MUERTE EN LA PINTURA
In Ictu Oculi. Juan de Valdés Leal.
In
ictu oculi. Valdés Leal, Juan de.
1671-1672. Óleo sobre lienzo. 220 x 216
cm. Hospital de la Caridad
Esta obra inaugura el programa ideado por Miguel Mañara, recordando que la muerte llega a todos de manera inexorable, en un “abrir y cerrar de ojos” ("in ictu oculi"), despojando al hombre de las riquezas y de los placeres efímeros acumulados en este mundo.
Con esta advertencia se invita al ser humano
a preparar su alma para la vida eterna. El propio Mañara lo expresa con
crudeza: “Si tuviéramos delante la mortaja que debemos
de llevar —viéndola todos los días con la consideración de que ha de ser
cubierta de tierra y pisada por todos— olvidarías las honras y estados de este
mundo”.
En el lienzo,
Valdés Leal representa a la muerte como un esqueleto que emerge de las
tinieblas y avanza hacia el espectador, a quien interpela con una mirada
penetrante que subraya la rapidez con que la muerte irrumpe y pone fin a la
vida humana. Según Elena Palos, “el esqueleto tiene una
expresión irónica hacia el espectador, a quien mira directamente casi esbozando
una macabra sonrisa”.
Detalle del esqueleto
El espectro, dispuesto a cumplir su
misión, porta bajo el brazo izquierdo un ataúd cubierto por un manto blanco,
mientras que en la mano derecha sostiene la guadaña con la que siega la vida de
los mortales.
Detalle del ataúd cubierto con un manto blanco y la
guadaña en la mano izquierda
Con la mano derecha apaga una vela,
sobre la cual aparece inscrita la frase "in ictu oculi".
Esta expresión procede de la Primera Epístola de san Pablo a los Corintios (15,
52), donde se anuncia la inminencia de la resurrección: “in momento, in ictu oculi, in novissima tuba
canet enim, et mortui resurgent incorrupti et nos inmutabimur” (“en
un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la trompeta final; pues
sonará y los muertos resucitarán incorruptos, y nosotros seremos transformados”).
Detalle
de la mano derecha
El esqueleto apoya
su pie izquierdo sobre un globo terráqueo, símbolo del poder absoluto de la
muerte sobre todas las cosas y de su victoria sobre la vida terrenal.
Detalle del pie sobre el globo terráqueo
A sus pies, a modo
de "vanitas", (“vanidad”), se acumulan
valiosos objetos que advierten sobre la fugacidad de la existencia y la
inutilidad de los triunfos mundanos ante la eternidad.
Así, sobre la
tumba que ocupa el centro de la composición se distinguen una tiara papal, una
mitra episcopal, telas blancas y rojas, un báculo de obispo, dos coronas, una
cadena de oro y varios libros, junto a una cruz papal apoyada contra la
sepultura. A la derecha se observan fragmentos de una armadura. En primer
plano, un libro abierto muestra en una de sus páginas el grabado de un arco
triunfal, emblema de las victorias militares de las ciudades. Para Valdés Leal,
sin embargo, incluso estos símbolos de gloria resultan insignificantes frente al
poder inexorable de la muerte.
Detalle de los
objetos situados a los pies
Detalle de la tiara
papal
Detalle de la mitra
episcopal
En el frente se encuentra un libro
abierto, se alcanza a distinguir en una de sus hojas el grabado de un arco
triunfal, éste lo solían recibir las ciudades triunfadoras de batalla. Para
Valdés esto no tiene importancia frente a la muerte.
Detalle del libro abierto
Joan Ramón
Triadó (2000), siguiendo el análisis de Ingvar Bergström, distingue tres
categorías simbólicas en las que pueden encasillarse los motivos visuales
característicos de las vanitas. La primera corresponde a los símbolos de la
vida terrena, subdivididos a su vez en tres campos: la vida contemplativa, la
vida práctica y las indulgencias. La segunda categoría agrupa los símbolos de
la mortalidad humana, mientras que la tercera reúne los símbolos de la
resurrección y de la vida eterna.
En esta
pintura de Juan de Valdés Leal pueden identificarse ejemplos de estas
categorías. Entre los símbolos de la vida contemplativa aparecen los libros,
emblemas del saber y de la sabiduría. Los objetos vinculados a la vida práctica,
como armaduras, espadas y joyas, evocan la inutilidad de la riqueza y del poder
frente al triunfo inevitable de la muerte. Entre los símbolos de la mortalidad
destaca la vela, apagada por la mano del esqueleto, que alude al transcurso del
tiempo y a la fragilidad de la existencia humana.
Por Andrés Carranza Bencano
No hay comentarios:
Publicar un comentario