huye del lecho donde se encuentra la mujer de Putifar, que muestra uno de sus pechos y trata infructuosamente de retener a su criado agarrando su túnica, que será el objeto que le permitirá montar la calumnia.

Detalle de la sensualidad de la mujer de Putifar y del rechazo de José


Por otra parte, la mujer de Putifar nos muestra un solo pie desnudo, lo que enfatiza aún más su desnudez, esto en la pintura alegórica ha sido usado como símbolo de la inocencia perdida, adentrándose en el terreno del fetichismo y de la sensualidad. Dorotea, como pecadora arrepentida, recoge el cabello y se pone los zapatos “con toda honestidad”.


Detalle del pie desnudo de la mujer de Putifar


Frente a José que se mantiene calzado, como signo de dignidad.


Detalle del pie de José


Finalmente, destacamos la morfología de pie griego con que se representa a José.  Este tipo de pie se caracteriza por tener el segundo dedo más largo que el pulgar. Se conoce como griego debido a que en la mitología griega está asociado a las diosas y sus poderes.

Esquema de la morfología del antepie


Por Andrés Carranza Bencano