SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
José y la mujer de Putifar. Antonio María Esquivel.
José y la mujer de Putifar. Esquivel, Antonio María. 1854. Óleo sobre
lienzo. 205 x 151,5 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala XII. Donación de
Andrés Siravegne y Caridad Lomelino (1944)
José nacido en un lugar de Mesopotamia, era el hijo favorito de Raquel y de Jacob, siendo Jacob representante de las doce tribus de Judá.
Según la Biblia
el padre lo amaba “más que a todos sus
hermanos” y por ello estos “le aborrecían, y no podían hablarle
pacíficamente” (Génesis 37:1-4), por lo que lo vendieron a
unos mercaderes ismaelitas-medianitas que venían de Gallad por veinte piezas de plata.
Estos
mercaderes le llevan a Egipto donde Putifar, que era un capitán de la Guardia
del Faraón (Gen 37, 23-36 y 39, 1), le compra para que sea criado de su casa.
Las grandes cualidades de José
determinaron que prosperara en el servicio hasta el punto que el “Jefe egipcio”
le nombró Mayordomo-Administrador de su casa, a pesar de que había sido
comprado como esclavo. “Putifar lo puso
todo en manos de José y no se preocupaba de otra cosa que del pan que comía.
José era guapo y del buen tipo” (Gen, 39, 7).
En el texto hebreo Putifar es descrito como “saris”, una palabra que
suele significar “eunuco”, por lo que se supone que su mujer, cuyo nombre no
figura en ningún texto, podría estar sexualmente insatisfecha.
Por lo que se
fijó en José y le dijo: "Acuéstate conmigo." Pero él rehusó y dijo a la mujer de su señor: “He aquí que mi señor no
me controla nada de lo que hay en su casa, y todo cuanto tiene me lo ha
confiado. No me ha vedado absolutamente nada más que a ti misma, por cuanto
eres su mujer. ¿Cómo entonces voy a hacer este mal tan grande, pecando contra
Dios?”.
Tras acosarle
sin éxito en varias ocasiones, un día que José entró en su casa y Putifar
estaba ausente, volvió a solicitarle y José la rechazó de nuevo y cuando se vio
físicamente agredido, tomó la decisión de huir medio desnudo en vez de ceder.
Pero, en su fuga el manto
quedó en manos de la mujer, que lo utilizó como prueba para argumentar ante los
siervos y su marido que el joven había tratado de forzarla.
El texto (Gn, 39, 11), en principio, suponía que la mujer de Putifar y
José estaban solos en la casa, pero posteriormente añade que ella gritó,
llamando a todos los siervos de la casa, y cuando vinieron acusó a José de
quererla violar, quitándose la túnica para acostarse con ella. Y cuando llegó
su marido le acusó diciéndole: “Ha entrado a mí ese siervo hebreo que tú nos
trajiste, para abusar de mí; pero yo he levantado la voz y he gritado, y
entonces ha dejado él su ropa junto a mí y ha huido afuera”.
Putifar encolerizó y prendió a José y le puso en la cárcel, en el sitio
donde estaban los detenidos del rey (Gn, 39, 17-20).
Pero, la providencia de Dios le protegerá en la cárcel: “Y el jefe de la cárcel entregó en manos de
José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que
se hacía allí, él lo hacía” (Gn 39:21-22).
Además, José
interpreta los sueños de dos oficiales de palacio, por lo que es reclamado a
presencia del Faraón y siempre fiel a sus creencias religiosas, José
responde: “No está en mí; Dios será el que de respuesta
propicia al faraón” (Génesis 41:16). Y llegó la respuesta en que José
acertó plenamente, pues Egipto tendría siete años de gran abundancia y otros
siete años de hambre.
El mismo Faraón le sacará de la prisión, le hará “mayordomo o
administrador” de todo Egipto dándole como esposa a una mujer con la que tendrá
dos hijos, Manasés y Efraím, que serán patriarcas y jefes de las tribus más
importantes del antiguo Israel.
Este relato
nos permite convertir un episodio del Génesis en una lección moralizante sobre
el poder de la sexualidad de la mujer sobre el hombre.
Detalle del cuadro
sin marco
Y Esquivel
nos muestra el contraste entre la imagen casta y el rechazo de José y la
sensualidad ofrecida de la mujer de Putifar, al presentarnos el momento en que
José huye del lecho donde se encuentra la mujer de Putifar, que muestra uno de
sus pechos y trata infructuosamente de retener a su criado agarrando su túnica,
que será el objeto que le permitirá montar la calumnia.
Detalle de la
sensualidad de la mujer de Putifar y del rechazo de José
Por otra parte, la mujer de Putifar nos muestra
un solo pie desnudo, lo que enfatiza aún más su desnudez, esto en la pintura
alegórica ha sido usado como símbolo de la inocencia perdida, adentrándose en
el terreno del fetichismo y de la sensualidad. Dorotea,
como pecadora arrepentida, recoge el cabello y se pone los zapatos “con toda
honestidad”.
Detalle del pie
desnudo de la mujer de Putifar
Frente a José
que se mantiene calzado, como signo de dignidad.
Detalle del pie de José
Finalmente, destacamos la morfología de pie griego con que se representa a José. Este tipo de pie se caracteriza por tener el segundo dedo más
largo que el pulgar. Se conoce como griego debido a que en la mitología
griega está asociado a las diosas y sus poderes.
Por Andrés Carranza Bencano
Pues a pesar de estar en Egipto tiene el pié griego.
ResponderEliminarUna historia casi caricaturesca en esta época del "me too".
Pues yo te he seguido durante todo el verano y me han encantado tus cositas, como está del casto José, gracias Andrés
ResponderEliminarExhaustivos tus comentarios q nos adentran en un Mayor conocimiento y disfrute en las pinturas.
ResponderEliminarMuy buen texto.
ResponderEliminarLa Biblia y su cultura,...
Como siempre muy interesante y bien desarrollado en los detalles fotográficos
ResponderEliminarUnas pinceladas muy interesantes de Historia Sagrada que han servido de hilo conductor para ilustrar este precioso cuadro. Mary Velasco.
ResponderEliminar