domingo, 3 de agosto de 2025

 CIRUGÍA 

Operación Quirúrgica. David Teniers.

Operación Quirúrgica. Teniers, David. 1631-1649. Óleo sobre tabla. 33 x 25 cm. Museo del Prado. Sala 077. (CC BY 3.0)

Las intervenciones quirúrgicas fueron uno de los temas predilectos por los pintores flamencos del siglo XVII, especialmente en el ámbito de la pintura de género. Estas obras, de pequeño formato, estaban dirigidas a una clientela burguesa en auge, que buscaba adornar sus hogares con escenas cotidianas cargadas de realismo y, en muchas ocasiones, de un tono humorístico o satírico. Uno de los máximos exponentes de este estilo fue David Teniers el Joven, hijo del también pintor David Teniers el Viejo. Su obra se distingue por una aguda observación de la vida diaria, que plasma con notable detalle y un cierto aire caricaturesco.

La "Operación quirúrgica" del Museo del Prado es un ejemplo representativo de este tipo de pintura costumbrista. A través de ella, podemos asomarnos a las condiciones precarias en que trabajaban los cirujanos del momento, muchos de ellos conocidos como “cirujanos barberos”. Estas figuras, que comenzaron a proliferar en la Edad Media, desempeñaron un papel fundamental en la historia de la medicina europea. No eran médicos formados en universidades, y su labor era considerada de rango inferior dentro del campo sanitario. A menudo ejercían de forma itinerante, atendiendo en ferias, mercados o incluso a domicilio, si así lo requería el paciente.

Su campo de actuación era amplio: además de cortar el cabello y afeitar, extraían muelas, realizaban sangrías, aplicaban sanguijuelas, practicaban amputaciones y llevaban a cabo intervenciones menores, especialmente relacionadas con afecciones cutáneas como quistes, verrugas, carbuncos, abscesos o úlceras crónicas, además de tratar heridas y fracturas.

El conocido poste de barbería, con bandas rojas, blancas y en ocasiones azules, tiene su origen en estos oficios: el rojo alude a la sangre, el blanco a las vendas, y el azul (presente en algunos países) se interpreta como la representación de las venas.

Con el avance de la medicina y la consolidación de la cirugía como disciplina académica, los cirujanos barberos fueron perdiendo protagonismo. En 1745 se produjo la escisión dentro del antiguo Gremio de Barberos (fundado en 1308), dando lugar a la Sociedad de Cirujanos, lo que marcó el inicio de una separación formal entre ambos oficios. Esta evolución culminó en 1800 con la fundación del Real Colegio de Cirujanos, que consagró la cirugía como una especialidad médica con formación universitaria.

En la pintura mencionada de Teniers, la intervención tiene lugar en una habitación sombría. Al fondo se observa un espacio desordenado que recuerda a un bazar o taller, donde se acumulan redomas, matraces, frascos de ungüentos, un reloj de arena y otros objetos diversos. Esta ambientación sugiere que la escena podría transcurrir en la propia vivienda del cirujano, que en muchos casos también actuaba como boticario o preparaba sus propios remedios. En el suelo, junto al banco donde se practica la intervención, se disponen los instrumentos necesarios para la operación, listos para su uso inmediato.
Este cuadro sigue la estela de composiciones anteriores sobre el mismo tema, como las de Adriaen Brouwer, maestro de Teniers, que ya había explorado con agudeza crítica este tipo de escenas populares.

Bazar con diferentes objetos

Objetos en el suelo junto al banquillo

Pretil de la ventana con un botijo y un tarro


Un cirujano de avanzada edad, de porte algo rústico y rostro marcado por un acusado prognatismo, aparece arrodillado frente a un banquillo, concentrado en su paciente. Su expresión sugiere que mantiene algún tipo de diálogo o consulta con el enfermo, quizás preguntándole por el dolor o el origen de la lesión. Se dispone a intervenir una aparente herida infectada en el dorso del pie, que requiere atención inmediata. En su mano sostiene un instrumento metálico curvo, de acero fino, similar a los utilizados para legrar tejidos necróticos o limpiar úlceras. A un costado, sujeto en una bolsa o cartuchera, lleva otras herramientas quirúrgicas listas para su uso.

Detalle del cirujano

El paciente apoya sobre el banquillo el pie izquierdo que va a ser operado.

Detalle del paciente


Contempla la escena una vieja, puede ser la esposa del paciente, con las manos ocultas bajo una larga tela colgante, a modo de manguito, y llevando una cesta sobre el brazo izquierdo.

Detalle de la anciana


Tras ellos, por una puerta del fondo, sale una joven con un recipiente en la mano, que bien pudiera ser el ayudante del cirujano.

Detalle del ayudante del cirujano

A pesar del ambiente sombrío y algo sórdido en el que se desarrollaban estas intervenciones, y del aspecto rudo del cirujano, la percepción social sobre su labor no era del todo negativa. De hecho, se les reconocía cierta habilidad práctica y utilidad. Un indicio simbólico de esta valoración puede encontrarse en la figura de la lechuza, posada sobre la puerta de la ventana en la esquina superior izquierda de la escena. Tradicionalmente asociada a Palas Atenea, diosa griega de la sabiduría y de las artes manuales, la presencia de esta ave sugiere un vínculo con el conocimiento práctico y la destreza, lo que refuerza la idea de que el trabajo del cirujano-barbero, aunque humilde, gozaba de cierto respeto.

Detalle de la lechuza

Por Andrés Carranza Bencano