miércoles, 10 de agosto de 2022

 PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA

Pie zambo

Esopo. Velázquez, Diego Rodríguez de Silva

Esopo. Velázquez, Diego Rodríguez de Silva. 1639-1640. Óleo sobre lienzo, 179 x 94 cm. Museo Nacional del Prado.  Madrid.

Esopo, era originario de Asia Menor, y diversos autores sitian su lugar de nacimiento en diferentes lugares, Heraclio de Ponto lo relaciona con Tracia, Clímaco con Sardes, Fedro dice que nació en la región de Frigia. Se cree que vivió en torno a los siglos VII y IV antes de Cristo.

Parece que fue esclavo de un filósofo llamado Janto (Xanto) de Samos que lo habría comprado en un mercado al apreciar su ingenio, y que posteriormente le dió la libertad. Tras ser liberado, el rey Crespo de Lidia lo llamó a su corte, lo colmó de favores y lo envió a Delfos, con una gran cantidad de riquezas, para consultar el oráculo, ofrecer ofrendas a Apolo y distribuir parte de esas riquezas entre los habitantes del lugar. 

Disconforme con la codicia de aquel pueblo de sacerdotes, decidió limitarse a ofrecer a los dioses los sacrificios mandados por Crespo y devolver al príncipe el resto de las riquezas. Como venganza, los delfios escondieron, entre el equipaje de Esopo, una copa de oro consagrada a Apolo, lo acusaron de robo sacrílego, y lo despeñaron desde las rocas Fedríadas o de la roca Hiampea.  

Posteriormente, los delfios se arrepintieron de su muerte bajo una acusación falsa y para evitar la cólera de Apolo decidieron ofrecer una recompensa económica a los descendientes de Esopo, que se presentaran a exigirla.  Acudió un rico comerciante de Samos descendiente de Janto al que había pertenecido como esclavo. 

Sobre el circuló gran cantidad de anécdotas y descripciones sobre su físico refiriendo su extrema fealdad por ser jorobado, cojo y tartamudo.

Creó la fábula como género literario, se trata de narraciones redactadas con un estilo sencillo y claro (como el habla del pueblo al que se dirigen) y protagonizadas por animales dotados de la capacidad de pensar y hablar.  Su finalidad es trasmitir una enseñanza moral practica y elemental, con una moraleja final en forma de frase sentenciosa. Los animales poseen ciertas cualidades o actitudes, así, la zorra es la encarnación de la astucia, el lobo de la maldad, la hormiga de la previsión y el león de la majestuosidad. En algunas fabulas intervienen seres humanos o divinidades.

Como ejemplo la fábula del “Perro y la Carne: “Junto a un rio de manso curso y cristalinas aguas, caminaba cierto perro con un pedazo de carne entre los dientes. Se vió retratado en el agua y asumió que un compañero llevaba también en la boca un buen trozo de carne. Para apoderares de la carene ajena, soltó la suya que desapreció por el rio, contemplando espantado que se quedaba sin el bocado verdadero y sin el falso”. Se añade la moraleja sentensiosa: “Así siempre sucede al codicioso, que pierde lo propio queriendo apoderarse de lo ajeno”. Otras fabulas muy conocidas son la de la “Liebre y la Tortuga” o la de “La Cigarra y la Hormiga”. 

Velázquez lo pinta para la Torre de la Parada y posiblemente fue concebido para colgarlo junto a Menipo y Marte. Esopo que ejemplifica al filósofo de espíritu libre, sin ataduras materiales, está plantado ante el espectador al que mira de frente de manera abierta y se rodea de objetos que posibilitan una lectura simbólica. En su mano derecha porta un libro que se supone de sus fabulas. El balde de agua sería alusión a la contestación ingeniosa que dió a su dueño, el filósofo Xano, que lo recompensó con la libertad. El equipaje que tiene a su derecha aludiría a su muerte violenta arrojado desde unas peñas.

Velázquez, logra transmitir una imagen muy realista y al igual que con los retratos de los bufones, representa a un personaje vulgar y deforme, pero con una gran dignidad. Destaca la soberbia realización de la cabeza, con mirada firme al espectador reafirmando la elevada posición intelectual del personaje. 

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Lo presenta con un aspecto muy descuidado, en referencia a su origen esclavo y su cualidad humilde, con vestidos y zapatos como los que llevaría cualquier mendigo de cualquier ciudad española de la época. Destacando su fealdad y justificando su cojera por la presencia de la deformidad de su pie derecho con la clásica morfología de un pie zambo.

Autor: Andrés Carranza Bencano

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