miércoles, 10 de agosto de 2022

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie paralítico

San Hugo en el refectorio de los cartujos. Francisco de Zurbarán

San Hugo en el refectorio de los cartujos. Francisco de Zurbarán. 1635. Óleo sobre lienzo. 262 x 307 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla.


Hacia el año 1083 de la era cristiana, en algún lugar de Francia, un joven de rica familia, llamado Bruno, decidió abandonar los placeres mundanos para alcanzar la entrega a Dios, basada en el silencio absoluto, la pobreza, el trabajo, el ayuno con abstinencia a la carne, la meditación y la oración. Para ello, se retira con seis compañeros a un bosque en el área de Chartreuse, cerca de Grenoble, donde fundan un pequeño monasterio. 

El cuadro formaba parte de una trilogía en la que cada uno de los cuadros hacía referencia a una norma distintos de los cartujos, como la abstinencia, la oración y el silencio. En este caso el mensaje es el ayuno y la abstinencia de los cartujos.

La escena del cuadro cuenta el milagro acontecido a esta pequeña comunidad. Los monjes son mantenidos por san Hugo, obispo de Grenoble, que les remite periódicamente ciertas provisiones para su sustento.  Al comienzo de la Cuaresma, les envía carne y los monjes reunidos en el refectorio inician un largo debate sobre si una vida dedicada a Dios debe incluir la ingesta de carne o es mejor practicar la abstinencia.

En medio de la discusión, los siete frailes caen en éxtasis y quedan sumidos en un profundo sueño durante los cuarenta días de la Cuaresma. San Hugo envía a un page, antes de pasar por el monasterio para celebrar el Jueves Santo con los monjes. El page le comunica que ha encontrado a Hugo y a sus monjes dormidos sobre la mesa. Por lo que san Bruno envía a dos pajes más que le confirman dicha situación y se dirige personalmente al convento, escandalizándose al ver la carne sobre la mesa, siendo Miércoles Santo. En esto se despertaron los santos monjes y san Bruno pudo comprobar que no tenían noción del tiempo que había pasado. En ese mismo momento la carne de los platos se convirtió en cenizas y lo interpretaron como un mensaje divino que aprobaba la abstinencia absoluta de carne por parte de los monjes.

El cuadro estuvo emplazado originalmente en la Sacristía del Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla y actualmente se encuentra expuesto en el Museo de Bellas Artes.

En este lienzo muy enigmático, Zurbarán realiza una composición muy geométrica en tres planos, en el primero san Hugo, obispo de Genoble, y el paje; en el segundo la mesa, en “L”, cubierta con un mantel que casi llega hasta el suelo, como bodegón de naturaleza muerta formada por escudillas que contienen las comidas, dos jarras de barro, un tazón boca abajo, panes y cuchillos abandonados, guardando diversas distancias en relación al borde de la mesa;  y en el tercero, San Bruno, en el centro, y el resto de monjes saliendo de su sueño, con aspecto cabizbajo y sin prestar atención a los recién llegados, situando a uno de los monjes prácticamente fuera del cuadro, como si fuera una instantánea. Sobre la pared, como si fuera una ventana abierta al cielo, un cuadro con María con el niño y san Juan Bautista, los grandes protectores de la orden, utilizando así el recurso de un cuadro dentro de otro. A la derecha una apertura por la que se divisa la sencilla Iglesia cartuja.

Con la rigidez y envaramiento que parecen afectar a los monjes, se quiere mostrar la dignidad que traducen la paz cartujana.

Los rostros de los monjes muestran los signos de una vida de penitencia, demacrados por el ayuno, absortos por su larga meditación, reflejando el silencioso estado en el que se encuentran sumidos, asomando sus cabezas sobre los blancos hábitos, en una de las mayores genialidades creativas del pintor extremeño.

Es interesante detenerse en la vestimenta del paje pues nos sitúa cronológicamente la obra, ya que, el cuello a la italiana, el jubón de largos calzones y la menor volumetría de las calzas, se encuentran a partir de 1635.

Es magistral la armonía de grises y blancos, sólo quebrada por la colorista escena del cuadro que cuelga en la pared, con los colores vivos de las túnicas de la Virgen y san Juan. Los hábitos de los cartujos, elaborados a partir de los diferentes cromatismos de blanco, iluminan toda la escena. La luz es clara y brillante y se difunde de manera homogénea por toda la composición.



El cuadro muestra a dos figuras con patología neurológica. El paje de la izquierda, que hace reverencia al anciano con bastón, presenta un pie equino posiblemente espástico. El anciano (san Hugo) presenta una postura con extrema flexión anterior involuntaria de la columna dorso lumbar que se mantiene en bipedestación y durante la marcha. Su etiología es muy variable siendo la enfermedad de Parkinson la asociación que más frecuencia ha sido descrita en la bibliografía. 


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