PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA
Pie paralítico
San Hugo en el refectorio de los cartujos. Francisco de Zurbarán
San Hugo en el refectorio de los
cartujos. Francisco de Zurbarán. 1635. Óleo sobre lienzo. 262 x 307 cm. Museo
de Bellas Artes de Sevilla.
Hacia el año
1083 de la era cristiana, en algún lugar de Francia, un joven de rica familia,
llamado Bruno, decidió abandonar los placeres mundanos para alcanzar la entrega
a Dios, basada en el silencio absoluto, la pobreza, el trabajo, el ayuno con
abstinencia a la carne, la meditación y la oración. Para ello, se retira con
seis compañeros a un bosque en el área de Chartreuse, cerca de Grenoble, donde
fundan un pequeño monasterio.
El cuadro formaba parte de una trilogía en la que cada uno de los cuadros
hacía referencia a una norma distintos de los cartujos, como la abstinencia, la
oración y el silencio. En este caso el mensaje es el ayuno y la abstinencia de
los cartujos.
La escena del
cuadro cuenta el milagro acontecido a esta pequeña comunidad. Los monjes son
mantenidos por san Hugo, obispo de Grenoble, que les remite periódicamente
ciertas provisiones para su sustento. Al comienzo de la Cuaresma, les
envía carne y los monjes reunidos en el refectorio inician un largo debate
sobre si una vida dedicada a Dios debe incluir la ingesta de carne o es mejor
practicar la abstinencia.
En medio de la
discusión, los siete frailes caen en éxtasis y quedan sumidos en un profundo
sueño durante los cuarenta días de la Cuaresma. San Hugo envía a un page, antes
de pasar por el monasterio para celebrar el Jueves Santo con los monjes. El
page le comunica que ha encontrado a Hugo y a sus monjes dormidos sobre la
mesa. Por lo que san Bruno envía a dos pajes más que le confirman dicha
situación y se dirige personalmente al convento, escandalizándose al ver la
carne sobre la mesa, siendo Miércoles Santo. En esto se despertaron los santos
monjes y san Bruno pudo comprobar que no tenían noción del tiempo que había
pasado. En ese mismo momento la carne de los platos se convirtió en cenizas y
lo interpretaron como un mensaje divino que aprobaba la abstinencia absoluta de
carne por parte de los monjes.
El cuadro
estuvo emplazado originalmente en la Sacristía del Monasterio de la Cartuja de
Santa María de las Cuevas de Sevilla y actualmente se encuentra expuesto en el
Museo de Bellas Artes.
En este lienzo
muy enigmático, Zurbarán realiza una composición muy geométrica en tres planos,
en el primero san Hugo, obispo de Genoble, y el paje; en el segundo la mesa, en
“L”, cubierta con un mantel que casi llega hasta el suelo, como bodegón de
naturaleza muerta formada por escudillas que contienen las comidas, dos jarras
de barro, un tazón boca abajo, panes y cuchillos abandonados, guardando
diversas distancias en relación al borde de la mesa; y en el tercero, San
Bruno, en el centro, y el resto de monjes saliendo de su sueño, con aspecto
cabizbajo y sin prestar atención a los recién llegados, situando a uno de los monjes prácticamente fuera del
cuadro, como si fuera una instantánea. Sobre la pared, como si fuera una
ventana abierta al cielo, un cuadro con María con el niño y san Juan Bautista,
los grandes protectores de la orden, utilizando
así el recurso de un cuadro dentro de otro. A la derecha una apertura por la
que se divisa la sencilla Iglesia cartuja.
Con la rigidez y envaramiento que parecen afectar
a los monjes, se quiere mostrar la
dignidad que traducen la paz cartujana.
Los rostros de los monjes
muestran los signos de una vida de penitencia, demacrados por el ayuno,
absortos por su larga meditación, reflejando el silencioso estado en el que se
encuentran sumidos, asomando sus cabezas sobre los blancos hábitos, en una de
las mayores genialidades creativas del pintor extremeño.
Es interesante detenerse en la vestimenta del paje pues nos sitúa
cronológicamente la obra, ya que, el cuello a la italiana, el jubón de largos
calzones y la menor volumetría de las calzas, se encuentran a partir de 1635.
Es magistral
la armonía de grises y blancos, sólo quebrada por la colorista escena del
cuadro que cuelga en la pared, con los colores vivos de las túnicas de la
Virgen y san Juan. Los hábitos de los cartujos,
elaborados a partir de los diferentes cromatismos de blanco, iluminan toda la
escena. La luz es clara y brillante y se difunde de manera
homogénea por toda la composición.
El cuadro
muestra a dos figuras con patología neurológica. El paje de la izquierda, que
hace reverencia al anciano con bastón, presenta un pie equino posiblemente
espástico. El anciano (san Hugo) presenta
una postura con extrema flexión anterior involuntaria de la columna dorso
lumbar que se mantiene en bipedestación y durante la marcha. Su etiología es
muy variable siendo la enfermedad de
Parkinson la asociación que más frecuencia ha sido descrita en la
bibliografía.
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