EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
CORONACIÓN DE ESPINAS
La coronación de espinas. Antón van Dyck.
Es una obra realizada por van Dyck en su periodo juvenil, cuando
demuestra una gran influencia de la pintura veneciana.
La relación entre Van Dyck y su maestro Rubens debió ser muy importante,
ya que el discípulo regaló esta obra al maestro cuando se marchó en 1621 desde
Amberes a Italia.
Rubens lo conservó en su colección personal hasta su muerte en 1640 y después
fue adquirido por el rey de España Felipe IV, en la subasta de sus bienes, que
la destinó al Monasterio de El Escorial de donde pasó al Museo del Prado en
1839.
La obra está inspirada en un cuadro de su maestro, Rubens, pintado en
1601-1602 para la iglesia de Santa Cruz de Jerusalén de Roma, a su vez
inspirado en un cuadro de Tiziano
La obra fue realizada en varias fases, de tal modo que la reflectografía
infrarroja y las radiografías permiten observar la escena pintada primeramente
y determinar sus modificaciones que se pueden comparar con la
otra versión que realizó del cuadro, que estaba en Berlín, cuando fue destruida
en la segunda guerra mundial.
El principal cambio es la eliminación de los dos
soldados de cuerpo entero que estaban situados a la izquierda de la escena,
como en la versión perdida, y que estaban prácticamente finalizados cuando el
artista decidió ocultarlos.
Igualmente, se observan pentimentos (arrepentimientos),
como un pie entre Cristo y el perro y una mano en el extremo izquierdo,
junto al codo del verdugo.
Son varias las obras que Anton van Dyck dedicó a Jesucristo y esta se
basa en el episodio narrado en los Evangelios de Mateo (27:29), Marcos (15:17)
y Juan (19:2), cuando los soldados romanos quisieron burlarse de Jesús, le
colocaron una túnica purpura, lo coronaron con una corona de espinas y le colocaron una caña en la mano a modo de
cetro real:
“Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al
pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le
echaron encima un manto púpura; y trenzando una corona de espinas, se la
pusieron en la cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla
delante de él, le hacían burla diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!, y después
de escupirle, cogían la caña y le golpeaban con ella la cabeza”.(Mt 27,27-30).
El joven pintor
trató de alejarse del dramatismo habitual que caracterizaba a este tema, a
menudo con unos verdugos bestiales representados de manera caricaturesca, por
simbolizar el mal. Frente a ello, se inclinó por expresar de una manera más suave
y espiritual el sentimiento trágico del escarnio de Cristo.
La escena se desarrolla en un interior, con la
figura de Cristo, como eje de la escena, sentado en el centro de la composición
y a su alrededor un grupo de sayones, siguiendo una estructura circular,
similar a la corona que protagoniza indirectamente el cuadro.
Un soldado armado y un verdugo le colocan la Corona de
espinas, mientras otro le ofrece la caña como cetro, mientras la escena es
contemplada por otras dos figuras desde la ventana.
Las figuras de Cristo y de los sayones son
amplias y macizas, inspiradas en Miguel Ángel, así como Jesús en un modelo
de Tiziano. Las expresiones de sus rostros están perfectamente caracterizadas,
anticipándonos su faceta de retratista. Destaca la sensación de entrega de
Jesús y de contemplación del soldado y los sayones. Tiene gran significado el
pie descalzo y sucio del sayón situado en primer plano.
Tiene gran significado de pobreza espiritual el
pie descalzo y sucio del sayón situado en primer plano.
En la ventana,
situada a la izquierda, se sitúan dos personajes totalmente anecdóticos, muy
similares a los empleados por Jacob Jordaens con quien van Dyck tenía gran
contacto.
Esta ventana
abierta al exterior del calabozo, permite el paso de la luz y es una abertura a
la vida y a la esperanza que simboliza la muerte de Cristo.
El perro
representa la fidelidad y la lealtad, y sus ladridos ponen sonido a la
brutalidad de la acción, como denunciando los insultos y la mofa de los
verdugos, acentuando el dramatismo de la escena sin exagerar los gestos y
ademanes de los personajes que adoptan una actitud reposada.
Finalmente,
destaca el pie descalzo y sangrante de Jesús que imprime un gran dramatismo a
la escena, junto a su deformidad de pie egipcio con Hallux Valgus (Juanete).
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