PATOLOGIA DEL PIE EN LA PINTURA
Polidactilia
Los desponsorios de la Virgen. Rafael Sanzio
El cuadro, realizado cuando Rafael tenía 21
años, tiene una clara influencia de su maestro Perugino, pues la composición
está inspirada en la “Entrega de las llaves” que este pintó en las paredes de
la Capilla Sixtina.
Fue un
encargo de la familia Albizzini para la capilla de san José en la Iglesia de
los Minoritas en Cittá, en Umbría. En 1789, en el conjunto del botín
napoleónico, se donó obligatoriamente al General Lechi, oficial del ejército
napoleónico, que lo vendió a Sannazzari (marchante milanés) que 1804 lo legó al
hospital de Milán de donde fue adquirido por la Academia de Bellas Artes para
exhibirlo en Brera. Sufrió un acto vandálico en 1958 y posteriormente fue restaurado
por Mauro Pellicioli.
El tema del
matrimonio de la Virgen no aparece los Evangelios canónicos, sino en los
apócrifos, al tratarse de la persona que desposará y por lo tanto será el
guardián de la virginidad de María, para no suscitar dudas de que el niño que
nacería, unos meses más tarde, no sería hijo suyo, sino del Espíritu Santo.
Según la leyenda Aúrea, de
Santiago de la Vorágine, los
sacerdotes del templo, al cumplir María los 14 años, convocaron a los varones
de la casa de David para elegir al esposo de María. Para ello, los candidatos
tomarían una vara y sería elegido el que produjera un hecho
extraordinario. Siendo presenciado el
ritual por los sietes vírgenes con las que se crió María en el Templo. Siguiendo
este evangelio apócrifo, José fue el elegido (a pesar de ser un señor anciano y
viudo que tenía ya varios hijos), pues su vara fue la única
que floreció, tras salir de ella una paloma, lo que el sacerdote Zacarías
interpreta como un designio de Dios y por ello José coloca el anillo a María, mientras uno de los
pretendientes, situado en primer plano, rompe su vara con la rodilla por el
desengaño, creando un escorzo que otorga mayor
movimiento a la composición.
El sacerdote Zacarías que
se distingue por su sombrero, las barbas largas y el “efod” o especie de peto
que distinguía a los sacerdotes de Israel. El
personaje a la izquierda de María puede ser Ana, madre de la Virgen, teniendo
en cuenta su aparente edad, su pelo cano y su posición preferente.
La Virgen y san Jose van
vestidos en relación con el momento del acontecimiento, pero la ropa de los
demás personajes se corresponde la de Umbría de principios del XVI.
Al fondo de
la composición se distingue el templo, que está claramente relacionado con el
Templete de “San Pietro in Montorio” realizado en Roma por Bramante en 1502 y
que Rafael lo quiere representar como el Templo de Jerusalén.
El templo presenta
una planta poligonal (centralizada) en el estilo de Bramante, casi circular,
pues presenta 16 lados, y rodeado por un pórtico de columnas mezcla de orden
dórico romano (toscano) y pequeñas volutas jónicas, sobre el que se eleva el
cuerpo del edificio, cubierto con una cúpula esférica (media naranja).
La sensación
de profundidad se produce por la visión del cielo a través del arco del templo,
el paisaje difuminado situado detrás del mismo, el embaldosado, que utilizan
para unir la parte superior con la inferior de la composición y las figuras que
van disminuyendo progresivamente de tamaño y que se distribuyen de una manera
equilibrada.
Desde un
punto de vista simbólico, este tipo de templo representa la perfección divina,
que a su vez es la que representa la Virgen, sin pecado, o el mismo sacramento
del matrimonio como unión de dos contrarios para producir un ser perfecto.
Una curiosidad es que san José es el único personaje que tiene los pies descalzos y el izquierdo mira directamente al espectador presentando una clara deformidad en polidactilia, con un sexto dedo.
Y ello, no representa una situación aislada porque Rafael pinta posteriormente seis dedos en la mano de Sixto VI en la obra “La Madonna de San Sixto” (1516).
Esto no se puede interpretar como un error del pintor, sino que tiene una explicación simbólica, pues en el siglo XVI se asociaba esta anomalía a la capacidad de tener un sexto sentido o de poder interpretar los sueños proféticos.
A su
vez, y esto es más llamativo, seis dedos en una mano izquierda era también
considerado como un signo del diablo.
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