EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
CRUCIFIXIÓN
Cristo en la Cruz. Jan Lievens.
Cristo
en la Cruz. Jan Lievens. Óleo sobre tela.
130 x 85 cm. Museo de Bellas Artes de Nancy
Se sitúa la imagen de Cristo sobre un fondo
oscuro, sin alusión alguna al paisaje del Gólgota.
La cruz es de travesaños alisados, con los
nudos de la madera señalados, y con el título en hebreo, griego y latín.
La figura de Cristo es frontal, la cabeza tiene
un estrecho halo luminoso, está inclinada hacia el brazo izquierdo y
levantada.
La mirada implorante, hacia las alturas,
refleja dramatismo e incluso parece representar un gesto de éxtasis, al
reflejar el instante en que Jesús alza la cabeza y, con la boca abierta, parece
pronunciar las palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
A pesar de la crudeza de la escena, la cantidad
de sangre empleada ha sido meticulosamente elegida, y solo se manifiesta
ampliamente en la que brota de su costado, de la que sale sangre y agua,
símbolo del Bautismo y de la Eucaristia que constituyen la Iglesia.
El paño de pureza (también llamado perizoma),
es muy reducido y sin derroche de vuelos.
Se representa a Cristo clavado con cuatro clavos, con
los pies apoyado directamente en el stipe vertical y las rodillas simétricas
con discreta flexión.
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