SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
Madonna con el niño y Santa Ana o Madonna de los
Palafreneros. Caravaggio
Este cuadro es
conocido como “Madonna con el Niño y Santa Ana” pero también por otros títulos
cono “Madonna de los Palafreneros” o “Virgen de la Serpiente”.
Cuando Caravaggio recibe este encargo, el más importante de su vida
profesional, ya era un pintor consolidado que gozaba de mucha fama, lo que le
permitía rechazar algunos encargos, pero quizás lo más importante era el hecho
que muchas de sus obras, una vez terminadas, eran rechazadas por los promotores
o eran desviadas del lugar para el que estaban destinada, todo ello,
fundamentalmente, por su personalidad y forma de concebir los temas pictóricos,
que le creaba grandes enemistades.
Por la morfología, la mayor sutileza de los claro-oscuros característicos y
la utilización de los brillos de la luz, junto a la monumentalidad de las
figuras y la amplitud de espacios, se puede interpretar que este óleo pertenece
a la última etapa del artista.
Es una de las obras de Caravaggio sobre la que más se ha escrito, por su
gran tamaño, su magnífica ejecución técnica y su polémica retirada de la
Basílica de san Pedro del Vaticano.
El nombre del cuadro se refiere a la madre de la Virgen, Santa Ana, patrona
de los palafreneros (criados de alta jerarquía que se ocupaban de los caballos
del rey o de los nobles) y por ello, fue un encargo de los palafreneros o
caballerizos vaticanos, a través del cardenal Scipione Borghese, a la sazón,
sobrino del Papa Pablo V, para el altar de la capilla de Santa Ana, en la
Basílica de san Pedro del Vaticano. Pero fue retirado de su ubicación prevista
a los dos días y el Papa se lo regaló a su sobrino, el cardenal Scipione
Borghese, más famoso por sus labores de mecenazgo que por su contribución a la
Iglesia, y hoy forma parte de la colección de obras de la Galeria Borghese,
mientras que su lugar está ocupado por un mosaico que representa al arcángel
Miguel, basado en la pintura del altar de Guido Reni en la iglesia de santa
María della Concezione de Roma.
La película “Caravaggio. L’Anima e il Sangue (El Alma y la Sangre)
producida por Sky y Magnitudo Film en colaboración con Vatican Media, permitió
que este cuadro se pudiera disfrutar
virtualmente, después de cuatro
siglos, en el lugar a donde originalmente estaba destinado. La
recreación virtual del lienzo, se debe al trabajo realizado tras la creación de
una serie de fotografías a 360 grados del Altar, sobre las cuales el modelo fue
posteriormente aplicado digitalmente a la imagen de la pintura. El resultado es
como ser transportado en el tiempo hasta el 8 de abril de 1606 cuando
Caravaggio, “feliz y satisfecho”, como declaró en la única declaración escrita,
entregó el trabajo a la comisión de la Archicofradía de los Palafreneros de
Sant’Anna. Pero, su decepción debió ser mayor cuando el pintor se enteró que su
creación había sido rechazada.
La obra es de un gran realismo y los personajes son presentados como
modelos vulgares sin idealizar, de tal modo, que las figuras divinas están
encarnadas por figuras terrenales. La Virgen no tiene su aspecto tradicional
con velo, halo y ropa bonita, sino que se escenifica con el aspecto de una
vulgar campesina, con una pobre vestimenta y excesivo escote, utilizando como
modelo, como en otras ocasiones, a su amiga, la prostituta de nombre Lena (Maddalena Antognetti). Santa Ana, la madre de la Virgen,
se presenta como una plebeya, con aspecto de matrona romana, pintada como una
mujer mayor, de piel curtida y con ropa oscura como de una gitana. Además,
siendo la advocación de la capilla para la que fue encargada, no ocupa el
centro de la composición, sino que se dispone en un segundo plano y como
difuminada en el fondo de la habitación. El niño Jesús aparece desnudo, sin ser
un bebé, con gran rigor anatómico, descalzo, y parece que no tiene realizada la
circuncisión.
La pintura en las iglesias, en situaciones de analfabetismo, han servido
para trasmitir las verdades de la fe, para evangelizar y catequizar a las
personas. Y en este lienzo Caravaggio, aborda un tema doctrinal, pues refleja
una doble alegoría, por un lado, el pecado original y por otro la Redención de
ese pecado original. La alegoría de Caravaggio está inspirada en la narración
del Libro de Génesis, que se ha venido a llamar el “Protoevangelio”, porque
contiene una promesa de salvación justo después de que se cometiera el pecado
original, y que cuenta la enemistad natural entre la mujer, su estirpe y la
serpiente: “Pongo hostilidad entre tí y la mujer, entre tu descendencia y su
descendencia. Esta aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón” ( Gn
3,15).
Así, la obra representa a santa Ana, María y el Niño mirando al mismo
tiempo hacia una serpiente. La Virgen, símbolo de la Iglesia, aplasta la cabeza
de la serpiente, símbolo del mal, del pecado original, ayudada por su hijo que
con su pie le da fuerza; mientras que santa Ana, la personificación de la
Gracia, es el testigo de la “Crucifixión” a través de la cual se alcanza la
Redención de dicho pecado original a través de la muerte de Cristo. Así, Santa
Ana está representada no solo por ser la Patrona de la Cofradía de los
Parafreneros, sino también porque hace referencia al misterio, defendido por la
contrarreforma, de la inmaculada Concepción de María, al ser la madre de la
Virgen.
La Inmaculada Concepción no implica para nada una concepción virginal de
María. Lo que implica es lo que estrictamente se dice en la definición del
dogma:” ...Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia
católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos
Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos
que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada
inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su
concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a
los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por
Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”.
De este modo, para un
cirujano dedicado a esta región anatómica, el pie muestra el mayor simbolismo
de la obra por representar la muerte del MAL pisado por la Virgen y el Niño.