MUERTE EN LA PINTURA
La Muerte de Adán. Piero de Benedetto dei Franceschi.
La capilla mayor de la iglesia superior en la
basílica de san Francesco en Arezzo alberga una de las obras cumbre del
renacimiento italiano, el ciclo de frescos realizado por Piero della Francesca que relatan la Historia de la Veracruz que cuenta las
peripecias del árbol con el que se construyó la cruz de Cristo (ver).
El ciclo se inicia con la Muerte y sepultura
de Adán en el luneto de la Epístola, que narra cómo
Adán moribundo envía a su tercer hijo, Set, al Paraíso para obtener el aceite
de la misericordia que le redima del pecado original, aunque el arcángel san
Miguel le entrega tres semillas del árbol de la vida para que las coloque en la
boca de su padre antes de enterrarlo, de las que nacerá el árbol con el que se
hará la cruz de Cristo.
A la derecha está Adán anciano sentado en el
suelo rodeado de Eva y de sus hijos. Al fondo tiene lugar el encuentro entre
Set y y san Miguel, y a la izquierda, bajo un árbol, se representa el entierro
de Adán.
Destaca el
dramatismo de la mujer que abre los brazos desesperada ante la muerte de Adán,
una demostración de sentimientos excepcional en el pintor, en el que lo normal
es que las figuras presenten la actitud pausada del resto, con posturas que parecen
detenidas para siempre en composiciones modélicas, formando grupos estables,
inmutables, serenos, como si se hubieran superado las coordenadas del
tiempo.
La mujer que aparece a la izquierda muestra un
rostro perfecto, de pura geometría y una mirada perdida.
Todo lo que se conoce de la vida y muerte de Adán procede de textos apócrifos, por la ausencia de datos en la Biblia.
Un conjunto conocido como “Literatura Primaria de Adán” contiene los libros “Apocalipsis de Moisés”, “El libro de la vida de Adán y Eva” (versión latina y eslava), “La Penitencia Armenia de Adán”, “El
Georgiano Libro de Adán” y algunos fragmentos de origen desconocido escritos en
copto. Se cree que todos ellos se debieron basar en una misma fuente semita de
origen cristiano escrita alrededor del siglo I d.C.
Según el Genesis (5: 3-4) Adán murió a la edad de 930
años y tenía 130 años cuando engendró un hijo a su semejanza a quien puso por
nombre Set.
Pero, hay discrepancias sobre el lugar en que fue
enterrado Adán, pues se cita una cueva en la montaña sagrada de Abü Qubays, y
la mezquita de Al-Jayfi, ambos cercanos a la Meca en Arabia Saudí. También se
dice que se enterró en una de las laderas del llamado Monte de Adán, en la isla
de Ceilán, hoy Sri Lanka.
La mayoría de los textos coinciden en que Noé sacó los
restos de Adán, Abel y Eva y los colocó en un ataúd para llevarlos en el arca y
enterrarlos posteriormente en Jerusalén, una vez pasado el Diluvio Universal.
Este enterramiento se relaciona con el lugar de la
crucifixión de Jesús, pues la palabra “Gólgota” puede proceder de la palabra
aramea que significa “Monte de las Ejecuciones” refiriéndose a un lugar de
Jerusalén destinado a las ejecuciones públicas o que había un cementerio
cercano. En los cuatro Evangelios Canónicos se refiere al “Lugar de la
Calavera” de donde derivó a la palabra castellana “Calvario”, quizás por ser un
monte en forma de calavera y se habla del Gólgota como lugar extramuros, muy
cercano a la ciudad. Realmente, no es un lugar geográfico concreto y conocido a
lo largo de los siglos, sino que la asignación del montículo es puramente
tradicional y carece de base científica.
En el Evangelio apócrifo de Nicodemo y en la Leyenda
Áurea de Jacobo della Voragine se narra que el arcángel Miguel visitó el
Paraíso, y entregó a Seth tres simientes del árbol de la sabiduría que fueron
plantadas en la boca del difunto Adán donde germinaron y dieron lugar al
nacimiento de un gran árbol, del cual saldría el madero de la crucifixión de Jesús (ver).
El rey Salomón (siglo X a. C) ordenó talarlo para
usarlo en el templo que estaba construyendo, pero misteriosamente no se
adaptaba a ningún espacio, por lo que lo empleó como pasarela sobre un arroyo
cercano.
La reina de Saba, en una de las visitas a la corte del rey Salomón, al pisar la pasarela profetizó que en aquel madero se ajusticiaría a un inocente y que supondría el fin del reino de los judíos, por lo que el rey ordenó enterrarlo a gran profundidad, en la Piscina Probática o estanque de Bethesda, donde permaneció oculto durante siglos, hasta que apareció flotando en la piscina, poco antes del “Prendimiento de Jesús”, de donde fue sacada, secada y usada para construir la cruz donde fue crucificado, como había profetizado la reina de Saba.
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