SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
La habitación azul. Pablo Picasso.
La
habitación azul. Picasso, Pablo. 1901. Óleo sobre lienzo. 50,49×61,6 cm.
Phillips Collection. (CC BY 3.0)
Esta obra corresponde a la etapa azul de Picasso que transcurre entre 1901 y 1904.
El nombre proviene del color que domina la
gama cromática de las pinturas y se define por la preocupación del artista por las imágenes del
sufrimiento humano.
La habitación en la que se
desarrolla la escena es la vivienda-estudio del propio Picasso, situado en el número 130 del bulevar de Clichy. Un estudio que hacía también las veces de sala, dormitorio y
cuarto de baño, y que el artista compartía, frecuentemente, con amigos y
modelos.
Según el poeta y buen amigo del
pintor, Jaume Sabartés, en la habitación se recogía todo lo que Picasso lograba subir a ella.
Nos dice que era “necesario vaciar la mesa para comer, que muchas cosas,
por falta de espacio, acababan en el suelo y que, en las paredes, se apilaban
multitud de cuadros”.
Sin embargo, el desorden descrito por el
poeta no está presente en “La
habitación azul”, tal vez porque, como dice Roland Penrose, la obra fue
pintada antes o, simplemente, debido a que a la hora ordenar los espacios del
cuadro, Picasso fue eliminando todo aquello que resultaba accesorio.
La obra contiene referencias a pintores como Edgar
Degas, Cézanne o Toulousse Lautrec. Así, en el fondo de la pintura, se
aprecia parte del cartel de May Milton, cantante y bailarina inglesa que
actuaba en el Moulin Rouge.
Detalle
del cartel de May Milton
Las flores de
la mesa recuerdan a los jarrones con flores de Paul Cézanne.
Detalle
del jarrón de flores
Desde la década de 1950, se había especulado que la
pintura tenía algo escondido debajo de su superficie y en 2008 fue
examinado por un equipo de conservadores de The
Phillips Collection de Washington, propietaria
de la obra desde 1927, en colaboración con la National Gallery of Art de
Washington, el Wintherthur Museum de Delaware y la Universidad de Cornell
(estado de Nueva Yorky al estudiarlo con rayos X y con un “escáner
hiperespectral”, se descubrió que bajo las capas de pintura se encontraba el
retrato de un hombre barbudo con pajarita, en posición sentada, que reposa la
cabeza sobre una mano en la que pueden apreciarse tres anillos.
No se sabe,
con seguridad, la identidad del fantasma, pero se supone que podría ser el crítico Gustave Coquiot, o
bien Ambrose Villard, el marchante que organizó la primera exposición de
Picasso en París, en 1901.
Detalle del retrato de un hombre con la cabeza reposando
en su mano. (CC BY 3.0)
Es relativamente frecuente, por parte de Picasso, la
reutilización de un lienzo, debido a que en su época de penuria económica no se
podía permitir el lujo de comprar todos los lienzos que necesitaba.
Esta reutilización es diferente
a los "pentimenti", que son correcciones realizadas por
el autor sobre lo que estaba pintando, o
cambios de idea (por eso el término "arrepentimiento") durante la
realización de la obra.
En cuanto al tema principal es el mismo que desarrolló
Dagas en las distintas versiones que hizo de “La tina”, pues la obra muestra a una mujer desnuda bañándose en una
“tina” (un barreño, circular, metálico o de barro cocido).
La modelo utilizada podría tratarse de una prostituta,
pero también se especular que la mujer está inspirada en Germain, la bailarina
de la que Casagemas, el gran amigo de Picasso, estaba perdidamente enamorado y
por la que se suicidó, cuando la joven le rechazó.
Por ello, la mujer es representada como
epicentro de pecado y tentación, como alegoría que limpia con el agua su pecado.
Detalle de la mujer
Lavarse los pies en los tiempos bíblicos era una forma necesaria de higiene, pues los caminos eran polvorientos y sucios y el calzado eran sandalias.
Ello creó la necesidad de lavarse los
pies constantemente, pero también era una cuestión de ceremonia o actividad
religiosa, de limpieza o purificación de las impurezas del camino, ya que al
igual que el polvo se pega a los pies de los viajeros, muchas cosas también se
pueden adherir a nuestras vidas.
Detalle de los pies en el barreño
Por Andrés Carranza Bencano