lunes, 30 de septiembre de 2024

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

La Inmaculada Concepción. Pedro Pablo Rubens. 

La Inmaculada Concepción. Rubens, Pedro Pablo. 1628-1629. Óleo sobre lienzo. 198 x 135 cm. Museo del Prado. Sala 028 (CC BY 3.0)

Rubens pintó este cuadro durante su segunda visita a Madrid (1628-1629), por encargo del marqués de Leganés que después se la regaló al rey Felipe IV, por lo que se colocó en el oratorio del rey del Alcázar de Madrid, donde se documenta ya en 1636 y, posteriormente en el Monasterio del Escorial, donde estuvo hasta 1837.

La Virgen viste túnica roja, símbolo del martirio psicológico al padecer el sufrimiento de su hijo, y manto azul como símbolo de eternidad.

La Iglesia Católica promovía el culto a la Inmaculada Concepción como parte de su estrategia para frenar el avance del protestantismo. Por esta razón, en el siglo XVII proliferaron las representaciones de la Inmaculada.

Estas representaciones tomaron como base un pasaje del Apocalipsis de la Biblia: “Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del Sol, y la Luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.

Por esta razón la Luna aparece en todas las Inmaculadas, como alegoría de la pureza de María y, como tal, se representa siempre como un cuerpo perfecto: llena, creciente o menguante, de alabastro o cristal, y siempre inmaculada, como la Virgen.

Pero Rubens, contemporáneo de Galileo, conocía los descubrimientos realizados por el astrónomo y este es uno de los primeros cuadros en los que la Luna se representa como la mostró el telescopio, o sea imperfecta y opaca, en contradicción con la idea de la pureza lunar defendida desde los tiempos de Aristóteles.

Detalle

Además, La Virgen, coronada de estrellas, pisa la serpiente con la manzana, símbolo del pecado.

 SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA

La Inmaculada Concepción. Antonio del Castillo Saavedra.

La Inmaculada Concepción. Castillo Saavedra, Antonio del. Hacia 1645. Óleo sobre lienzo. 192,5 x 131 cm. Museo del Prado. No expuesto. (CC BY 3.0)

La Virgen aparece en primer término, invadiendo gran parte de la superficie pictórica, lo que le otorga una fuerte presencia.

La zona superior está invadida por la luz en la que destaca un haz triangular que tiene su vértice superior fuera de la superficie del cuadro y que evoca directamente la idea de la Sabiduría Divina que abarca a la Virgen, tras cuya cabeza se expande una corona de rayos de acusada simetría.

Más allá de ese marco, Castillo ha construido otro exterior, formado por cuatro cuerpos de ángeles, y las cabezas de otros doce, y dispuestos según un esquema simétrico.

Los ángeles de cuerpo entero aparecen a ambos costados de María y ostentan atributos vegetales: un lirio, una azucena, una palma y un ramo de olivo, símbolos marianos habituales y alusivos a conceptos como la pureza, la paz y la gloria.

Inmediatamente bajo la Virgen hay una cabeza que se eleva sobre otras dos dispuestas simétricamente, y a los lados vemos otro par.

María, además, apoya sus pies sobre una luna que describe un círculo muy nítido y en cuya parte inferior vemos al dragón infernal, que rompe el estricto equilibrio del cuadro.

Bajo la Virgen, y su pedestal angélico se muestra la tierra.

A la derecha, una fuente y una torre evocan las Letanías marianas.

A la izquierda un paisaje fluvial con un puente, que se identifica con el famoso puente romano de Córdoba, defendido por la torre de la Calahorra, que constituye una de las principales señas de identidad de la ciudad.

Detalle de la zona inferior de la composición

La Virgen, símbolo de la Iglesia. Es la nueva Eva, nacida sin Pecado Original y aplasta la cabeza del dragón infernal, símbolo del pecado original, símbolo del mal. 

domingo, 29 de septiembre de 2024

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Santísimo Cristo de la Lanzada. Hermandad de la Lanzada. Iglesia de san Martín.


La imagen del Santísimo Cristo de la Lanzada, es obra contemporánea de Antonio Illanes (ver) del año 1929.

Se trata de la primera gran obra de este imaginero para la Semana Santa Sevillana, puesto que en esas fechas se encontraba cursando estudios en la Escuela de Bellas Artes, ubicada en el actual Museo de Bellas Artes.

Santísimo Cristo de la Lanzada

Realizada en pino de flandes, mide 1,67 metros de altura y está inspirada en el crucificado de la Clemencia de Montañés, con piel morena y claros rasgos judíos.

Se trata de un cristo muerto, en el momento de ser atravesado por la lanza de Longinos, con la cabeza caída hacia el lado derecho.

Detalle del rostro

El paño de pureza es de gran delicadeza, sujeto con una cuerda con el nudo a la derecha, cubriendo ambas caderas.

Detalle de la herida de la lanzada y el paño de pureza

Los pies están fijados con un solo clavo con el pie derecho sobre el izquierdo.

Detalle de los pies

El paso del misterio representa el momento en que Longinos montado a caballo propina la Sagrada Lanzada a Jesucristo en el costado, que yace en la cruz, para cerciorarse de su muerte, como se narra en el Evangelio de san Juan (19:33-34), siendo el único que recoge el momento, que no aparece en los evangelios sinópticos: “Pero al llegar a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua”.(Jn. 19:33.34).

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Crucificados menores. Iglesia de San Martín II. 

En la Iglesia de san Martin, en el muro de la derecha, de la epístola, destaca el retablo de la Sagrada Familia de la Virgen, conocido popularmente como el “Paseíto”, con un grupo escultórico central con imágenes de Santa Ana, San José, la Virgen Niña atribuido al escultor Benito Hita del Castillo, siglo XVIII, rodeadas de pinturas sobre tabla del siglo XVI de los apóstoles. 

En el centro del segundo cuerpo se presenta un crucificado.

Retablo de la Sagrada Familia

Crucificado del segundo cuerpo del retablo

viernes, 27 de septiembre de 2024

lunes, 23 de septiembre de 2024

 EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Santísimo Cristo de Buena Muerte. Iglesia de san Andrés.

A los pies de la nave del Evangelio. El retablo está compuesto de tres cuerpos, un banco (que ha sido realizado de nueva factura por haber desaparecido el antiguo de cerámica), un cuerpo central que acoge al Crucificado y a los lados dos imágenes de santos, y un ático con un motivo central que presenta el escudo de San Juan de Ribera. 

Retablo

La imagen crucífera se cree que es del siglo XVII, aunque se desconoce su autor. 

Realizado probablemente en pino de Flandes. Presenta unas dimensiones muy inferiores a la talla denominada de escuela, de estilo barroco sevillano.

Esta imagen se mantuvo en cesión durante un periodo de unos años a la Hermandad de San Juan de Ávila, con motivo de presidir el Altar Mayor de la misma, en el barrio sevillano de El Porvenir.

Se trata de un cristo muerto con el rostro caído hacia el lado derecho, con mechón de pelo o bucle hacía mismo lado que la cabeza. Corona de espinas tallada. 

Crucificado

Detalle del rostro


Sujetos los brazos mediante clavos en las palmas de las manos. Con llaga en costado derecho. Amplio paño de pureza que cubre totalmente ambas caderas.

Detalle de la herida del costado y el paño de pureza

Los pies fijados con un solo clavo con el pie derecho sobre el izquierdo. 

Visión frontal de los pies

Visión lateral de los pies

EL PIE Y LOS CRUCIFICADOS DE SEVILLA

Crucificados menores. Iglesia de San Andrés


En la nave del Evangelio de la iglesia de San Andrés. En la capilla del Sagrado Corazón de Jesús, un crucifijo de marfil con los pies fijados por dos clavos.

sábado, 21 de septiembre de 2024

 EL PIE Y LA PIEDAD EN SEVILLA

Santísimo Cristo de la Caridad. Hermandad de Santa Marta. Iglesia de San Andrés. Luis Ortega Bru.

El Santísimo Cristo de la Caridad, forma parte del magnífico misterio del Traslado del Señor al Sepulcro, obra del imaginero del siglo XX, Ortega Bru (ver), en 1953.

Grupo escultórico del Traslado del Señor al Sepulcro, con José de Arimatea, Nicodemo y María Magdalena 

El santísimo Cristo de la Caridad es una efigie yacente, realizada en madera de ciprés policromada, a partir de un modelo de barro en tamaño natural, que se conserva en las dependencias de la hermandad. 

Captura un momento de profundo dolor y compasión, representando a Cristo siendo llevado al sepulcro por los santos varones.

La imagen destaca por su expresividad y realismo, especialmente en el rostro y cabeza de Cristo, libre de la corona de espinas, con una amplia cabellera de raíz clásica que enmarca al sobrecogedor rostro, en el que se destacan los rasgos de la muerte trágica y cercana, que resaltan el dramatismo del momento.

Detalle de la cabeza y rostro en visión lateral

Detalle de la cabeza y rostro en visión frontal

El cuerpo presenta un notable movimiento, flexionándose en ángulo tanto por la cintura como por las rodillas, para ser llevado sobre una sábana por los Santos Varones hacia el Sepulcro, formando un dinámico grupo diagonal de izquierda a derecha.

Visión lateral izquierda

Es de destacar, junto a la admirable anatomía, el magistral brazo derecho desprendido y un breve perizoma que deja al descubierto toda la cadera derecha.

Visión lateral derecha

Visión frontal

Destaca, igualmente la posición de los pies con la ulcera correspondiente a los clavos extraídos, pero manteniendo el pie derecho sobre el izquierdo.

Visión frontal de los pies

Visión lateral de los pies


En el año 1977, el propio Ortega Bru llevó a cabo una restauración intensa de la imagen, mejorando la policromía y añadiendo detalles como tallar las llagas, que anteriormente solo estaban pintadas.

Esta intervención dotó al Santísimo Cristo de la Caridad de una mayor riqueza en detalles, como la sangre que brota de sus heridas, logrando un realismo aún más impactante.

En este sentido, se dice que la talla del Cristo de la Caridad, fue enriquecida en su policromía por la propia sangre de su escultor.

La imagen ha sido objeto de otras restauraciones, como la realizada en el año 2000 por el taller Serbal y en 2006, por Pedro Manzano Beltrán que llevó a cabo una restauración integral.

Dentro de las curiosidades de este paso de misterio, destaca la rosa que hay bajo la mano derecha del Cristo de la Caridad, que resalta entre los lirios morados.

La historia de esta rosa se remonta a la segunda mitad del siglo XX y podría relacionarse simbólicamente con “la última gota de sangre del Señor que hizo que brotase la rosa”.

Pero, la realidad es que, a principios de los años 70, coincidiendo con la etapa de Gabilondo como director de Radio Sevilla, la cadena, para la que trabajaba el periodista, envió un Lunes Santo una rosa a cada una de las hermandades de la Semana Santa.

Manuel Otero Luna, hermano mayor, se acordó de que la esposa de Gabilondo estaba muy enferma, y pensó agradecer el detalle colocando la flor lo más cerca posible del Señor. Paco Cabello, prioste segundo, decidió colocar esa rosa roja debajo de la mano derecha del Cristo de la Caridad y, desde entonces, cada Lunes Santo, la hermandad procesiona con ella en su misterio.

sábado, 14 de septiembre de 2024

EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

MILAGROS 

Las bodas de Caná. Juan de Valdés Leal

Las bodas de Caná. Valdés Leal, Juan de. 1661. Óleo sobre lienzo. 107 x 80 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala VIII. Adquisición del Estado en 2013

En esta obra se recoge un pasaje del Evangelio de San Juan (Juan 2: 1-11), en que se narra el milagro acaecido en una boda a la que fueron invitados la Virgen, Jesús y sus discípulos, pero sin san José (lo cual permite suponer que ya estaba muerto), y en la que Cristo, ante la falta de vino, pidió que se llenaran seis tinajas de agua que cuando se vertieron quedaron convertidas en vino.

Resulta verosímil que las hidrias, donde se consumó el milagro de la transustanciación del agua en vino, no fueran más que modestas jarras de arcilla porosa, aunque San Juan hable de “Seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos”.

La transustanciación del agua en vino es considerada como la figura de la Eucaristía, de tal modo que el cambiar el agua por vino, debe entenderse como que Jesús sustituye con el vino del Evangelio el agua de la Antigua Ley, cambia la Iglesia por la Sinagoga.

Las seis tinajas simbolizan las seis épocas de la historia del mundo que precedieron al advenimiento de Cristo, representadas por Adán, Noé, Abraham, David, Jeconías y San Juan Bautista. Así como, las seis épocas de la historia del mundo y las seis edades de la vida: Infantia, Pueritia, Adolescentia, Juventus, Virilitas, Senectus.

Detalle del cuadro sin marco

Valdés ambienta la escena en un interior arquitectónico de resonancias clásicas y articula la composición en planos que se desarrollan en profundidad y en altura. 

Sitúa las figuras principales en el plano intermedio, pero concede mucha importancia a los sirvientes que, en primer término y con forzados escorzos, están siguiendo las indicaciones de Jesús. 

Detalle de  Jesús y la Virgen

Detalle del rostro de Jesús 

Sustituye las tinajas de piedra del relato de san Juan por lujosos jarros de metal dorado repujado.

Detalle las tinajas

Detalle de las tinajas y el sirviente que las rellena

Detalle del niño

Las dos figuras masculinas con turbante que conversan entre sí recuerdan a las que aparecen en la obra Jesús disputando con los Doctores en el Templo (ver).

Detalle de los dos personajes con turbantes

Los esposos tienen una corona en la cabeza, de acuerdo con el rito nupcial de la Iglesia griega.

Detalle de la Virgen y de los esposos

Detalle de los sirvientes