SIMBOLISMO DEL PIE EN LA PINTURA
El año del hambre en Madrid. José Aparicio e Inglada
El año del hambre en Madrid. José Aparicio e Inglada. 1818.Óleo sobre lienzo. 315x437. Museo Nacional del Prado de Madrid
La obra representa la “Hambruna” de los madrileños, en
los años 1811 y 1812, durante el reinado de José I, hermano de Napoleón, y el
rechazo orgulloso a aceptar la ayuda de los soldados franceses.
Las causas de esta “hambruna” era los cuatro años de
guerra con el abandono de la juventud hacia el campo de batalla y por tanto la
disminución de la productividad del campo, unido a que las escasas cosechas
eran arrebatadas por los ejércitos y las partidas de guerrilleros, A ello se
unía las dificultades de comunicación con las demás provincias, de una ciudad
cuya producción era insuficiente para su propio abastecimiento.
Todo esto provocó que hombres, mujeres y niños de toda
condición imploraran la caridad publica en la calle en condiciones totalmente
miserables. Los lamentos de las mujeres y los niños al lado de los cadáveres de
sus padres y hermanos tendidos en las aceras y que eran recogidos dos veces al
día por los carros de las parroquias
Según los cálculos más aproximados, se habla de 20.000
muertos en una ciudad que no estaba sufriendo asedio y cuya población podría
ser de 200.00 habitantes.
Mesoneros Romanos nos describe la terrible situación
sufrida por los madrileños, “En el corto trayecto de unos trescientos pasos que
mediaban entre mi casa y la escuela de primeras letras, conté un día siete
personas entre cadáveres y moribundos”. “Los mismos soldados franceses, que
también debían participar relativamente de la escasez general, mostrábanse
sentidos y aterrorizados y se apresuraban a contribuir con sus limosnas al
socorro de los hambrientos moribundos, limosnas que, en lagunas ocasiones
solían estos rechazar, no sé si heroica o temerariamente, por venir de manos
del enemigo”.
Afortunadamente, el 12 de agosto fueron evacuados los
franceses con la entrada en la capital del ejercito aliado
anglo-hispano-portugués, tras la batalla de los Arapiles.
Esta situación es la que representa el cuadro “El
Hambre de Madrid”, al que se le pueden hacer objeciones bajo el aspecto
artístico, pero que indudablemente dibuja una grave situación histórica, y por
ello, el pueblo de Madrid acudió masivamente a su exposición en el patio de la
Academia de san Fernando en 1815.
Tres soldados
franceses se acercan a ofrecer alimentos a unos madrileños harapientos y
desnutridos. En el centro y a la derecha del cuadro, diversas figuras
dolientes, desfallecidas, moribundas o muertas. Un anciano sostiene a un niño
en su hombro mientras, en su regazo, yace una mujer muerta con su hijo. Junto a
ellos un hombre rechaza con su mano la comida que le ofrecen los franceses. Al
otro lado, junto a una pilastra con inscripción alusiva a Fernando VII, un
grupo de personas comen desperdicios. Detrás del grupo principal, un majo con
anchas patillas y bicornio, intenta abalanzarse hacia los soldados
napoleónicos, pero es retenido por una mujer que lleva a su niño en brazos.
Destaca la mujer que come un trozo de una hortaliza, mientras un niño
adelgazado y desnutrido, al igual que mucho de los personajes, suplica tomar
algo de lo que come. En la mujer hay claros signos carenciales, como el edema
de hambre que se aprecia en sus piernas (edemas hipoproteineicos).
Todas las figuras están tratadas con indiscutible
nobleza, tanto la del joven atormentado que rechaza la ayuda francesa
llevándose la mano a la frente, como el anciano que mira al espectador, la
frágil figura del niño pequeño muerto en el suelo o incluso el rostro del joven
militar que ofrece los alimentos. El artista intenta poner de manifiesto la nobleza
de los madrileños ante las adversidades.
Muy significativo de la finalidad propagandística que
perseguía el pintor de “Cámara del Rey” es la frase que aparede en la columna
del lado derecho del cuadro: “
Finalmente, diversos autores critican la falta de
imaginación creativa de Aparicio. Xabier
de salas, escubrió que si bien la figura del anciano, protagonista destacado y
eje de la composición, es la que presenta una mayor solemnidad clásica en su
dibujo y una dignidad resignada en su actitud, centrando el patetismo y la
desolación de la escena, el mérito no es de Aparicio, ya que evoca muy de cerca
el cuadro “El conde de Ugolino y sus hijos” de Füssli, de 1806 y el cuadro del
pintor Fortuné Dufau de idéntico tema al del lienzo de Füssli.
Destacamos finalmente, la imagen comentada de la mujer
que presenta claros signos carenciales, como el edema de hambre que se aprecia
en sus piernas (edemas hipoproteineicos).
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