EL PIE Y LA PASION DE CRISTO EN LA PINTURA
RESURRECCIÓN
Retablo del Salvador. Anónimo Sevillano. Museo de Bellas Artes.
Retablo del Salvador. Anónimo sevillano. Hacia 1530. Óleo
sobre tabla. 217,8 x 149 cm.  Museo de
Bellas Artes. Sala II. Procede dela Desamortización de 1840
La inclusión de esta pintura en el
inventario del Museo de Bellas Artes de 1845 sugiere que ingresó tras la
Desamortización de 1835. 
La presencia de los santos Domingo de
Guzmán y Francisco de Asís en el registro inferior apunta a que podría proceder
de un convento dominico o franciscano. No obstante, al situarse la figura de
San Francisco a la derecha del espectador, cediendo el lugar de honor a Santo
Domingo, resulta más probable que perteneciera a un convento franciscano,
siguiendo la disposición habitual en los retablos sevillanos de la época, pues
del mismo modo, en los retablos de las iglesias dominicas localizamos la imagen
de San Francisco a nuestra izquierda.
La obra se fecha a comienzos del siglo
XVI, aunque algunos estudios la sitúan más cerca de la mitad de la centuria, y
señalan la influencia del pintor Alejo Fernández (1475-1545). 
El conjunto está estructurado como un
retablo de ocho escenas, distribuidas en tres cuerpos horizontales y tres
calles verticales.
Detalle
del retablo
En el cuerpo inferior, a la izquierda,
aparece Santo Domingo de Guzmán (ver) con libro, azucenas y crucifijo.
Santo Domingo de Guzmán
A la derecha, San Francisco de Asís (ver) recibiendo los estigmas de Cristo Seráfico. 
San Francisco de Asís
En el centro se representa la
Natividad, ambientada en la tradicional construcción en ruinas, símbolo de la
Antigua Ley, con el anuncio a los pastores al fondo y dos de ellos que se
incorporan a la escena por una puerta lateral. La escena alude a la Encarnación
como anuncio de la Redención.
Natividad
En el cuerpo medio, a la izquierda, se
representa a Cristo y los apóstoles con la mujer de Canaán (Mateo 15: 21-28,
Marcos 7: 24-30) (ver). 
Se ha interpretado en ocasiones como la
mujer hemorroísa, pero ésta tocó la túnica de Jesús buscando el milagro, y como
la que se encuentra en el Retablo lo que hace es rogar a Cristo, quizá sea la
cananea. También se ha citado la escena como Cristo apareciéndose a su madre
después de la resurrección, pero la ausencia del halo de santidad en la figura
femenina permite rechazar que pueda ser la Virgen María.
Cristo y los apóstoles con la mujer de Canaán
En la calle central se desarrolla la
escena principal: Cristo Resucitado presentando a su Madre a los justos
liberados del Infierno. Esta iconografía, de raíz teológica más que bíblica,
deriva de interpretaciones del Credo de los Apóstoles y de textos apócrifos
como el Evangelio de Nicodemo, donde se alude al descenso de Cristo a los
infiernos. 
En esta composición, Cristo aparece
acompañado por Abraham, arrodillado y de avanzada edad, símbolo de la humanidad
redimida. A la izquierda, la Virgen María, interrumpiendo la lectura de su
libro de oraciones para escucha a su Hijo, acompañada por una santa mujer; a la
derecha se encuentran Eva y San Juan Bautista, que porta el lábaro (estandarte que usaban los romanos con Monograma
formado por la cruz y las dos primeras letras del nombre griego de Cristo, que
se puso en el lábaro por mandato de Constantino), tras los cuales se
insinúan otras almas redimidas. En las hornacinas del fondo, de arquitectura
italianizante, se distinguen Moisés con las Tablas de la Ley y Aarón con la
vara y el fuego, prefiguraciones de la salvación.
Escena central 
Detalle de Jesús
Detalle de Abrahán
Detalle de la Virgen María y Santa Mujer
Detalle de Eva y san Juan Bautista
Detalle de Moisés y Aarón
A la
derecha de esta escena se representa a San Rafael y Tobías (Tobías 6, 3-6)(ver). Aunque
el texto bíblico no describe a Tobías portando el pez completo, la tradición
pictórica lo representa así, probablemente por su mayor valor simbólico y
visual.
San Rafael y Tobías
El cuerpo superior se completa, a la izquierda, con Cristo y la samaritana (Juan 4, 27).
Cristo y la samaritana
Y a la derecha, con Job y su esposa (Job 2, 9-10), identificada en la tradición judía apócrifa como Sitis.
Job y su esposa
Llama la atención que esta figura,
junto a la cananea y la santa mujer que acompaña a María, vistan con mantos
negros y tocas blancas, atuendos propios del luto femenino del siglo XVI.
El hilo conductor
del conjunto es la salvación del alma a través de la fe. El mensaje se dirige
directamente al espectador, a quien el pintor parece presentar como
destinatario de la redención anunciada. Destaca asimismo el protagonismo de
Eva, situada junto a San Juan Bautista, cuya presencia refuerza la
contraposición simbólica entre la primera mujer y María, la nueva Eva. La
Virgen aparece como Puerta del Cielo, mediadora entre la humanidad y la gracia
divina.
En su conjunto, el Retablo del Salvador representa el cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación universal. Las escenas que rodean la principal amplían el mensaje mesiánico de Cristo a todos los hombres y mujeres justos de cualquier tiempo y lugar, partícipes por igual de la redención obtenida mediante su sacrificio.





 




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