domingo, 19 de noviembre de 2023

 EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA

JUICIO

Juicio en el Sanedrín. Nikolay Ge.

Juicio en el Sanedrín. Ge, Nikolay. 1892. Óleo sobre lienzo. Galería Tretyakov. Moscú. Rusia


Con la dominación romana del territorio, a partir del año 6 d.C. los líderes e instituciones de Judea son sometidas a la administración directa de Roma.

Pero, en la Judea romana, la ley judía seguía vigente gracias a la existencia del Sanedrín, el alto tribunal que se encargaba de mantener vivas las esencias, que ni los invasores fueron capaces de hacer desaparecer, aunque perdió muchas de sus funciones de carácter ejecutivo.

Estaba compuesto por un mínimo de 23 jueces y un máximo de 71, porque la Biblia dice que Dios dijo a Moisés en el desierto:” Coge 70 de entre los ancianos de Israel y haz la Asamblea de Israel”.

Funcionaba como “La Corte Suprema de la Ley Judía” y su misión era la administración de justicia aplicando la Torah o Ley Sagrada, con competencias en asuntos religiosos, penales y civiles, pero no podía condenar a muerte, pues carecía de “ius Gladii” o “derecho de espada” o condena a la pena capital. Este hecho concuerda perfectamente, por otro lado, con la afirmación del historiador romano Tácito, según la cual “los romanos se reservan el derecho a usar la espada y olvidan el resto”.

Los miembros se disponían formando un semicírculo, de modo que podían verse mientras discutían y deliberaban.

En materias civiles o ceremoniales, la votación la comenzaba el miembro principal de la asamblea.

En materias penales, comenzaban los miembros más jóvenes.

Era necesario una mayoría simple (36 jueces) para absolver al acusado y la sentencia se pronunciaba al final del juicio.

Si la sentencia era condenatoria, se requerían 37 jueces, uno más que en la absolución, y se pronunciaba “in voce”, en público, pero no al final del juicio sino al día siguiente, para que continuara la discusión y los jueces defensores pudieran convencer a los acusadores de la inocencia del inculpado.

Si el inculpado era condenado por unanimidad, tenía que ser puesto en libertad, porque esta unanimidad indicaba que no se había producido esta discusión durante la noche de reflexión, perdiéndose las garantías procesales que debe rodear el enjuiciamiento.  

Siguiendo este argumento, algunos juristas y estudiosas contradicen las versiones de los Evangelistas de que Jesus había sido condenado por unanimidad del Sanedrín, porque en este caso tendría que haber sido puesto en libertad obligatoriamente.

En tiempos de Jesus, al frente del Sanedrín estaba Caifás, de la secta de los saduceos, descendientes del Sumo Sacerdote Sadoq, de la época de Salomón. Estaba casado con una hija de Anás, su antecesor en el cargo, y ante el que también llevaron a Jesús, tras su apresamiento. 

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